La trama civil del 23-F
Tras cumplirse el 30? aniversario de la intentona golpista del 23-F, conviene recordar que aquel episodio se sald¨® con generosidad penal para los centenares de militares implicados -Antonio Tejero cumpli¨® el m¨¢ximo castigo, 15 a?os de privaci¨®n de libertad, mientras la inmensa mayor¨ªa de guardias civiles a sus ¨®rdenes no pisaron la c¨¢rcel- y con total impunidad para la trama civil, a excepci¨®n del ultraderechista Juan Garc¨ªa Carr¨¦s, condenado a dos a?os de prisi¨®n.
Las iniciales investigaciones sobre los golpistas civiles, c¨®mplices o instigadores del 23-F, quedaron en nada, porque el Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo se dio por conforme con sentar en el banquillo a las cabezas visibles de la asonada. Pero una circunstancia jur¨ªdica estuvo a punto de que aquella investigaci¨®n se revitalizara unos a?os despu¨¦s.
El Gobierno de Calvo-Sotelo no quiso investigar las tramas ultraderechistas del golpe militar
Los siete periodistas autores del primer libro sobre el 23-F, publicado en marzo de 1981 por la editorial Punto Cr¨ªtico, Todos al suelo: la conspiraci¨®n y el golpe (Ricardo Cid Ca?averal, Jos¨¦ ?ngel Esteban, Rosa L¨®pez, Juan van den Eynde, Fernando J¨¢uregui, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez y yo mismo) nos hicimos eco de aquella investigaci¨®n incipiente y ello dio pie a cinco de los civiles aludidos en el libro a interponer una querella criminal contra sus autores, que fue admitida y tramitada por la justicia.
En el libro se identificaba a 12 militares y civiles, predecesores de los modernos "cornetas del Apocalipsis" que, bajo el seud¨®nimo Almendros, publicaron, en las semanas anteriores al 23-F, tres art¨ªculos en el diario ultraderechista El Alc¨¢zar, favorables a un "golpe de tim¨®n", mediante un "Gobierno de regeneraci¨®n nacional", al margen de la Constituci¨®n, que "tal y como est¨¢", dec¨ªan, "no funciona" y "hace ingobernable la naci¨®n", por lo que prescind¨ªan de "Congreso, partidos, Gobierno" y apelaban "a las restantes instituciones del Estado", en concreto, "al Rey y las Fuerzas Armadas".
Los cinco civiles que se querellaron por injurias y calumnias fueron los ministros de Franco Federico Silva Mu?oz y Gonzalo Fern¨¢ndez de la Mora; los tambi¨¦n pol¨ªticos del anterior r¨¦gimen Jes¨²s Fueyo y Luis J¨¢udenes, y el columnista de El Alc¨¢zar ?ngel Palomino.
Ped¨ªan para los siete periodistas penas de c¨¢rcel y que indemniz¨¢ramos a cada querellante con medio mill¨®n de pesetas. Curiosamente, el ministerio fiscal no persigui¨® ni investig¨® al colectivo Almendros, pero acus¨® tambi¨¦n a los periodistas de injurias y calumnias.
La inc¨®moda situaci¨®n de querellados nos permit¨ªa, en cambio, ejercer en el juicio la exceptio veritatis (demostrar que era verdad lo publicado), que reabrir¨ªa la investigaci¨®n sobre la trama civil. Ten¨ªamos una bater¨ªa de pruebas e investigaciones preparadas.
Entonces recibimos la propuesta de los querellantes de retirar la querella si nos retract¨¢bamos. Nos negamos en redondo. Y durante m¨¢s de 10 a?os se produjeron sucesivas suspensiones del juicio, hasta que, en noviembre de 1992, el tribunal presidido por la magistrada Mar¨ªa Luisa Aparicio nos comunic¨® que hab¨ªa dado carpetazo al caso. Se archivaba, dado que los querellantes, que en 1981 promovieron la causa, hab¨ªan producido "su paralizaci¨®n por un tiempo superior al plazo legalmente establecido".
No menor fue la sorpresa de los antiguos querellados supervivientes cuando, en el ensayo, tan justamente celebrado, de Javier Cercas (Anatom¨ªa de un instante, Mondadori, Barcelona, 2009), el autor, para quien la trama civil del 23-F era, en realidad, "la placenta del golpe", se atreve a asegurar (p¨¢gina 455): "... la supuesta trama civil fue denunciada apresuradamente en Todos al suelo: la conspiraci¨®n y el golpe (...), por Ricardo Cid Ca?averal y otros periodistas, lo que hizo que los acusados presentaran una querella contra ellos; m¨¢s tarde, algunos de esos periodistas se han retractado de sus acusaciones".
Lo m¨¢s pintoresco de esta afirmaci¨®n es que se fundamenta en las p¨¢ginas 225-228 del libro 23-F: la conspiraci¨®n de los necios (ediciones Foca, Madrid, 2001), entre cuyos tres autores figura J¨¢uregui, uno de los siete querellados.
En las p¨¢ginas que Cercas invoca no aparece la retractaci¨®n de nadie. Por el contrario, se afirma que la causa prescribi¨® porque "ning¨²n juez se atrevi¨® a celebrar la vista oral" y se hace una revelaci¨®n sensacional. Se narra que pocos d¨ªas despu¨¦s del 23-F, J¨¢uregui acudi¨® al despacho del general Manuel Guti¨¦rrez Mellado para contrastar con ¨¦l la lista que ¨ªbamos a publicar sobre la trama civil del golpe. "Hasta donde yo s¨¦, esa lista podr¨ªa ser buena", contest¨® el general, uno de los tres h¨¦roes del libro de Cercas -con Su¨¢rez y Carrillo-, magn¨ªficamente retratados en su obra. J¨¢uregui cuenta c¨®mo una hora despu¨¦s se reun¨ªa con sus compa?eros en la habitaci¨®n 211 del hotel Victoria, donde se fraguaba Todos al suelo, y dijo: "Podemos publicar". Y as¨ª se hizo.
Este detalle del libro de Cercas (junto a otros, como considerar a Guti¨¦rrez Mellado diputado [p¨¢ginas 8, 34 y 127], o afirmar que las c¨¢maras de televisi¨®n "se desconectaron de forma casual" [p¨¢gina 19*> sugiere que tal vez habr¨ªa sido preferible que el estupendo escritor hubiera seguido su inicial instinto literario de construir una novela.
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