El baobab, el le¨®n y la rana

Amanece en Moremi. Al salir de la tienda de campa?a espera una silla plegable junto a una hoguera y t¨¦ caliente. Alrededor, 5.000 kil¨®metros cuadrados de naturaleza salvaje llena de canales, isletas, papiros, amarulas, matorrales y acacias. Enfrente, el sol asciende de forma r¨¢pida, como si temiera quemar el horizonte, y de banda sonora, a lo lejos, o no tanto, el rugir de leones, las carcajadas guturales de los hipop¨®tamos y el tintinear met¨¢lico de las ranas campana. Estamos en Moremi, una reserva natural en el delta del Okavango, la mayor desembocadura interior de un r¨ªo en el mundo, que termina diluida bajo el desierto del Kalahari. Moremi es la mayor atracci¨®n de Botswuana. La m¨¢s exclusiva.

Las arenas blancas del Kalahari, atravesadas por el explorador David Livingstone en 1849 antes de llegar a las cataratas Victoria, ocupan la mayor parte de Botswana. Los 581,7 kil¨®metros cuadarados (el tama?o de Espa?a) del pa¨ªs est¨¢n rodeados por Sud¨¢frica, Namibia, Zambia y Zimbabue. Mucho espacio para apenas dos millones de habitantes. El turismo aqu¨ª no es barato. El Gobierno y las compa?¨ªas de viajes han conseguido hacer de Botsuana un destino para el turismo de lujo: pocos visitantes, alta calidad y precios elevados. Al contrario que en Kenia o Tanzania, aqu¨ª el viajero no encuentra aglomeraciones de turistas entre manadas de ant¨ªlopes, b¨²falos y cebras. El lujo en este pa¨ªs convertido en parque tem¨¢tico natural es recorrer el bush (mezcla de matorral y bosque) en busca de animales.

Se llega a Moremi desde Maun, lugar de inicio de esta ruta, por tierra en todoterreno, por aire en avioneta o por agua, a trav¨¦s de los canales del delta, en una canoa mokoro. Para entrar en la reserva hay que atravesar la Buffalo Fence, 3.000 kil¨®metros de valla que rodean parte del Okavango para evitar la propagaci¨®n de la fiebre aftosa, que en el pasado caus¨® problemas a las hordas migratorias de b¨²falos, cebras y ?¨²s. Por los caminos -en los que es f¨¢cil encallar si vas con un coche poco preparado o no tienes pericia suficiente-, lo habitual es ver aves, ant¨ªlopes (impalas, kudus, springboks...), cebras, jirafas y jabal¨ªs. Lo dif¨ªcil y excitante es buscar a los depredadores, y para ello hay que contar con la habilidad del gu¨ªa para interpretar huellas, sonidos y reacciones en otros animales. Al amanecer y al atardecer, cuando el sol da un respiro, es el momento de salir con el 4X4.

Buxton Masasa hace tiempo que pas¨® de los 60 a?os. Lleva toda su vida dedicado a la naturaleza, de joven como cazador y ahora como gu¨ªa. Son las seis de la ma?ana y, mientras conduce, nos pide que agucemos los sentidos por si vemos a un leopardo sentado sobre un termitero, un grupo de leonas a la sombra de una acacia o una jaur¨ªa de perros salvajes. Lo que Buxton encuentra es algo inaudito: un le¨®n paseando por un camino. Pasa a tres metros del veh¨ªculo, ignor¨¢ndonos por completo. Son unos segundos solo, los ¨²nicos en los que no se oyen los clics de las c¨¢maras de fotos, y parece que nadie respira. Durante una hora seguimos su paso. A ratos abandona el camino, momento en el que nuestro gu¨ªa muestra su experiencia tomando atajos y adelant¨¢ndose a los movimientos del felino, que pasa junto a un campament, atraviesa una pista de aterrizaje, aterroriza con su presencia a un grupo de impalas y termina por sentarse al sol. Por momentos como este Buxton no quiere jubilarse. Como explica m¨¢s tarde en el desayuno, su mujer y su cabeza le dicen que es hora de descansar, pero su coraz¨®n no le permite dejar el bush.

El aullido de las hienas

Para dormir, la verdadera experiencia en Moremi no son los lodges de precios excesivos, sino los campamentos m¨®viles, verdaderos refugios de lujo. Tienen todo tipo de comodidades: tiendas de campa?a con camastros, una ducha port¨¢til con agua caliente y un equipo de personas que prepara la comida y monta las tiendas. Tras la cena, alrededor de la hoguera, los gu¨ªas rememoran momentos peliagudos y explican que por la noche hay que evitar salir de la tienda, ya que las hienas no perdonan una incursi¨®n al campamento en busca de basura, siempre precedida por sus inquietantes aullidos, como pudimos comprobar.

Botsuana se ofrece como un destino caro, pero hay alternativas a los cl¨¢sicos safaris de entre 3.000 y 10.000 euros. Por un lado, compa?¨ªas que desde 2.500 euros te meten en un cami¨®n con una docena de personas m¨¢s y durante unas semanas atraviesas media ?frica cocinando tu comida y montando tu tienda de campa?a. Por otro, algo m¨¢s genuino, la forma en la que se hizo este viaje: ir con un gu¨ªa local que haga un recorrido a medida con tus peticiones y presupuesto. Es la posibilidad m¨¢s econ¨®mica, de forma especial si se viaja en un grupo a partir de cuatro personas que compartan los gastos de gasolina, comida y que permita al gu¨ªa negociar mejores ofertas para los precios de los alojamientos. Un modo de viajar que permite cambiar la ruta sobre la marcha. Doce d¨ªas viajando por Botsuana o en combinaci¨®n con alguno de los pa¨ªses colindantes sale, si se negocia bien con el gu¨ªa, entre 1.700 y 2.000 euros por persona.

Unos 300 kil¨®metros separan la tur¨ªstica Maun de la inh¨®spita Nata. La carretera pasa junto al Makgadikgadi, un desierto de sal que hace 10.000 a?os fue un gran lago, id¨®neo hoy para aventuras en quad. Por el camino no se dejan de ver ¨¢rboles secos, cabras, vacas (junto al turismo y los diamantes, la exportaci¨®n de carne es parte esencial de la econom¨ªa), vendedores de le?a y alg¨²n avestruz descarriado. A medio camino visitamos Gweta. Un gu¨ªa nos presenta a varios de sus habitantes y nos lleva al colegio, donde decenas de ni?os nos reciben con sonrisas y preguntas. Cerca est¨¢ el hotel Planet Baobab, parada obligatoria para comer, tomar una cerveza o dormir en una choza tradicional, rodeados de un cementerio de estos ¨¢rboles de fibra y ramas nudosas como si fueran ra¨ªces.

Desde Nata, la ruta contin¨²a hacia el norte a Kasane. Por el camino pasamos junto al Santuario de P¨¢jaros, refugio de 165 especies de aves en la ¨¦poca de lluvias (de noviembre a marzo). En Kasane se encuentran la reserva de Savuti y el parque nacional de Chobe, un lugar ¨²nico para ver al atardecer desde una barca a cientos de elefantes bajar a beber al r¨ªo y compartir pasto y agua con hipop¨®tamos, b¨²falos, ant¨ªlopes y chacales. Eso s¨ª, junto a otros tantos turistas. Aqu¨ª la exclusividad del resto de Botsuana se pierde.

Siguiendo la ruta de los grandes exploradores, el viaje finaliza en Victoria Falls (Zimbabue), para ver las cataratas, una de las maravillas naturales del mundo.