?Cuidado! La 'madre tigre' devora a sus hijos
Un libro que defiende la disciplina extrema con los ni?os suscita las iras en EE UU - Ni el exceso de permisividad ni demasiada rigidez funcionan
Le han llamado loca, monstruo e incluso ha recibido amenazas de muerte. En algunos programas de radio, los oyentes reclamaban que intervinieran las autoridades y que le quitaran la custodia de sus hijas. El tema de su libro se ha hecho recurrente en cenas, corrillos de caf¨¦ en oficinas y medios de comunicaci¨®n de todo Estados Unidos y ha llegado, en mayor o menor medida, a buena parte de los pa¨ªses de Occidente.
Amy Chua ha calentado el fr¨ªo invierno estadounidense con unas memorias -Himno de batalla de la madre tigre- sobre su creencia de que a los hijos hay que educarlos en una estricta disciplina que deja fuera cosas tan comunes y populares como que los ni?os se queden a dormir en casa de los amigos. Chua tambi¨¦n considera que los peque?os no pueden ver la televisi¨®n, jugar en el ordenador o participar en las obras de teatro del colegio. Tampoco pueden tener notas inferiores al sobresaliente. Y deben tocar el piano o el viol¨ªn. Cualquier otro instrumento no es una opci¨®n; solo el piano y el viol¨ªn forjan car¨¢cter.
Para Amy Chua hay diferencias entre las madres chinas y las occidentales
Shang¨¢i y Corea del Sur coparon los primeros puestos del informe PISA
M¨¢s importante que su autoestima es que los ni?os logren objetivos, dice Chua
Los especialistas rechazan de plano las ideas de esta profesora de Yale
Casada con un norteamericano, Chua es hija de inmigrantes chinos nacida en EE UU y profesora de Derecho en la Universidad de Yale. En el libro, la autora defiende el estilo estricto de las "madres chinas" sobre el, seg¨²n ella, excesivamente sobreprotector de las madres "occidentales".
?Por qu¨¦ se ha levantado tanta pol¨¦mica con la revisi¨®n de una idea -la de la coerci¨®n y el autoritarismo como m¨¦todo educativo- tan antigua y, en la mayor parte de los pa¨ªses desarrollados, tan superada? Un claro factor parece ser la atracci¨®n de Occidente por Asia y, en especial, por China. "Existe hacia lo chino un imaginario parad¨®jico: nos fascina y le tememos", dice el profesor de Psicolog¨ªa Social de la Universidad de Valencia Jos¨¦ Vicente Esteve.
De hecho, algunos analistas han apuntado que, en el fondo, la causa del revuelo es el p¨¢nico de los estadounidenses a ser devorados por el gran gigante chino, no solo econ¨®micamente, sino 'tambi¨¦n' en la educaci¨®n. A esa idea ayuda el recientemente publicado informe PISA de la OCDE -un macroexamen de lectura, matem¨¢ticas y ciencias a los alumnos de 15 a?os de 65 pa¨ªses del mundo-, en el que los alumnos de Shang¨¢i y Corea del Sur han obtenido los mejores resultados, incluso por encima del paradigma europeo de educaci¨®n de calidad: Finlandia. "Est¨¢ claro que a ra¨ªz del ¨²ltimo informe PISA vamos a vivir en los pr¨®ximos a?os un cambio en el referente educativo", dice el presidente de la Confederaci¨®n de Organizaciones de Psicopedagog¨ªa y Orientaci¨®n de Espa?a, Juan Antonio Planas.
Pero quiz¨¢ la clave de la gran polvareda levantada es que, a pesar de que la mayor¨ªa de los especialistas rechazan de plano sus recetas, quiz¨¢ Chuan tenga parte de raz¨®n en sus cr¨ªticas. "Se est¨¢ viendo que una sociedad tan permisiva y sobreprotectora est¨¢ generando personas inmaduras emocionalmente. Pero en educaci¨®n los extremos nunca son buenos. Ni este tipo de educaci¨®n espartana como el de la madre tigre ni la excesiva permisividad son buenos referentes", a?ade Planas.
"Ciertamente, en el modelo (hablando de generalidades) occidental, sobre todo el de algunos estereotipos norteamericanos, los adultos parecen exhibir una inseguridad y una ansiedad que efectivamente no es beneficiosa para la educaci¨®n ni familiar ni escolar", se?ala la profesora de Psicolog¨ªa de la Universidad de C¨®rdoba Rosario Ortega, que rechaza, en cualquier caso, las ideas de Chua, las cuales llega a calificar de "aberrantes" y como "una sarta de barbaridades".
El hecho es que David Brooks, columnista del diario The New York Times, escrib¨ªa que son legi¨®n quienes ven a Amy Chua como "una amenaza para la sociedad" norteamericana. Y que la revista Time dedic¨® la portada de su ¨²ltimo n¨²mero de enero a Chua, la madre tigre que ruge sobre las consciencias de los padres norteamericanos que llevan d¨¦cadas creyendo en las bondades de educar a sus hijos en la autoestima por encima de los logros.
"La pr¨¢ctica tenaz es crucial para conseguir la excelencia", explica Chua en su libro. "La repetici¨®n rutinaria est¨¢ mal vista en EE UU", dice, "las familias occidentales se preocupan m¨¢s por la autoestima de los ni?os que por su esfuerzo personal". Al soci¨®logo de la Universidad Complutense Mariano Fern¨¢ndez Enguita, esa idea es la que m¨¢s le interesa del debate: ?Es necesaria la autoestima para conseguir algo o hace falta conseguirlo para tener autoestima? "Probablemente sean las dos cosas, una relaci¨®n circular, pero no cabe duda de que cierto pedagogismo occidental ha llevado las cosas al extremo", se?ala.
Para Chua existen las madres occidentales y las madres chinas. Una madre occidental le dir¨¢ a su hijo que ha hecho algo muy bien la primera vez que lo haga y el ni?o perder¨¢ todo inter¨¦s por volver a repetirlo, seg¨²n la autora. Una madre china sabe que nada resulta divertido hasta que "se domina". "Hay que trabajar duro", expone Chua. "Y los ni?os nunca quieren trabajar, por eso tenemos que decidir por ellos". Inteligente, con cierto sentido del humor, explica que su objetivo final no era caerles "bien" a sus hijas, sino hacer de ellas seres capaces de enfrentarse al mundo, competitivo y cruel como es.
El temor que expresa la profesora de Yale es el de que las generaciones posteriores a los padres chinos que hicieron el duro trabajo de emigrar y hacerse un hueco en la sociedad norteamericana se acomoden y acaben fracasando. Chua habla de fracaso material, no fracaso emocional, aunque reconoce en sus memorias que hubo un momento en que se dio cuenta de que si continuaba presionando a su hija peque?a de la manera en la que lo estaba haciendo la perder¨ªa. Lulu lleg¨® a cortarse ella misma el pelo ante la negativa de su madre de llevarla a una peluquer¨ªa porque lo que deb¨ªa de hacer era practicar y practicar con el viol¨ªn.
Fern¨¢ndez Enguita le quita importancia a la pol¨¦mica generada por un texto que "tiene mucho de (auto)parodia", opina. "A lo largo del libro resulta dif¨ªcil saber cu¨¢ndo est¨¢ orgullosa de su car¨¢cter de estricta gobernanta y cu¨¢ndo se burla y se expone a s¨ª misma como una exageraci¨®n. Creo que es simplemente un alegato en defensa de que las estrictas madres chinas no quieren a sus hijos menos que las complacientes madres anglosajonas y de que hay otras maneras de educar que la que se ha impuesto en el discurso pedag¨®gico, psicopedag¨®gico y hasta popular en el occidente desarrollado", a?ade.
Pero tanto Esteve como Ortega insisten en advertir en contra de discursos como el de Chua. Ya que no solo se trata de lo bien o mal que cada uno vea sacrificar el bienestar o la felicidad de los hijos para asegurarles un futuro mejor, sino que, adem¨¢s, la eficacia de esos m¨¦todos para alcanzar esos objetivos tambi¨¦n es muy cuestionable.
"El control, la presi¨®n y el castigo tienen efectos perversos porque no dejan la posibilidad de experimentar y gestionar por s¨ª mismos ¨¢reas esenciales para una vida plena, satisfactoria y feliz. Adem¨¢s, generan resentimiento y no aseguran que cuando las condiciones de vigilancia no est¨¦n presentes, la conducta castigada no aparezca. Los ni?os aprenden a simular un comportamiento correcto para que el castigo no les alcance. Como el miedo y el conformismo no les permiten expresar sus intereses y necesidades, llegan a la madurez con carencias importantes que pueden arrastrarlos a la ansiedad y a la depresi¨®n o a estallidos violentos", asegura el profesor Esteve. "La educaci¨®n requiere que los adultos pr¨®ximos est¨¦n cerca de los ni?os, les den su apoyo y confianza, que crean en ellos, y dulcemente (no violentamente) sostengan sus criterios y su confianza en ellos", a?ade Ortega.
Chua estuvo presente en el ¨²ltimo foro de Davos, algo que debe a la pol¨¦mica suscitada por la publicaci¨®n de su libro, agotado en casi todas las librer¨ªas de Washington. All¨ª tuvo un cara a cara con Larry Summers, hasta hace unos meses asesor econ¨®mico de Barack Obama y hoy de vuelta en su c¨¢tedra en Harvard. Durante el encuentro -relatado por el diario The Wall Street Journal, que fue quien primero public¨® el extracto del libro de Chua y abri¨® la caja de los truenos- Summers le dijo a Chua que quiz¨¢ deber¨ªa de reconsiderar su veneraci¨®n por los logros acad¨¦micos. "?Qui¨¦nes son los dos estudiantes de Harvard que m¨¢s han transformado el mundo en los ¨²ltimos 25 a?os?", se pregunt¨® Summers. "Porque ni Bill Gates [fundador de Microsoft] ni Mark Zuzkerberg acabaron sus estudios universitarios".
Las reglas
Una madre tigre no permite a sus hijos:
- Dormir fuera de casa.
- Asistir a fiestas.
- Participar en una obra de teatro del colegio.
- Protestar por no estar en una obra de teatro del colegio.
- Ver la televisi¨®n o jugar en el ordenador.
- Elegir sus propias actividades extracurriculares.
- Sacar una nota por debajo del sobresaliente (A).
- No ser el n¨²mero uno en todas las asignaturas (excepto gimnasia y teatro).
- Tocar un instrumento que no sea el viol¨ªn o el piano.
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