No caer¨¢ esa breva
Al final de Casi unas memorias (Ed. Pen¨ªnsula, 2007) Dionisio Ridruejo, el que fuera amigo personal de Jos¨¦ Antonio, y, m¨¢s tarde, opositor al r¨¦gimen de Franco, escribe, hablando de los a?os cuarenta del pasado siglo, cuando estaba confinado en un peque?o pueblo catal¨¢n: "Pero en contrapartida Barcelona -y en general Catalu?a- resisti¨® bien a una pol¨ªtica que le era intencionalmente adversa. Me refiero sobre todo a los esfuerzos visibles del Gobierno central, y en particular del ministro Suanzes, por arrebatar a Barcelona la capitalidad econ¨®mica de Espa?a. De esa pol¨ªtica naci¨® el Madrid industrial que conocemos y que me parece un dudoso bien y no s¨®lo por razones higi¨¦nicas y est¨¦ticas".
En el actual Gobierno de la Xunta ?qui¨¦n da la talla? Ni el propio presidente
Si hoy Madrid es lo que es, no se debi¨® a un azar, o a los buenos auspicios de los emprendedores hoy mitificados por los manuales de econom¨ªa y las revistas de peluquer¨ªa. Al contrario, la perseverancia del Gobierno central en hacer de Madrid el centro no s¨®lo geogr¨¢fico o pol¨ªtico, sino tambi¨¦n el econ¨®mico y espiritual, ha sido constante y reiterada. S¨®lo con lo que se ha invertido en la T4 -6200 millones de euros- se podr¨ªa rehacer Vigo de nuevo, y a¨²n sobrar¨ªa un pico. Ya, ni hablemos de todo lo dem¨¢s. De los kil¨®metros de metro, de los sucesivos cinturones viarios y de tantas otras inversiones. Aunque Catalu?a se lleva la fama, Madrid se lleva el agua... y Galicia se queda a dos velas. En gran medida, es cierto, por nuestra propia culpa, por nuestra incapacidad para forjar objetivos claros derivada de nuestro provincianismo.
La creaci¨®n, en 1964, del Gran Madrid, un ¨¢rea metropolitana de 22 municipios, determin¨® el Gran Salto Adelante, la rampa de despegue de la enorme concentraci¨®n de poder industrial y econ¨®mico de la capital espa?ola. Ning¨²n gobierno posterior, incluidos los del per¨ªodo democr¨¢tico, dej¨® de promover su crecimiento como una cuesti¨®n de Estado. Y Madrid, que se toma a s¨ª mismo por Espa?a, se deja financiar como si ello constituyese la naturaleza misma de las cosas. El gran pufo del Ayuntamiento -7100 millones de euros de deuda, otra nader¨ªa- s¨®lo ha salido a la luz en las condiciones inmisericordes de la actual crisis.
El reciente libro de Germ¨¢ Bel Espa?a, capital Par¨ªs (Ed. Destino. 2010) puede constituir una introducci¨®n a esa relaci¨®n entre Madrid y el Estado. La historia que en ¨¦l se cuenta es la de c¨®mo se fue configurando la idea y la realidad de una Espa?a vertebrada por su capital siguiendo el modelo borb¨®nico. Es un relato que tiene uno de sus momentos clim¨¢ticos en 1761 cuando el mapa de postas de Felipe V fija el esquema radial de las seis carreteras generales. No es la racionalidad econ¨®mica la que decide ese esquema, sino la voluntad centralista, tomada del ejemplo franc¨¦s. De entonces a hoy ha llovido mucho, pero trenes, carreteras y aviones han seguido los caminos que han dictado los decretos. El disparate reciente m¨¢s enorme: el AVE para todos.
Son cosas que tal vez hay que recordar cuando los mismos que han cebado a Madrid con fines pol¨ªticos -a costa, entre otros, de los gallegos- alzan la voz para cuestionar el Estado de las Autonom¨ªas. El Aznar que puso al frente del BBVA a Francisco Gonz¨¢lez, de Tabacalera a C¨¦sar Alierta, y de Telef¨®nica a aquel vividor del que s¨®lo se ha vuelto a saber en las revistas del coraz¨®n y en las de f¨²tbol. Aquel Aznar que, a golpe de BOE, tanto Estado amortiz¨®, y hasta esquilm¨®, es el que intenta culpar a las instituciones de autogobierno de despilfarro. Los que jalean en Galicia esa visi¨®n, el C¨ªrculo de Empresarios de Vigo, dulces corderos en la estela de la FAES, deber¨ªan reivindicar, de paso, no s¨®lo la desaparici¨®n de las diputaciones y la fusi¨®n de los ayuntamientos, tambi¨¦n la desaparici¨®n de diversos ministerios y la ubicaci¨®n de las sedes de agencias del Estado en diversos lugares, como sucede en los EE UU: el debilitamiento del Estado central. No caer¨¢ esa breva.
A Galicia le ha venido bien la autonom¨ªa. Sin ella estar¨ªamos todav¨ªa m¨¢s atr¨¢s. Le ha venido bien incluso a pesar de la falta de cabeza que se registra en el pa¨ªs para pensar de forma conjunta el sistema de transportes, la estructura econ¨®mica, la din¨¢mica social, el ethos p¨²blico, la atm¨®sfera cultural y ling¨¹¨ªstica. La descapitalizaci¨®n intelectual de los tres partidos es enorme, la falta de articulaci¨®n y cortedad de miras de nuestras elites, legendaria. Tambi¨¦n se podr¨ªan decir un par de cosas sobre los empresarios y las ubres de la administraci¨®n. En el actual Gobierno de la Xunta ?qui¨¦n da la talla? Ni el propio presidente, un pol¨ªtico m¨¢s ambicioso que imaginativo. No es pesimismo. Es la verdad. El d¨ªa en que tengamos un gobierno serio y una sociedad que sepa por qu¨¦ apostar y lo haga con coherencia, las posibilidades ser¨¢n enormes. Mientras, Galicia seguir¨¢ mirando los toros, cada vez m¨¢s l¨¢nguidos, desde la barrera.
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