Un euro por salir a fumar
Los empresarios de la noche buscan nuevos ingresos para paliar el descenso de ventas - Estampar un sello en la mano sirve para controlar a los clientes
Nacho Moreno, chaquetilla de pana, camina por el t¨²nel de acceso a la discoteca en sentido inverso. Va chocando con todos los que vienen de frente. "Lo que yo digo va a misa", dice con seguridad, a punto de cruzarse con los porteros que custodian la entrada. Saca el paquete de cigarrillos dispuesto a hacer en par¨¦ntesis en la noche. Son las 3.46. "?D¨®nde vas?", le corta un guarda de seguridad. "A echar un pitillo". "Necesitas sello, vale un euro", le contestan. El chico se queda asombrado. ?Pagar por ir salir a fumar? "No, es por el sello. Si no lo quieres no lo pagas, pero despu¨¦s tienes que volver a abonar la entrada", insisten los empleados. Envalentonado hasta hace unos segundos, Moreno zanja la discusi¨®n con una moneda que saca del bolsillo.
El cobro por salir a fumar a la calle ha disparado las reclamaciones
"Muchos vienen, se van de botell¨®n y vuelven", dice el due?o de un local
Pagar por el cu?o de las discotecas era algo que se ven¨ªa haciendo por la zona de Levante y en las macrofiestas que se organizan en los pol¨ªgonos, pero ahora est¨¢ proliferando por locales de todas las ciudades desde que entr¨® en vigor la ley antitabaco. Los empresarios lo justifican por la p¨¦rdida de ingresos, que ellos mismos cifran entre un 25% y un 50%, dependiendo de la regi¨®n. Y por los problemas que supone manejar una cola que cuenta con un espacio para invitados, otro para clientes sin invitaci¨®n, a lo que hay que sumar hacer un hueco para los que entran y salen con el cigarro en la mano.
Un portavoz de la Organizaci¨®n de Consumidores y Usuarios explica que no hay nada ilegal en la medida, siempre y cuando se notifique. "Al igual que es pol¨ªtica de la discoteca dejar entrada libre o cobrar entrada, est¨¢ en manos de ese establecimiento cobrar pasa salir. Eso, s¨ª, tienen que advertirlo previamente", a?ade.
El cobro por salir a fumar ha disparado las reclamaciones, reconocen en el sector. El due?o de la discoteca Murray, Javier Vicent, cuenta que la intenci¨®n es mantener el m¨¢ximo tiempo posible a los clientes dentro del local. El tiempo que est¨¢n en su sala, de Valencia, ha bajado. La caja, dice, lo nota. Suena a medida disuasoria, pero Vicent se?ala que es un servicio m¨¢s del negocio, como el guardarropa. En sitios como Alicante, Murcia o Castell¨®n hay cultura de exigir este pago, pero en los sitios donde se ha implantado ahora ha levantado cierto recelo. "?Qu¨¦ voy a pagar por salir a fumar? ?Est¨¢n locos? Eso es imposible", afirma Luis Castilla en la sala de baile. Sale a fumar y vuelve sorprendido: "La primera vez en mi vida que he visto esto".
En Madrid se lleva a cabo este pago, por ejemplo, en la sala Wind o en la discoteca Pen¨¦lope. Un encargado de este ¨²ltimo local afirma que llevan dos a?os cobrando por poner el sello. "Tenemos un precio hasta la medianoche. Muchos ven¨ªan, pagaban y despu¨¦s se iban a hacer botell¨®n para volver a las tres de la ma?ana. Con eso intentamos frenar esa pr¨¢ctica". Los clientes habituales puede que conociesen ese deber. A los que vienen de primeras lo consideran un abuso. La tambi¨¦n madrile?a sala Twist ha habilitado un espacio al aire libre que es de su propiedad, una especie de cuadrado, donde pueden fumar los clientes. Si salen del peque?o recinto tienen que volver a pagar la entrada.
Los empresarios de ocio nocturno se sienten asfixiados por la multitud de leyes y reglamentos que tienen que acatar. Inspecciones casi a diario en la capital. Juanma Alonso, el due?o del Pentagrama, uno de los garitos con m¨¢s historia del barrio madrile?o de Malasa?a, ayuda a los porteros a organizar las distintas filas que se agolpan en la puerta. "Estamos un poco perdidos, ser¨¢ cuesti¨®n de encontrar soluciones. La ley es la puntilla a la noche madrile?a", relata en la puerta del establecimiento.
Hace un mes le multaron en otro establecimiento con 14.000 euros por superar los decibelios permitidos. De repente, un polic¨ªa de paisano le ense?a la placa: "?Es usted el due?o? Ens¨¦?eme todos los permisos, por favor". "Lo que yo te dec¨ªa", dice resignado Alonso. Otro agente tambi¨¦n vestido de calle mide el ruido que hay en la puerta y despu¨¦s entra a comprobar el aforo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.