EE UU redobla el esfuerzo para impulsar la transici¨®n

Situado ante el obst¨¢culo insalvable en el que se ha convertido Hosni Mubarak, Estados Unidos busca mecanismos para conseguir progresos en la crisis abierta en Egipto que no dependan exclusivamente de la renuncia del viejo presidente. Un estancamiento, con sus riesgos inherentes de incertidumbre y violencia, no parece estar entre los escenarios preferidos por la Administraci¨®n norteamericana.

El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, advirti¨® ayer que un regreso al pasado es imposible y que "Egipto no volver¨¢ nunca a ser lo que era". Gibbs reconoci¨® que las ¨²ltimas declaraciones del vicepresidente egipcio, Omar Suleim¨¢n, asegurando que Mubarak no dimitir¨¢ y que las manifestaciones tienen que cesar, no resultan alentadoras. "De esa forma solo conseguir¨¢n que las manifestaciones sean cada d¨ªa m¨¢s numerosas", manifest¨®.

La Casa Blanca critica las amenazas de Omar Suleim¨¢n a la oposici¨®n

La demostraci¨®n de fuerza que la oposici¨®n hizo en la calle el pasado martes dej¨® claro, a juicio del portavoz de la Casa Blanca, que "la ¨²nica alternativa que tiene el Gobierno egipcio es la de responder a esas protestas y a esas reclamaciones con resultados claros y de forma inmediata". Gibbs se neg¨® a entrar en el debate sobre qui¨¦n o qui¨¦nes deben conducir o participar en el proceso de transici¨®n, excepto para insistir en que es necesario un di¨¢logo entre "el m¨¢s amplio espectro de la sociedad".

Estados Unidos alcanz¨® su cima en la presi¨®n sobre Mubarak el viernes pasado, cuando Barack Obama apel¨® en p¨²blico a la conciencia del presidente egipcio para que escuchara a su pueblo y tomara la decisi¨®n m¨¢s adecuada en las circunstancias actuales. Obviamente, Mubarak opt¨® por ignorar esa llamada y quedarse.

A partir de ese momento, la Administraci¨®n norteamericana comenz¨® a trabajar en el plan B: una transici¨®n con Mubarak en la presidencia. Ese plan no inclu¨ªa la indiscreci¨®n del emisario enviado a El Cairo, el diplom¨¢tico Frank Wisner, que complic¨® las cosas al declarar el s¨¢bado que era preferible la continuidad de Mubarak para garantizar cierta estabilidad.

Aunque la propia Hillary Clinton desautoriz¨® a Wisner, qued¨® la impresi¨®n de que sus palabras eran las que de verdad recog¨ªan el sentimiento de la Administraci¨®n. Es casi imposible conocer el sentimiento de la Administraci¨®n de Obama. Lo que s¨ª se puede comprobar es que, desde esa declaraci¨®n, Washington se ha movido en la direcci¨®n de impulsar la transici¨®n, con o sin Mubarak. Dicho de otra manera, a pesar de Mubarak.

Para ello se ha tomado como punto de referencia a Omar Suleim¨¢n, de quien Washington espera que sea capaz de conducir el proceso de negociaci¨®n deseado en condiciones aceptables. A ¨¦l fue a quien se dirigi¨® Clinton en varias ocasiones en los ¨²ltimos d¨ªas, y con quien se comunic¨® tambi¨¦n el martes el vicepresidente Joe Biden para transmitirle las condiciones concretas que, seg¨²n Estados Unidos, debe cumplir el proceso hacia la democratizaci¨®n: levantamiento del estado de emergencia en vigor durante toda la presidencia de Mubarak, liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos, cese de la detenci¨®n de periodistas y manifestantes, y elaboraci¨®n de un calendario para la negociaci¨®n de las reformas constitucionales que permitan la celebraci¨®n de elecciones justas y libres.

Mientras esas condiciones se cumplen -lo que, seg¨²n el comunicado hecho p¨²blico por Biden, debe ocurrir de forma inmediata y con resultados tangibles-, Estados Unidos busca distintas formas de convencer a Mubarak para que se vaya o dejarle fuera de la escena. Uno de los instrumentos que el Gobierno de Obama ha explorado es el de la presi¨®n internacional. Ha funcionado en el caso de sus aliados europeos, que de forma pr¨¢cticamente un¨¢nime han secundado, en t¨¦rminos casi id¨¦nticos, la posici¨®n norteamericana. Pero no ha funcionado en el caso de los principales pa¨ªses ¨¢rabes, cuyos l¨ªderes se sienten tan amenazados como el mismo Mubarak y prefieren que el presidente egipcio siga en el poder. The New York Times informaba ayer de que, por diferentes razones, tanto Israel como Arabia Saud¨ª, Jordania y los Emiratos ?rabes han pedido a EE UU que no fuerce la destituci¨®n de Mubarak. Obama habl¨® ayer por tel¨¦fono con el rey Abdal¨¢ de Arabia Saud¨ª, al que reafirm¨® "el compromiso a largo plazo de EE UU con la paz y la seguridad en la regi¨®n", informa Efe.

Para la Casa Blanca es esencial la defensa de los principales intereses en juego en la crisis egipcia: la paz con Israel, la seguridad de la zona -especialmente en el canal de Suez- y la lucha contra Al Qaeda y el extremismo religioso. Tal como hab¨ªa concluido ya la Casa Blanca, la permanencia de Mubarak no garantiza ya esos intereses.

La Constituci¨®n egipcia establece un plazo de 60 d¨ªas para la celebraci¨®n de elecciones si el presidente presenta la dimisi¨®n. Ese es un plazo que se antoja corto para que el movimiento de protesta generado sea capaz de armar una plataforma para acceder al poder.