Aznar, ese buen amigo
El expresidente del Gobierno frecuent¨® al dictador libio tras salir de La Moncloa. Le elogi¨® por hacer "el camino contrario al de Cuba", y su espaldarazo se extendi¨® al tunecino Ben Ali
Los jefes de Estado y de Gobierno europeos visitan oficialmente a los aut¨®cratas del Tercer Mundo y, a veces, justifican bajo cuerda esos viajes alegando que defienden los intereses del Estado, que abren mercados a las empresas de su pa¨ªs y crean as¨ª empleo. Rara vez, sin embargo, esos l¨ªderes occidentales mantienen relaciones personales con los s¨¢trapas cuando dejan el poder.
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, el expresidente del Gobierno, s¨ª continu¨® frecuentando al l¨ªder libio Muamar el Gadafi tras dejar el Gobierno en 2004. Un a?o antes, cuando era a¨²n jefe del Ejecutivo, ya mostr¨® grandes deseos de estrechar lazos con ¨¦l. Fue el primer l¨ªder occidental en viajar a Libia tras el levantamiento de las sanciones de la ONU (despu¨¦s de que Gadafi abdicara del terrorismo y entregara a dos sospechosos del atentado de Lockerbie, que caus¨® 270 muertos en 1988). La ONU tom¨® su decisi¨®n el 12 de septiembre; cinco d¨ªas despu¨¦s, Aznar comenzaba la ronda de visitas de mandatarios occidentales al coronel.
El viaje de Zapatero a Tr¨ªpoli en junio le brind¨® a Alejandro Agag la posibilidad de iniciar su andadura en Libia
"Libia est¨¢ haciendo el camino exactamente contrario al de Cuba", resalt¨® entonces Aznar ante la prensa, dando a entender que Gadafi practicaba la apertura mientras que el cubano Fidel Castro se enrocaba. ?l se hab¨ªa desplazado a Tr¨ªpoli acompa?ado de 28 grandes empresarios, algunos de los cuales cerraron contratos m¨¢s tarde.
Cinco a?os m¨¢s tarde, cuando ya llevaba cuatro fuera del poder, Aznar regres¨® a Libia. Gadafi "le ofreci¨® un banquete" en Sirta, al este de Tr¨ªpoli, seg¨²n la versi¨®n de la agencia de prensa oficial libia Jana. Era febrero de 2008. En diciembre de ese mismo a?o ambos volvieron a tener una cita gastron¨®mica, esta vez a las afueras de Sevilla, a la que se incorpor¨® Ana Botella, concejal del Ayuntamiento de Madrid y esposa de Aznar. El dirigente libio inici¨® su ¨²ltimo viaje a Espa?a con una cena privada con el matrimonio Aznar, al que invit¨® a degustar tres corderos preparados por su cocinero.
Horas antes de viajar a Sirta en 2008, un desplazamiento que Aznar intent¨® mantener en secreto, pero al que los libios dieron publicidad, el expresidente suscribi¨® un comunicado con el exjefe de Estado checo, V¨¢clav Havel, sobre Cuba. Ra¨²l Castro acababa de sustituir a su hermano Fidel al frente del pa¨ªs y ambos exmandatarios afirmaron al un¨ªsono que aquello significaba "la prolongaci¨®n de la tiran¨ªa".
Expresando su repulsa al relevo en Cuba, pero acudiendo a estrechar la mano de Gadafi, Aznar reformulaba con gestos su vieja idea de 2003: "Libia est¨¢ haciendo el camino exactamente contrario al de Cuba". En aquel momento, sin embargo, el n¨²mero de presos de conciencia en Libia casi duplicaba al de Cuba. La Asociaci¨®n Iberoamericana por la Libertad contabilizaba 234 en las c¨¢rceles cubanas, mientras que en las de Libia eran 450, seg¨²n el Comit¨¦ de Solidaridad con los Presos Libios de Conciencia.
Aznar no se par¨® en barras y dio tambi¨¦n un espaldarazo al presidente tunecino, Zine el Abidine Ben Ali, que le recibi¨® en audiencia en noviembre de 2008. Le hab¨ªa invitado a T¨²nez para asistir a un seminario organizado por el partido hegem¨®nico de ese pa¨ªs, el Reagrupamiento Constitucional Democr¨¢tico, con motivo del 21? aniversario del llamado "golpe de Estado m¨¦dico" que sirvi¨® a Ben Ali para auparse al poder.
En su discurso, el expresidente espa?ol alab¨® la "apertura y progreso" de T¨²nez bajo Ben Ali. M¨¢s tarde, ante la prensa local, recalc¨® "el desarrollo, la seguridad y la estabilidad" que proporcionaba Ben Ali a su pa¨ªs. Desde T¨²nez, Aznar vol¨® a Argel para entrevistarse con el presidente Abdelaziz Buteflika. El ¨²nico pa¨ªs norteafricano al que Aznar no ha regresado desde que dej¨® el poder es, por razones obvias, Marruecos.
Alejandro Agag, yerno del expresidente, es, en parte, de origen argelino -su padre fue gobernador del Banco de Argelia-, pero sus negocios en el mundo ¨¢rabe comenzaron por el golfo P¨¦rsico, con Qatar. El viaje de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero a Tr¨ªpoli, en junio pasado, abri¨® nuevas oportunidades de negocios y le brind¨® a Agag la posibilidad de iniciar su andadura en Libia.
Al mes siguiente de esa visita puso en marcha en Libia un inmenso coto de caza repleto de perdices importadas de Espa?a. Para alojar a los cazadores se erigir¨ªa un hotel de lujo con su correspondiente spa. La inversi¨®n ascend¨ªa a 50 millones de euros y contaba con poderosos socios libios. La parte espa?ola de la operaci¨®n se ocup¨® de la parcela cineg¨¦tica y la parte libia del desarrollo tur¨ªstico.
Zapatero esper¨® para viajar a Tr¨ªpoli a que quien era entonces su ministro de Exteriores, Miguel ?ngel Moratinos, concluyese, en la primavera de 2010, la labor de buenos oficios en la llamada crisis de los visados entre Libia y la Uni¨®n Europea. [El r¨¦gimen de Gadafi amag¨® con la prohibici¨®n de entrada en su territorio a ciudadanos de los 29 pa¨ªses europeos miembros del Acuerdo de Schengen despu¨¦s de que Suiza, que forma parte de ese acuerdo, vetara la entrada en su territorio de la familia Gadafi y otros altos cargos cargos libios. El incidente comenz¨® cuando An¨ªbal, uno de los hijos de Gadafi, y su esposa, embarazada, fueron detenidos en un lujoso hotel de Ginebra a ra¨ªz de una denuncia por malos tratos presentada por dos de sus sirvientes. El presidente de Suiza hubo de pedir perd¨®n para facilitar el fin del conflicto de los visados].
Gadafi recibi¨® a Zapatero en una jaima (tienda n¨®mada) en el desierto, pero la suya ten¨ªa aire acondicionado. Al rey Juan Carlos le hizo pasar ciertos apuros al acogerle, en enero de 2009, en las puertas de su residencia de Bab el Aziziya, bombardeada por EE UU en 1986 y nunca reconstruida para dejar constancia de la "barbarie" del entonces presidente norteamericano, Ronald Reagan. Ese fue el lugar elegido por Gadafi para pronunciar, el martes pasado, un largo discurso salpicado de amenazas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.