Alarte suma otro desd¨¦n al PP
En una de sus descripciones de la democracia, Winston Churchill dec¨ªa que ¨¦sta consiste en doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los dem¨¢s. El presidente Francisco Camps, a pesar de sus juveniles querencias liberales, parece ignorar o no compartir el criterio del eminente pol¨ªtico ingl¨¦s. Nuestro dirigente pertenece a la casta innumerable de los gobernantes que, al pairo de la hegemon¨ªa partidaria, no dan el brazo a torcer y ni agua al adversario. Tanto m¨¢s cuando, en este caso, el electorado que le ha venido avalando y cuyo respaldo se le pronostica ampara tan fatuo desd¨¦n hacia sus discrepantes. Ni el talante personal ni la necesidad le conminan, pues, a dialogar y transigir con sus oponentes. Tanto m¨¢s cuando se arriesga a que le mortifiquen a ra¨ªz de sus propias desventuras judiciales y los esc¨¢ndalos que se han prodigado en su partido.
Por otra parte, estamos ya en los proleg¨®menos de la campa?a electoral y el PP no est¨¢ para ruidos que le distraigan. Antes del 20 de marzo -fecha l¨ªmite para la publicidad de actos que puedan confundirse con la propaganda- se han de exprimir las posibilidades que le otorga la Generalitat para difundir los m¨¦ritos reales o aparentes de este gobierno. Las consejer¨ªas ya han -o est¨¢n en ello- organizado las habituales "tormenta de ideas" para movilizar al votante transmiti¨¦ndole las bondades y eficiencias de esta legislatura y, obviamente, las del presunto candidato, el molt honorable. Digamos de paso que resultar¨¢ ciertamente curioso constatar asimismo los incumplimientos, fracasos, ocultamientos y despilfarros que han jalonado estos cuatro a?os de autocracia popular, tarea que, como es l¨®gico, le incumbe a la oposici¨®n pol¨ªtica y a cuantos observen la vida p¨²blica sin las anteojeras del fanatismo.
No obstante, estas elementales observaciones, el PSPV se obstina en tender puentes con el Consell y con su titular para abordar conjuntamente las -seg¨²n dice- "necesarias y urgentes reformas de nuestra econom¨ªa". Un prop¨®sito plausible, pero una iniciativa y, sobre todo, una insistencia que se nos antoja pat¨¦tica despu¨¦s de los plantones y evasivas con que los populares torean a los socialistas, reducidos al papel de mendicantes que buscan afanosamente una foto que los solemnice como parte negociadora de lo que no es sino una fantas¨ªa en este final de la legislatura. Arreglados van si esperan obtener en las urnas alg¨²n rendimiento de estos encuentros frustrados. Para completar la parodia, el intr¨¦pido Jorge Alarte, l¨ªder alternativo, se encomienda por carta a un cogollo de fuerzas vivas valencianas -patronales, universitarios, sindicalistas, financieros y etc¨¦tera- para delatarles la cerraz¨®n y arrogancia de su huidizo interlocutor. Tambi¨¦n les subraya la gravedad de la crisis, lo que no deja de ser un recurso ret¨®rico que disfraza la queja.
A este respecto, m¨¢s le valdr¨ªa al mentado dirigente darnos noticia de sus propuestas y recetas para afrontar los problemas que nos acucian. Apostar¨ªamos que a buena parte de su electorado actual y potencial le gustar¨ªa constatar que su programa no es meramente una simbiosis del de la derecha y que en puntos cruciales, como la privatizaci¨®n de los servicios y las coberturas sociales, es reconocible la impronta socialista, queremos decir de la izquierda posible. Pero, claro, tambi¨¦n pudiera ser que ya no sean tales sus referentes ideol¨®gicos y que tampoco le importe sumar un desd¨¦n tras otro.
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