Presos del miedo
Al pasar las primeras p¨¢ginas de La edad del silencio, el juego simb¨®lico propuesto por OPS puede hacer pensar autom¨¢ticamente en el on¨ªrico surrealismo de Dal¨ª, Magritte o De Chirico o en el m¨¢s ¨¢crata del movimiento P¨¢nico. Es un pensamiento l¨®gico, la confluencia de estilos gr¨¢ficos que manejaba esa encarnaci¨®n primigenia de Andr¨¦s R¨¢bago a finales de los sesenta puede llevar f¨¢cilmente a esa conclusi¨®n, pero no deja de ser una mera apariencia. A poco que el lector profundice en las im¨¢genes, los simbolismos van dejando paso a un duro y radical mensaje, fuertemente anclado en la realidad del momento. No son una evasi¨®n de la realidad para refugiarse en el mundo de los sue?os o de las pesadillas, sino una met¨¢fora consciente y racionalizada del entorno hist¨®rico y temporal que viv¨ªa el autor.
La edad del silencio
OPS
Pr¨®logo y edici¨®n de
Felipe Hern¨¢ndez Cava
Mondadori. Barcelona, 2011
285 p¨¢ginas. 28,90 euros
Publicados originalmente en revistas como Triunfo, Hermano Lobo o Cuadernos para el Di¨¢logo, los dibujos de OPS deben ser entendidos como el disparador de un exorcismo ¨ªntimo del inconsciente colectivo, un cat¨¢logo de miedos quiz¨¢s m¨¢s pr¨®ximo a El Bosco, con clara funci¨®n catalizadora de las emociones contenidas de una sociedad que ansiaba la ruptura total con el r¨¦gimen franquista. Sirva como ejemplo esa referencia continua al ser humano preso en su propia circunstancia que es, a la vez, censor de su propia existencia, en alegor¨ªa obligada de ese espa?ol todav¨ªa preso del miedo a rebelarse contra el yugo de una dictadura asumida. Apartado el velo de esa apariencia formal, el resultado es sorprendente: un retrato asombrosamente fidedigno y revelador de la sociedad espa?ola y su evoluci¨®n, creado no desde su superficie, sino desde las propias v¨ªsceras, emociones y sentimientos, y de las personas que la conforman.
Pero, quiz¨¢s, lo m¨¢s sorprendente de la obra de OPS es que, casi cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de su creaci¨®n, sus im¨¢genes sin palabras no han perdido ni un ¨¢pice de su potente eficacia perturbadora. Se quedan enquistadas en alg¨²n lugar rec¨®ndito del cerebro, calladas pero incitando continua e insidiosamente a la reflexi¨®n. Y permiten, a su vez, entender a la perfecci¨®n el tr¨¢nsito particular que dio lugar a esa nueva encarnaci¨®n de R¨¢bago llamada El Roto, que se alza desde las cenizas de OPS como provocador francotirador de la realidad cotidiana y diaria.
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