Cercas responde a la Defensora del Lector
Agradezco a la Defensora del Lector que me defienda en su columna de ayer, aunque su desconcertante defensa me obligue a esta aclaraci¨®n.
Jam¨¢s se me ha ocurrido decir que es leg¨ªtimo el uso de la ficci¨®n o la mentira en la pr¨¢ctica del periodismo, como parece inferirse de su art¨ªculo; eso es un disparate. Lo que yo sostengo es que en determinadas secciones del peri¨®dico, como las columnas de opini¨®n, es l¨ªcito el uso del humor, de la iron¨ªa, de la autoiron¨ªa, es decir, de determinados elementos que pueden apartar al lector de la estricta verdad de los hechos, de la tiran¨ªa de lo literal, siempre y cuando nadie se llame a enga?o respecto a la veracidad de lo que all¨ª se cuenta. Pero resulta que la Defensora tambi¨¦n defiende algo semejante cuando asegura que la "ficci¨®n narrativa" es aceptable en las "columnas literarias". Admitamos que la apostilla de Rico en su art¨ªculo contra el tabaco -afirmando que no es fumador cuando es p¨²blico y notorio que es un hombre a un cigarrillo pegado- est¨¢ en el l¨ªmite de lo tolerable, y que es comprensible que alg¨²n lector se molestase por ella; pero me gustar¨ªa saber qu¨¦ relaci¨®n guarda una broma inofensiva, que obviamente no ata?e siquiera a la validez de los argumentos de quien la gasta (puesto que la validez de un argumento es independiente de quien lo esgrime: dos m¨¢s dos son cuatro independientemente de que quien lo afirme sea matem¨¢tico o torero), con la injuria que motiva la intervenci¨®n de la Defensora.
Por otra parte, tambi¨¦n sostengo que el periodismo, como la historia o la ciencia, no es una mera acumulaci¨®n de datos sino una interpretaci¨®n de los datos, y que toda interpretaci¨®n conlleva el uso de la imaginaci¨®n. Por supuesto, imaginaci¨®n no significa aqu¨ª invenci¨®n: significa capacidad de relacionar hechos dispares. Cuando Raymond Carr afirma que la historia es "un ensayo de comprensi¨®n imaginativa del pasado" no est¨¢ diciendo que el historiador deba inventar hechos: est¨¢ diciendo que debe interpretarlos, relacion¨¢ndolos entre s¨ª, para ofrecer una visi¨®n veraz del pasado. Es evidente que los periodistas hacen lo mismo: los peri¨®dicos ofrecen o deber¨ªan ofrecer datos veraces sobre el presente, pero su interpretaci¨®n de esos datos diverge. Esa interpretaci¨®n plural nada tiene que ver ni con la ficci¨®n ni con la mentira; mejor dicho, es -o deber¨ªa ser-, lo contrario de ambas: un instrumento indispensable para alcanzar la verdad. Como en la historia o en la ciencia.
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