Mayor Oreja o la cruz
Ganas me entran de creer en la Bruja Mala cuando me reconcomo pensando que I?aki Gabilondo ha desaparecido pr¨¢cticamente de nuestra cotidianidad, mientras no pasa d¨ªa en que no nos tropecemos con ese otro donostiarra que ni nos tranquiliza ni nos informa ni nos hace el m¨¢s m¨ªnimo bien, y que atiende por el nombre de Jaime Mayor Oreja.
Frecuent¨¦ durante un tramo de los ochenta a este hombre con aspecto de rey godo, cuando yo trabajaba en Cambio 16. Me toc¨® seguir una campa?a o dos de su t¨ªo, Marcelino Oreja, de las que don Jaime era el jefe de comunicaci¨®n, y m¨¢s adelante de ¨¦l mismo. Por entonces, tanto Marcelino como su sobrino -los dos procedentes de una tradicionalista familia empresarial- iban de centristas. Y es posible que lo parecieran, dado el percal reinante, todav¨ªa. Ven¨ªan los dos de UCD, pero sobre todo ven¨ªan de s¨ª mismos, de su raigambre y su religiosidad arcaica.
"Ha ido haci¨¦ndose una triste reputaci¨®n al enrocarse en esa ferocidad hispana"
?sta, la de periodista, es una peligrosa profesi¨®n, y durante aquellos d¨ªas tuve que asistir a unas cuantas misas que daban fe de la ¨ªdem religiosa de aquellos parientes. Recuerdo a Jaime Mayor como un tipo cordial, cuya mirada escond¨ªa una dureza que, por aquel tiempo, s¨®lo afloraba cuando se refer¨ªa a la ETA. Ten¨ªa unos ojos astutos. Recuerdo que le llov¨ªa la caspa sobre las hombreras de sus americanas oscuras -la ¨²ltima vez que le vi en persona, hace diez a?os, le segu¨ªa lloviendo; no s¨¦ ahora-, y que ten¨ªa guardaespaldas muy macizos, tema sobre el que yo le bromeaba sin escandalizarle, aparentemente. Tambi¨¦n recuerdo que los reporteros no le ten¨ªamos demasiado en cuenta como pol¨ªtico. Era "el sobrino" del otro Oreja.
Con el tiempo, le he ido viendo hacerse una triste reputaci¨®n propia al enrocarse en esa ferocidad hispana y sangu¨ªnea de los que siempre est¨¢n dispuestos a saltar a la grupa de un caballo para perseguir a una presa. Imagen que no contrasta con la que exhibe en su calidad de parlamentario europeo (de esa derecha europea, tan rancia), vestido de oscuro, con corbatas cl¨¢sicas. Cuando pienso en su cerebro me lo represento como una chaqueta masculina de botonadura cruzada y dos cortes detr¨¢s.
Resulta notable que, de la dictadura, nos haya quedado como remanente de refuerzo -entre otros goces y martirios piadosos- este caballero que se considera?a s¨ª mismo democristiano, pero que no condena el franquismo. Con lo cual, su democracia se convierte en una m¨¢scara, y su cristianismo, en genuino nacionalcatolicismo. Cuando ahora le veo echarse a la calle, siempre por una causa u otra de lo m¨¢s ultra, siempre con la tambi¨¦n casposa derechona, me acuerdo de lo que es el hombre sin atributos y del mono desnudo, y pienso en qui¨¦n ser¨ªa Jaime Mayor Oreja si no tuviera detr¨¢s a toda la carcunda espa?ola que ¨¦l representa hasta f¨ªsicamente. Qu¨ªtenle la cota de mallas, af¨¦itenle la barba, s¨¢quenle el crucifijo: se queda en nada.
Los hombres y las mujeres avanzamos como podemos en el camino de nuestra vida, intentando modificar los surcos que nos fueron trazados para el viaje o acept¨¢ndolos, ya sea cariacontecidos pero incapaces, ya sea con gratitud. Mayor Oreja sigue el sendero del orejismo llev¨¢ndolo a sus pen¨²ltimas consecuencias. Ojal¨¢ no lo lleve a las ¨²ltimas. Porque puede constituir un terrible chasco para ¨¦l que, despu¨¦s de todo, despu¨¦s de tanta religi¨®n y tanta observancia -fue uno de los que no asistieron a la ceremonia civil del segundo matrimonio de ?lvarez-Cascos, pero s¨ª al banquete-, se muera y descubra que Dios existe y que no le gustan los intolerantes.
Tambi¨¦n puede ocurrir que, en el fondo, no tenga fe alguna, y de ah¨ª su seguridad y su perseverancia en -como dec¨ªa Chus Viana, que fue mano derecha de Su¨¢rez en UCD- maquinar maldades, igual que su t¨ªo, despu¨¦s de ir a misa de ocho todos los d¨ªas.
O tal vez todo proceda de las to?as -en palabras de un participante de eskup.elpais.com que me ha facilitado el dato- que le arreaba de peque?o el hijo de su jardinero, mayor que ¨¦l y que con el tiempo se convirti¨® en un capo militar etarra.
Su ¨¦xito: ser nuestra cruz. Lo sabe. Y le gusta.
www.marujatorres.com
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