Se busca vivienda barata
Las viviendas en los pa¨ªses desarrollados se venden a un precio que oscila entre 3 y 4,5 veces la renta disponible por sus adquirentes. Cuando el precio de la vivienda en esos pa¨ªses sube por encima de ese ¨ªndice de 4,5 el mercado reacciona y comienza un periodo de rebajas de precios. Sin embargo, en Euskadi las viviendas se han vendido en los a?os anteriores a la crisis en cifras que supon¨ªan f¨¢cilmente 9 a?os de rentas de sus adquirentes.
En la actualidad, incluso con el pinchazo parcial de la burbuja, el precio medio de una vivienda en Euskadi sigue siendo alt¨ªsimo, de 325.100 euros, lo que supone algo m¨¢s de 7 veces la renta anual media disponible de una pareja en la que ambos miembros trabajan. Si se aplicaran los indicadores internacionales antes mencionados ese precio medio de la vivienda vasca deber¨ªa bajar un 35% adicional.
El Gobierno dedica hasta 474 millones para los particulares que adquieran su vivienda en propiedad
Evidentemente, si los precios no bajan m¨¢s es porque sus propietarios, b¨¢sicamente gente nacida en los a?os 50 o anteriores, no est¨¢n dispuestos a ceder en sus aspiraciones de enriquecerse il¨®gicamente con la especulaci¨®n inmobiliaria. Seg¨²n las estad¨ªsticas, una persona que haya comprado el piso hace 25 a?os pretende venderlo ahora a un precio equivalente a cuatro veces el valor que cost¨® entonces, incluido la evoluci¨®n de la inflaci¨®n. Es decir, pretende que su hijo pague por su vivienda cuatro veces lo que ¨¦l mismo pag¨® cuando era joven. De locos.
Tampoco lo tienen f¨¢cil los que opten por el alquiler. Solo el 7% de las viviendas se ofrece en alquiler y adem¨¢s a un precio medio de 900 euros/mes, lo que resulta muy caro para los peque?os salarios con los que hemos decidido que deben vivir los j¨®venes.
En este contexto, ?qu¨¦ posibilidades de cambiar las cosas tiene la nueva Ley de Vivienda que nos anuncia el Gobierno vasco? ?Hasta qu¨¦ punto es cre¨ªble ese anuncio del Gobierno de que se va a crear un derecho subjetivo y personal a la vivienda que permita a un ciudadano a exigir de la Administraci¨®n que le de una vivienda digna o que le subvencione lo suficiente como para que la alquile en el mercado?
Desgraciadamente el anteproyecto de Ley de Vivienda que se ha dado a conocer no viene acompa?ado de una memoria econ¨®mica-financiera que evalue los objetivos a cubrir y el coste que eso supone para las arcas p¨²blicas. Eso es mal signo, como se puede intuir de las siguientes reflexiones.
El presupuesto de vivienda del Gobierno vasco destina uno 150 millones de euros anuales a construir viviendas sociales o a subvencionar a determinados ciudadanos para que puedan alquilar pisos privados a un precio moderado. Sin embargo, la Administraci¨®n vasca dedica mucho m¨¢s dinero, hasta 474 millones de euros, a seguir subvencionando a los particulares para que adquieran su vivienda en propiedad, aun sabiendo que con tales subvenciones lo que se hace es alimentar la burbuja del precio inmobiliario. De hecho, en el Estado han quitado dicha subvenci¨®n y aqu¨ª la seguimos manteniendo. Ergo aqu¨ª seguimos apostando masivamente por el modelo tradicional de mercado de vivienda que tan pobre resultado social ha dado.
Influir en el mercado de alquiler a base de ofertar un n¨²mero significativo de viviendas en alquiler es muy dif¨ªcil y costoso. Por ejemplo, el programa Bizigune, que consiste en pedir viviendas en el mercado libre a un precio de unos 600 euros/mes para que finalmente el Gobierno vasco subvencione la mitad y le salga al inquilino por 300 euros al mes, choca con el obst¨¢culo insalvable de que en el mercado libre hay muy poca vivienda a 600 euros/mes y por ello el techo de este programa parece haberse alcanzado con la cifra de 5.000 viviendas potenciales.
Si se opta por construir viviendas sociales en alquiler el obst¨¢culo financiero parece evidente. En efecto, seg¨²n el Gobierno vasco construir la propia vivienda cuesta 103.000 euros, pero adem¨¢s hay que a?adir otros 40.000 euros (la estimaci¨®n es m¨ªa) que supone el coste del suelo y su urbanizaci¨®n. Hasta ahora, la Administraci¨®n ha conseguido trasladar gran parte de esos 40.000 euros al resto de las viviendas privadas que van en las promociones, pero con la actual crisis inmobiliaria es muy probable que las viviendas libres ya no puedan pagar esos costes de suelo urbanizado que corresponden a las viviendas sociales, por lo que el coste final de la vivienda social ser¨¢ m¨¢s caro que hasta el presente y l¨®gicamente la Administraci¨®n tendr¨¢ mayores problemas financieros para construirlas.
Por eso hay que suponer que el efecto real de esta ley vaya a ser peque?o en el mercado inmobiliario. El propio Ejecutivo reconoce que el objetivo inicial de la ley es otorgar este derecho subjetivo a disponer de una vivienda, o a la subvenci¨®n equivalente, solamente a aquellas unidades familiares con tres miembros y unos ingresos m¨¢ximos de 15.000 euros brutos anuales. Es decir, a colectivos claramente "marginales" en nuestra sociedad. Y es que con 150 millones de euros poco m¨¢s se puede hacer.
Pero si realmente se quiere cambiar el mercado de la vivienda, habr¨¢ que repensar la ley del suelo para que el derecho a edificar se quede en manos del sector p¨²blico y habr¨¢ que redireccionar los 474 millones de euros anuales que se siguen destinando a la bonificaci¨®n de la adquisici¨®n privada de viviendas, para fomentar vivienda social en alquiler con destino a la clase media-baja. Todo lo dem¨¢s parecen parches.
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