Ronaldo, el poder del gol
El delantero ilumin¨® el mundo con su eterna sonrisa y respondi¨® con regates y dianas a los rivales y a sus maltrechas rodillas
Su cuerpo dijo basta. No lo ten¨ªa en mente, pero se desmoron¨®. La derrota en la Copa Libertadores con el Corinthians -ante el Deportes Tolima, de Colombia- y una lesi¨®n muscular fueron definitivas. "No quiero enga?ar a nadie, ni a m¨ª mismo, por mi historia", le solloz¨® por tel¨¦fono Ronaldo Lu¨ªs Naz¨¢rio de Lima (R¨ªo de Janeiro, Brasil; 1976) a su agente y amigo, Fabiano Farah, hace unos 10 d¨ªas. El mejor futbolista del mundo (1996, 1997 y 2002), el m¨¢ximo goleador de los Mundiales con 15 tantos, tom¨® la decisi¨®n al d¨ªa siguiente. "Estoy muy cansado. No tengo ganas de luchar m¨¢s. El placer es menor que el sacrificio", le dijo a su otro gran amigo y fisioterapeuta personal, Bruno Mazziotti. "Se acab¨® mi carrera. Perd¨ª por mi cuerpo", anunci¨® con l¨¢grimas. Era el adi¨®s del delantero m¨¢s resolutivo y risue?o, ya con una barriga prominente y las rodillas como punto flaco.
- Le descubri¨® Jairzinho. Ahorr¨® para pagarse el billete de autob¨²s, directo a la escuela del Flamengo, el club de su coraz¨®n y de su ¨ªdolo, Zico. "Vuelve ma?ana", le dijeron al peque?o Ronaldo, con el bolsillo vac¨ªo y sin posibilidad de regresar. Ah¨ª se acab¨® el Flamengo y empez¨® su historia desde las entra?as de Bento Ribeiro, suburbio de R¨ªo.
Hijo de Nelio y Sonia, enamorados en una compa?¨ªa de telefon¨ªa y divorciados por culpa de, entre otras razones, la afici¨®n del padre al alcohol, Ronaldo persisti¨® en su idea de jugar al f¨²tbol. Hasta que le vio en una cancha de f¨²tbol sala Jairzinho, el m¨ªtico extremo del Brasil campe¨®n en M¨¦xico 1970. "No pienso hablar de Ronaldo", esgrime ahora malhumorado; "ha sido muy injusto conmigo porque en su despedida no me cit¨® ni una vez". Resulta que Jairzinho llev¨® al ni?o de dientes sobresalientes al S?o Cristov?o, en el que le pagaban 258 euros a la semana. "He descubierto al mejor jugador del mundo", proclam¨®. Elogios que oyeron Reinaldo Pitta y Alexandre Martins, que compraron sus derechos por el equivalente hoy a 5.550 euros, m¨¢s un apartamento para la familia de Ronie. Tardaron d¨ªas en conseguirle un contrato con el Cruzeiro. A los 17 a?os, Ronaldo se convirti¨® en una estrella, hasta el punto de que destroz¨® un Gol 1000 (coche utilitario comercializado en Sudam¨¦rica) sin carnet y la polic¨ªa hizo la vista gorda. Una estrella que ilumin¨® el mundo, pero no a Carlos Alberto Parreira, que se lo llev¨® al victorioso Mundial de Estados Unidos 1994 sin hacerle jugar ni un minuto.
- Un "ni?o" en Holanda. De la mano de su madre, Ronaldo aterriz¨® en Eindhoven para instalarse en el c¨¦ntrico piso que le hab¨ªa puesto el PSV, todo repleto de aparatos de Philips, a¨²n patrocinador del club. "Era peque?o, pero c¨®modo", recuerda Gica Popescu, compa?ero suyo en Holanda, una especie de padre que le orient¨® en sus primeros pasos por la ciudad. "Pero le cost¨® adaptarse un poco", explica el entonces zaguero Stan Valckx, "porque hablaba muy poco el ingl¨¦s, no entend¨ªa el holand¨¦s y, sobre todo, era un ni?o". Ronaldo, con el tiempo y como buen brasile?o, aclar¨® el motivo principal de su morri?a: "En invierno se alcanzaban los 20 grados bajo cero... ?Y uno no pod¨ªa entrenarse con ese fr¨ªo!".
Obst¨¢culos que no le impidieron desarrollar su propensi¨®n a las bromas. "Le gustaba esconder las cosas de los dem¨¢s, poner apodos, incordiar...", cuenta Valckx. "Era tan alegre que no te pod¨ªas enfadar con ¨¦l", remarca Popescu. Tampoco el fr¨ªo le neg¨® la suerte del remate: 55 goles en 57 encuentros. "Ten¨ªa demasiado talento para notar la presi¨®n. Jugaba y marcaba", conviene Valckx; "fue tal boom que pronto estaba preparado para el siguiente paso". El Barcelona. "Pero el PSV y las autoridades brasile?as [en concreto, el seleccionador, Mario Lobo Zagallo] nos pusieron muchas trabas", desvela Joan Gaspart, entonces vicepresidente azulgrana, que en 1996 viaj¨® a Miami, donde la canarinha preparaba los Juegos Ol¨ªmpicos; "nos prohibieron hablar con el jugador". Hasta que Ronaldo se enter¨® y les invit¨® a su habitaci¨®n, donde le hicieron una revisi¨®n m¨¦dica de mala manera. "Ah¨ª tambi¨¦n se firm¨® el contrato, que ni se ley¨®", aclara Gaspart. "No me hace falta", respondi¨® Ronaldo; "con esta firma cumplo mi sue?o". Dur¨® poco.
- Apuestas con Popescu en el Barcelona. Ronaldo a¨²n era un ni?o en el Barcelona. "Me lo demostr¨® en la final del Trofeo Gamper, ante el Inter, cuando se le revent¨® una vena de un brazo por un fuerte golpe y me cogi¨® de la mano hasta que el m¨¦dico le dio el alta", recuerda Gaspart. Pero tambi¨¦n era un futbolista tremendo. Las apuestas de 60 euros con Popescu en los entrenamientos lo aclaran: "Me los jugaba a que no marcaba un gol. Y mira que le daba de hostias... Pero era imposible pararlo. Era un avi¨®n". Ya era un delantero universal. "El regate que le hizo a Geli [Atl¨¦tico] en la final de la Supercopa espa?ola nos dej¨® claro que era un fuera de serie", interviene Sergi Barju¨¢n. "Pero no era consciente de todo lo que mov¨ªa", recalca Popescu; "si jugaba tan bien era porque no se enteraba, porque disfrutaba". As¨ª lo ve Sergi: "Nos hac¨ªa buenos como la plantilla, un residuo de lo que dej¨® Johan Cruyff, le hac¨ªa bueno a ¨¦l".
Afincado en Castelldefels, inseparable de Iv¨¢n de la Pe?a, descubri¨® la tortilla de patatas gracias a su amigo Rafa Carrasco, director deportivo del equipo ciclista Kelme. Era feliz en Barcelona. Por eso celebr¨® con champ¨¢n y en Oslo, concentrado con Brasil, la renovaci¨®n. A la ma?ana siguiente, era jugador del Inter. Resulta que a Josep Llu¨ªs N¨²?ez se le antojaba muy dif¨ªcil pagar la ficha y las pretensiones de sus agentes -Branchini, Martins y Pita- y acept¨® los 28 millones que puso el club equipo sobre la mesa. "Se me ha aparecido la Virgen", dijo N¨²?ez en lo que se considera el preludio de su final en el Bar?a. Pero hay otras versiones. "Estaba todo cerrado, pero sus representantes nos negaron la firma. Intuyo que cobraron dinero de Moratti", apunta Gaspart. "Ronie se sinti¨® enga?ado porque el Bar?a cambi¨® unos porcentajes de unas retenciones sin haberlo hablado", responde David Espinar, su jefe de prensa seis a?os.
- La terrible final de 1998. Ronaldo ya estaba en el Inter y ten¨ªa el mundo rendido a sus pies. Incluso la final del Mundial de Francia 1998 parec¨ªa predestinada para laurear al mejor. Pero la tarde de antes del partido fue un calvario con lagunas por explicar. "Nunca hemos hablado de eso ni de religi¨®n", resuelve Espinar.
A la hora de la siesta, Ronie empez¨® a sufrir espasmos en su habitaci¨®n del hotel Ch?teau de Grande Romaine. "C¨¦sar Sampaio y yo le desenrollamos la lengua de la boca. Su cuerpo estaba d¨¢ndose golpes...", expuso m¨¢s tarde su compa?ero Edmundo. Algunos dijeron que era por la sobrecarga de partidos, quiz¨¢ por las exigencias medi¨¢ticas o incluso por desamores. Otros insinuaron que su cuerpo rechaz¨® una nueva infiltraci¨®n de xilocaina con corticoides, que serv¨ªa para aliviar sus dolores en la rodilla derecha. "Fuera lo que fuese, estaba excluido del equipo titular 45 minutos antes de la final, contra Francia. En las alineaciones que reparti¨® la FIFA jugaba Edmundo", se?ala Espinar. Pero, en una salita del vestuario, Zagallo habl¨® con Ronaldo y... jug¨®. Perdi¨®. Una mancha que limpi¨® en Jap¨®n y Corea del Sur 2002.
- El cielo y el infierno interista. Viejo deseo de Moratti -guardaba en el caj¨®n de su escritorio un cromo firmado de Ronaldo con la camiseta del PSV que le regal¨® el jugador-, el ariete revent¨® las redes en Italia. Luigi Simoni sac¨® lo mejor de ¨¦l. "Era f¨¢cil: era el mejor delantero de la historia", rememora el t¨¦cnico. Su fama era ya imparable. En no pocos partidos los jugadores del Inter le aplaudieron en el vestuario y gritaron: "?El Fen¨®meno es nuestro!".
Ronaldo ya no era ajeno a todo lo que arrastraba. "Fuera del campo, era un prisionero de su popularidad. Pero en la ciudad deportiva se sent¨ªa libre", advierte Simoni. Ah¨ª abundaban sus bromas. "Era muy inmaduro", dice, divertido, el portero Gianluca Pagliuca; "cuando le echabas la bronca, te dec¨ªa: 'S¨ª, s¨ª, s¨ª'. Y luego hac¨ªa lo que le daba la gana". Entre otras razones, porque era el ojito derecho de Simoni. "Aqu¨ª reparto justicia para todos menos para uno", dijo un d¨ªa a sus jugadores, que se giraron con una sonrisa p¨ªcara hacia Ronaldo. Fue un a?o redondo. Aunque el drama arranc¨® al curso siguiente. El 21 de noviembre de 1999 se rompi¨® el tend¨®n rotuliano de la rodilla derecha. Y a los seis minutos de su regreso, el 12 de abril de 2000, ante el Lazio y en el Ol¨ªmpico, tuvo la misma lesi¨®n. Desde el ¨¢rea t¨¦cnica, Marcello Lippi se ech¨® las manos a la cabeza. "Fue un momento dram¨¢tico", recuerda el exseleccionador de Italia, que le envi¨® una carta al hospital -"no dir¨¦ lo que pon¨ªa; se queda entre nosotros"-, "pero siempre me quedar¨¦ con el campe¨®n que es. Uno de los m¨¢s grandes". As¨ª lo demostr¨® en el Mundial de 2002, cuando sus dos goles a Kahn en la final, contra Alemania, le reservaron un lugar en la historia y otro en el Madrid.
- Goles y bromas en el Madrid. El d¨ªa antes de firmar por el Madrid, Ronie llam¨® a Gaspart, ya presidente azulgrana. "?Me quieres en tu equipo?", le pregunt¨®. "Yo s¨ª, pero Van Gaal dice que no te necesita", le respondi¨®. Y se fue al Madrid por 45 millones y con el sobrenombre de El Gordo. "Lo importante no es el peso, sino el porcentaje de grasa", aleg¨® el punta. Sus goles, en cualquier caso, tuvieron el poder de adelgazarle a los ojos de la cr¨ªtica.
"El mejor definidor que he visto", le elogia Fernando Hierro; "seguramente, por la confianza que ten¨ªa en s¨ª mismo". As¨ª lo explica Javier Portillo: "Siempre me dec¨ªa: 'Cuando encares al portero, no hace falta que le pegues fuerte. Con darle suave, Javi, a un lado, no llega". Y Baptista, con el que siempre compart¨ªa mantel, junto a Roberto Carlos, en el restaurante De Mar¨ªa tras los encuentros, a?ade: "Todav¨ªa era un fuera de serie". Y bromista, claro. "Un cachondo. Solo con pensar en ¨¦l me r¨ªo", admite Hierro. "Cog¨ªa a uno y le molestaba hasta que se empezaba a cabrear", cuenta Baptista. Pero lo bueno se acaba. "La destituci¨®n de su amigo Luxemburgo le hizo da?o y una lesi¨®n contra el Atl¨¦tico tambi¨¦n", analiza Espinar. Capello remat¨® a Ronaldo. Quer¨ªa que estuviera bien para darle la titularidad y el brasile?o entend¨ªa que con la titularidad se pondr¨ªa bien. Se fue al Milan.
- El ¨²ltimo chasquido. Capricho de Berlusconi, el Milan abraz¨® a Ronaldo. "No era el del Inter o el del Bar?a. Lleg¨® con problemas f¨ªsicos", cuenta Mauro Tassotti, "pero, aun as¨ª, era extraordinario y marc¨® muchos goles". A Ronie le costaba aguantar el ritmo f¨ªsico de la Serie A.
"Si no hab¨ªa bal¨®n, hab¨ªa poco Ronaldo", indica Tassotti. As¨ª, el delantero retaba al preparador f¨ªsico con el consentimiento del grupo. "?Si hago esta distancia en 10 minutos, me libro del resto?", le dec¨ªa a Daniele Tognaccini, a¨²n en el equipo. "S¨ª", le respond¨ªa. Ronaldo volvi¨® a ser feliz, por m¨¢s que se le detectara hipotiroidismo, un problema que le hac¨ªa ganar kilos. "Para mantener el peso tendr¨ªa que haberse inyectado tiroxina, algo que le habr¨ªa dado positivo en un control antidopaje", argumenta Tognaccini, "por lo que trabaj¨¢bamos el doble, sobre todo en la arena". Hasta que un nuevo chasquido en la otra rodilla, la izquierda, le destruy¨®. "Pensamos que era su final", dice Tassotti. Pero Ronie ten¨ªa otra cosa en mente. "?Puedo volver?", le dijo tras la operaci¨®n a Mazziotti. "S¨ª", le anim¨® el fisio. Y arranc¨® una recuperaci¨®n enmarcada en un pasaje b¨ªblico. "El padre no da lo que no se puede soportar. Le pedimos hombros m¨¢s fuertes y no una cruz m¨¢s flaca", dice Mazziotti. Ronaldo dej¨® el Milan, se entren¨® con el Flamengo y se fue al Corinthians.
- Punto final. El inicio con el Corinthians fue abrumador: ocho goles en 10 partidos. Los ¨¦xitos de ganar el Campeonato Paulista y la Copa redondearon un curr¨ªculo envidiable. Pero no le eximieron de sus eternos dolores. "Sufri¨® mucho. Siempre iba con el hielo a cuestas. Al final, el dolor de las rodillas se le pas¨® a todo el cuerpo", explica El¨ªas, ex compa?ero en el equipo brasile?o y ahora en el Atl¨¦tico. "Siempre nos dijo que quer¨ªa acabar esta temporada", a?ade. Pero no pudo ser. Miles de mensajes le despidieron. Como el de Baptista: "Es un honor haber jugado contigo. Muchas gracias por todo".
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