Locos por los guisos de Manolo
MANOLO DE LA OSA, nuevo local del chef en el museo conquense Ars Natura
Por fin, la sombra del gran cocinero Manolo de la Osa, que durante d¨¦cadas ha actuado de eslab¨®n entre la cocina tradicional y el restringido ¨¢mbito de la vanguardia, comienza a ser alargada. Sin abandonar Las Rejas, casa madre de Las Pedro?eras (Cuenca), su nombre y estilo han encontrado acomodo en el nuevo museo Ars Natura de la capital de la provincia. Un centro de interpretaci¨®n de la naturaleza que incide en la biodiversidad, el desarrollo sostenible, la gesti¨®n forestal, la conciencia medioambiental y el cambio clim¨¢tico. Edificio surgido del paisaje, donde se aloja este restaurante de inmensas cristaleras y vistas espectaculares cuyas mesas se asoman desde la lejan¨ªa a la sierra y el tajo de la ciudad antigua.
Manolo de la Osa
PUNTUACI?N: 7,5
R¨ªo Gritos, 5. Cuenca. Tel¨¦fono: 969 21 95 12. Internet: www.restaurantearsnatura.com. Cierra: domingos noche y lunes. Precios: entre 50 y 70 euros por persona. Men¨² degustaci¨®n, 50. Sopa de ajo morado de Las Pedro?eras, 16. Tiznao de bacalao, 21. Lechona confitada con manzana y membrillo, 21. Quesadilla manchega con frambuesa y mango, 7.
Al frente de la brigada, Jes¨²s Segura, de 32 a?os, en cuyo curr¨ªculo figuran estancias junto a Ricard Camarena (Arrop, Valencia), Mari Carmen V¨¦lez (La Sirena, Elda) y Rodrigo de la Calle (Aranjuez), con quien ejerci¨® durante un a?o. Un gran profesional, seducido ahora por el talento de De la Osa, quien prosigue incansable multiplicando su genio creativo en torno a sabores y productos de la despensa manchega. "Aqu¨ª incidimos en los guisos y platos de cuchara", afirma Segura. "Utilizamos t¨¦cnicas modernas para potenciar sabores y actualizar recetas antiguas". Igual que sucede en Las Rejas, la cocina de este museo constituye una s¨ªntesis de genialidad y ra¨ªces con un sentido innato del equilibrio. Hasta tal punto que en estos momentos, en el escalaf¨®n gastron¨®mico de los restaurantes situados en centros de arte espa?oles, ocupa un lugar destacado junto con el del Guggenheim, hasta ahora feudo de Jose¨¢n Mart¨ªnez Alija. Bien entendido que entre las especialidades de perfil tradicional que componen el tronco de su carta y las creativas que articulan su men¨² degustaci¨®n hay tantas diferencias que, seg¨²n se opte por una u otra posibilidad, se puede tener la sensaci¨®n de estar en dos restaurantes distintos.
Se empieza con un sabroso mejill¨®n con escabeche de perdiz, al que sigue el lomo de caballa con encurtidos al azafr¨¢n y cerveza negra. Luego, un delicado espagueti de bogavante enrollado en forma de tornillo, y despu¨¦s, un falso risotto de pi?ones, composici¨®n grandiosa salpicada de minitropezones de cacao y trufa.
Sopa de ajos morados
La debilidad de De la Osa por las ostras sale a relucir en una versi¨®n en la que la potencia de distintos ali?os (c¨ªtricos, calabaza, azafr¨¢n y especias) apagan, en parte, el sabor yodado del molusco. Bastante m¨¢s brillante resulta la sopa caliente de ajos morados, de una rusticidad delicad¨ªsima. O el gel de queso con escalivada y anchoas en dos curaciones, presidido por la armon¨ªa. "Intentamos hacer una cocina divertida, que se digiera bien, sea sana y ligera", afirma el patr¨®n de ambos locales con la afabilidad que le caracteriza. A esa l¨ªnea se ajusta el morteruelo 2011, royal cl¨¢sica de este rotundo pat¨¦ conquense, en este caso algo menguado de sensaciones s¨¢pidas. En el resto de sus especialidades se aprecia el rastro de la gran cocina. Convence la garbanzada de Semana Santa, es discutible la lubina asada con guiso de morros y ajoarriero, y resulta soberbio el cordero asado.
Tampoco los postres (donuts con chocolate, cremoso de lim¨®n con helado de miel, leche de oveja con helado de cardamomo) desmerecen de los platos salados.
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