Una patada hacia delante
?Qu¨¦ ha pasado aqu¨ª? La primera pulsi¨®n de las cajas ante los borradores del decreto-ley "para el reforzamiento del sistema financiero", de 18 de febrero, fue protegerse del poder m¨¢s pr¨®ximo (ya c¨®mplice, ya asfixiante), el de las comunidades aut¨®nomas.
Si se las obligaba a convertirse en fundaciones con bancos colgando de ellas, como en Italia, corr¨ªan el peligro, pel¨ªn abstracto, de difuminar su identidad. Pero tambi¨¦n un riesgo cierto: la doble vigilancia a la que est¨¢n sometidas, del Banco de Espa?a y de su respectiva comunidad, quedar¨ªa sometida a tutela ¨²nica, la m¨¢s pol¨ªtica, la de los Gobiernos aut¨®nomos, pues las fundaciones dependen solo de estos. Ganaron con fluidez ese pulso.
La reforma de las cajas no resuelve la exclusi¨®n social ni asegura los necesarios "n¨²cleos duros"
Y luego vino el p¨¦ndulo inverso. En las flexibilizaciones al proyecto figuraron algunas pedidas por las entidades: calificar como capital principal ciertas obligaciones convertibles, o ampliar plazos para allegar capital privado saliendo a Bolsa.
Pero sobre todo se arbitr¨® un amplio periodo, de hasta dos a?os, para la eventual recompra de las acciones en manos del fondo de rescate (FROB), bien por los poderes territoriales, bien por inversores privados amicales (T¨ªtulo II, Cap¨ªtulo II, Art¨ªculo 8).
"El decreto-ley es una patada hacia delante en el calendario", concluye un gran cajero: "si el Gobierno entraba como accionista a trav¨¦s del FROB, las comunidades se ve¨ªan expulsadas de las cajas; si llegaba el capital privado sin condiciones, tem¨ªan que se las quedase por cuatro duros". Es decir, da ¨¢rnica y plazo a las autonom¨ªas, ya despojadas de su poder de autorizar / vetar fusiones en caso de crisis por el decreto creador del FROB de 27 de junio de 2.009, recurrido al Constitucional por cuatro Gobiernos aut¨®nomos.
Digamos que este pulso ha saldado la tensi¨®n Banco de Espa?a / comunidades en favor de aquel, aunque ya no por goleada abrumadora. El Gobierno actu¨® de ¨¢rbitro, entre el regulador, y catalanes y vascos, m¨¢s cercanos a las cajas.
Al final de todas estas aventuras, el resultado desde el punto de vista de la eficiencia del sistema parece que ser¨¢ poco discutible, salvo quiz¨¢ por las s¨²bitas crueldades del m¨¦todo: el mayor tama?o, la mejor solvencia y una arquitectura m¨¢s transparente y profesional (donde no la hab¨ªa, que hab¨ªa de todo) deber¨ªan ahuyentar las amenazas al sistema financiero y las asechanzas de los mercados a la deuda soberana espa?ola.
Desde la ¨®ptica de la equidad, tantos decretos a¨²n no satisfacen una necesidad clave: c¨®mo evitar que la bancarizaci¨®n aboque a la exclusi¨®n financiera de millones de familias. No es cuesti¨®n de nostalgias ni de caridades. Eficiencia y equidad son el alfa / omega de toda pol¨ªtica econ¨®mica perdurable.
Y a¨²n queda otra inc¨®gnita que ni el Gobierno ni el Banco de Espa?a ni el conjunto de las entidades resuelven. ?Qui¨¦n sustituir¨¢ el rol de ancla en las empresas industriales y de servicios que las cajas desempe?an? ?Qui¨¦n har¨¢ de n¨²cleo duro, estable, en un capitalismo de matriz m¨¢s renana (banca / empresa) que anglosajona (Bolsa / empresa)? Porque entre las 1.400 compa?¨ªas en las que participan las cajas, las hay de toda laya: basura y joyas, cotizadas y no, maduras y start ups. Habr¨¢ que racionalizar y discriminar, s¨ª. Pero ?tambi¨¦n abandonarlo todo a su suerte?
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