Rouco busca un cuarto mandato a punto de cumplir 75 a?os
La Conferencia Episcopal vota esta semana si renueva el liderazgo del cardenal
A punto de cumplir 75 a?os, el cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco aspira a superar al legendario cardenal Vicente Enrique y Taranc¨®n en a?os de liderazgo sobre la jerarqu¨ªa del catolicismo espa?ol. Se sabr¨¢ este martes, en las primeras votaciones de los obispos reunidos toda la semana en asamblea para renovar sus ¨®rganos de gobierno. Rouco presidi¨® la Conferencia Episcopal entre 1999 y 2005, y volvi¨® al cargo en 2008 despu¨¦s de perderlo tres a?os antes frente al obispo de Bilbao, Ricardo Bl¨¢zquez.
Si sale reelegido pasado ma?ana, el poderoso cardenal arzobispo de Madrid abordar¨¢ un cuarto trienio, que terminar¨¢ bien entrado en la jubilaci¨®n. Taranc¨®n tambi¨¦n fue presidente de la Conferencia Episcopal en cuatro trienios (entre el 30 de mayo de 1971 al 23 de febrero de 1981), pero al primero accedi¨®, apenas cumplidos los 64 a?os, por fallecimiento del titular, el arzobispo de Madrid, Casimiro Morcillo, del que era vicepresidente desde 1969.
Si es reelegido el martes, superar¨¢ los a?os de liderazgo del m¨ªtico Taranc¨®n
En Espa?a hay 75 obispos en activo, de los que solo dos son cardenales
Rouco arrebat¨® la presidencia al obispo Bl¨¢zquez hace tres a?os por solo dos votos de diferencia (39 frente a 37). Un d¨ªa m¨¢s tarde, Bl¨¢zquez fue elegido vicepresidente por inmensa mayor¨ªa. Esta semana, la relaci¨®n de fuerzas parece quebrada en beneficio del sector m¨¢s conservador del episcopado. Esa es la impresi¨®n de los expertos, subrayada por los ¨²ltimos nombramientos de obispos en m¨¢s de una docena de di¨®cesis. Rouco ha intervenido en todos como miembro de la Pontificia Congregaci¨®n para los Obispos en la Curia romana.
Siempre caben sorpresas en un proceso electoral, incluso entre los obispos, pero las circunstancias parecen favorecer al cardenal de Madrid. Este acaba de ser recibido por el Papa en Roma, en un gesto interpretado como apoyo a su reelecci¨®n, y se prepara, adem¨¢s, para acoger en Madrid a Benedicto XVI el pr¨®ximo agosto con motivo de la multitudinaria Jornada Mundial de la Juventud, entre los d¨ªas 16 y 21.
El Papa estar¨¢ en la capital de Espa?a cuatro de esos d¨ªas -del 18 al 21- y podr¨¢ felicitar a Rouco por su 75 cumplea?os, un d¨ªa antes de regresar a Roma. Nacido en Villalba (Lugo) el 20 de agosto de 1936, Rouco est¨¢ obligado a renunciar como arzobispo de Madrid ante el Papa al cumplir los 75 a?os. Lo manda el C¨®digo de Derecho Can¨®nico, ley marco del Estado de la Santa Sede.
Si es reelegido este martes, Rouco se convertir¨¢ en el primer presidente votado para cuatro trienios. Para ello no necesita esta vez una mayor¨ªa cualificada, como consecuencia de la reforma de los estatutos de la conferencia, aprobada en diciembre de 2008. Ahora, el cargo de presidente solo puede renovarse para un segundo trienio sucesivo, pero no exige mayor¨ªa especial en las votaciones. Los antiguos estatutos establec¨ªan que un presidente pod¨ªa ser reelegido para un tercer trienio consecutivo siempre que obtuviese dos tercios de los votos emitidos. Taranc¨®n super¨® ese list¨®n en 1978, con Jos¨¦ Mar¨ªa Cirarda, arzobispo de Pamplona, en la vicepresidencia, y Rouco hubo de ceder el paso a Bl¨¢zquez en 2005 despu¨¦s de fracasar ante tan exigente votaci¨®n.
Esta vez, al poderoso cardenal de Madrid le basta con sacar un voto m¨¢s que su oponente. No parece dif¨ªcil, salvo que los obispos den importancia a la edad. No es posible que presida a los obispos un prelado jubilado; lo proh¨ªben los estatutos de la organizaci¨®n. Pero no se descarta que Benedicto XVI retrase la aceptaci¨®n de la reglamentaria renuncia de Rouco hasta que complete su cuarto trienio en el cargo.
La asamblea episcopal se inicia ma?ana, cerca del mediod¨ªa, con un solemne discurso del presidente cesante. Tienen derecho a voto 75 obispos: dos cardenales, 14 arzobispos, 48 diocesanos, el vicario general castrense, nueve prelados auxiliares y el obispo em¨¦rito de Sig¨¹enza-Guadalajara, Jos¨¦ S¨¢nchez, que est¨¢ al frente de la di¨®cesis como administrador apost¨®lico hasta la toma de posesi¨®n de su sucesor, Atilano Rodr¨ªguez. Hay otros 38 obispos, pero son em¨¦ritos. Podr¨¢n asistir a la plenaria, pero no tienen derecho a voto. Tampoco pueden votar los obispos electos de Huesca y de Jaca, Juli¨¢n Ruiz, y de Tarazona, Eusebio Hern¨¢ndez Sola, pendientes de su consagraci¨®n episcopal.
Las elecciones comenzar¨¢n ma?ana por la noche con una votaci¨®n de sondeo en la que cada prelado escribir¨¢ tres nombres en una papeleta. El resultado se comunica a puerta cerrada y les orienta para la primera votaci¨®n formal, el martes a primera hora, en la que cada elector escribir¨¢ ya un solo nombre. Si ning¨²n prelado consigue la mayor¨ªa absoluta en la primera elecci¨®n ni en la segunda, se votar¨ªa en una tercera ¨²nicamente entre los dos candidatos que hubieran recibido m¨¢s votos. Si a¨²n as¨ª se produjera un empate, sale elegido el de mayor edad.
Vidas paralelas frente al poder
Se dec¨ªa de Taranc¨®n que avanzaba por la izquierda "para ponerse enseguida en la derecha". ?l mismo lo cuenta en Confesiones,
el libro con que justific¨® a posteriori su entrada en la Real Academia. "Taranc¨®n al pared¨®n", gritaban los Guerrilleros de Cristo. Un ministro de Franco, Julio Rodr¨ªguez -?de Educaci¨®n!-, incluso le neg¨® la mano en un acto protocolario. En cambio, la izquierda cat¨®lica le zarande¨® por no romper con el franquismo.
Fueron tiempos de contradicciones, entre los cambios del Vaticano II y las resistencias del episcopado a renunciar a los privilegios que la sangrienta dictadura concedi¨® a la Iglesia romana a cambio de su apoyo incondicional. Todav¨ªa en 1969, el arzobispo Morcillo era procurador en Cortes cuando fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal.
"Seamos claros. Nosotros estamos dispuestos a darles todo lo que quieran, y a¨²n m¨¢s de lo que pidan. Tan solo una cosa: que la Iglesia sea el apoyo m¨¢s firme del R¨¦gimen", le dijo a Taranc¨®n el segundo de Franco, el almirante Carrero Blanco, cuando la dictadura empez¨® a encarcelar a los curas que se rebelaban contra el nacionalcatolicismo. El cardenal se dice escandalizado, pero en las memorias lo cuenta con regocijo. Arrancaba la espina de cuando Roma le hizo obispo -a los 38 a?os-, y tuvo que acudir al Pardo para jurar ante el dictador, a¨²n antes de ser consagrado en la di¨®cesis. All¨ª coincidi¨® con quienes llegar¨ªan tambi¨¦n a cardenales, Quiroga Palacios de Compostela, y Bueno Monreal en Sevilla, llamados por el mismo motivo. La ceremonia, publicitada como una toma de posesi¨®n de ministros, acab¨® en un almuerzo donde solo hablaba el dictador, que remachaba as¨ª el mensaje de que los obispos estaban a su lado.
Cuando Taranc¨®n quiso romper ese sambenito de dependencia, la dictadura despreci¨® a la Conferencia Episcopal, negociando directamente con el Vaticano. Fue un pulso que no ha dejado de producirse, tambi¨¦n durante el largo mandato de Rouco.
Cada vez que el actual l¨ªder de los obispos arreciaba en sus cr¨ªticas, el Gobierno de turno ha intentado puentearlo, incluso bajo el mandato del cat¨®lico Aznar, que lleg¨® a llamar a consulta al nuncio del Papa por una pastoral de los obispos vascos contra la llamada ley de Partidos.
El Ejecutivo socialista lo ha intentado m¨¢s veces, enviando al Vaticano a su ya exvicepresidenta Fern¨¢ndez de la Vega, o implic¨¢ndose el propio Zapatero, con "un caldito" en la mesa del nuncio en Madrid. Rouco ha persistido hasta vencer, como Taranc¨®n ante Franco. Muy distintos personalmente, sus vidas parecen paralelas en la forma de ejercer el liderazgo.
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