Me cas¨¦ con un extra?o

Fernando Bernu¨¦s ha puesto en escena con ¨¦xito enorme adaptaciones de textos narrativos tan diversos como El florido pensil o El porqu¨¦ de las cosas. Llevar a las tablas La mujer justa es un reto todav¨ªa mayor, por el elegante estatismo de la novela de S¨¢ndor M¨¢rai, cuyos protagonistas, dos mujeres y el hombre que las despos¨®, evocan sus respectivos fracasos amorosos, reflexionan sobre la improbabilidad de una relaci¨®n sentimental plena, analizan la codicia hereditaria de la alta burgues¨ªa y especulan sobre el fin de la cultura, durante tres extensos mon¨®logos llenos de observaciones agudas y brillantes.

Eduardo Mendoza, autor de la adaptaci¨®n, mantiene escrupulosamente la estructura del original, conserva su esencia narrativa y centra el foco en el fracaso afectivo de sus protagonistas, interpretados con eficaz econom¨ªa expresiva por Rosa Novell, Camilo Rodr¨ªguez y Ana Otero. La puesta en escena de Bernu¨¦s, dibujada sobre tres espejos enormes que reflejan paisajes an¨ªmicos sutiles, respira elegancia y un buen gusto que no basta para tapar los huecos abiertos al reducir a dos horas de representaci¨®n escasas un original de m¨¢s de 400 p¨¢ginas. En la funci¨®n echamos de menos, sobre todo, la expresi¨®n cabal de los motivos de Judit, criada a la vez fascinada y repelida por el universo de sus se?ores, y su agudo punto de vista sobre la vida que llevan: su personaje, poderoso contrapunto literario y vital del resto, queda aqu¨ª un tanto empeque?ecido.

El espect¨¢culo deja una sensaci¨®n de puzzle incompleto, que puede servir de acicate para acercarse de nuevo a la obra de M¨¢rai.