Catalu?a y el europe¨ªsmo
Estos d¨ªas se cumplen 25 a?os del ingreso de Espa?a en la Uni¨®n Europea y el aniversario ha pasado completamente desapercibido. Europa ha perdido atractivo entre la ciudadan¨ªa. En parte, es normal: la tierra prometida pierde toda su magia una vez que se ha conseguido un sitio en ella y ha resultado que no era el para¨ªso. Pero para Catalu?a, cualquiera que sea la idea de futuro que se tenga de ella, Europa es imprescindible. As¨ª lo hab¨ªan entendido siempre las distintas sensibilidades de la cultura pol¨ªtica catalana. Catalu?a tiene todav¨ªa mucho camino por recorrer en Europa.
Durante mucho tiempo se pens¨® Europa en t¨¦rminos de triangulaci¨®n. Europa era el tercer punto que permit¨ªa que la relaci¨®n pol¨ªtica de Catalu?a no fuera solamente con Espa?a. Europa introduc¨ªa un factor de oxigenaci¨®n del que era necesario sacar ventaja, tanto pr¨¢ctica como simb¨®lica. De ah¨ª el fervor europe¨ªsta que exhibi¨® siempre el presidente Pujol. Y sin embargo, en un momento en que el soberanismo -a mi entender, un concepto anticuado- y la independencia -a mi entender, un concepto m¨¢s propio de la nueva modernidad- vienen subiendo enteros en la sociedad catalana, sorprende la ca¨ªda de la pulsi¨®n europe¨ªsta. La independencia solo me parece posible y deseable en el marco de la Uni¨®n Europea. Para ello es necesario empujar para que Europa evolucione, salga del estancamiento en que se encuentra, crezca pol¨ªticamente m¨¢s all¨¢ de una agrupaci¨®n de Estados naci¨®n convencionales que no renuncian a la ¨²ltima palabra y est¨¦ en condiciones de encontrar formas de articulaci¨®n pol¨ªtica sobre una mayor diversidad de actores. Si la independencia significara ensimismamiento, si incorporara la fantas¨ªa de una Catalu?a navegante solitaria, al margen de Europa, me temo que el remedio ser¨ªa peor que la enfermedad.
Durante a?os, Europa era el tercer punto que permit¨ªa que la relaci¨®n pol¨ªtica de Catalu?a no fuera solamente con Espa?a
?Por qu¨¦ ha deca¨ªdo el europe¨ªsmo entonces? No creo que sea un problema estrictamente catal¨¢n. En toda Europa cunde el escepticismo. Es una virtud de las sociedades libres ser esc¨¦pticas porque es un correlato natural de la disposici¨®n cr¨ªtica, pero se convierte en un problema si deriva hacia el pesimismo y la resignaci¨®n. Cualquier persona que contemple el medio siglo de construcci¨®n de la Uni¨®n Europea con una cierta perspectiva de lo que ha sido la historia de las confrontaciones entre pa¨ªses europeos sabe que ha sido un ¨¦xito. Era impensable hace 50 a?os que los grandes Estados europeos hicieran concesiones tan extraordinarias de soberan¨ªa como renunciar a la moneda propia o coordinar la pol¨ªtica exterior y de defensa. Los Estados naci¨®n han ido cediendo en algo que les defin¨ªa: la soberan¨ªa, que es hoy un concepto manifiestamente insuficiente. La Uni¨®n Europea -aunque es cierto que la Europa democr¨¢tica en los a?os sesenta se benefici¨® del privilegio del balneario intocable entre las dos potencias- no ha sido ajena al hundimiento de los sistemas de tipo sovi¨¦tico que hizo posible que Europa fuera recuperando el mapa de su atormentada historia. Europa sin Praga habr¨ªa sido siempre incompleta. Y sin embargo, Europa est¨¢ deprimida y lo demuestra con el miedo con que responde cuando Turqu¨ªa llama a la puerta y con el sonoro silencio cuando el mundo cambia a tres pasos de sus fronteras.
El camino seguido ha sido el l¨®gico: primero, un espacio econ¨®mico compartido; despu¨¦s, la construcci¨®n pol¨ªtica. Pero los d¨¦ficits en esta segunda fase son muy grandes. Y la ampliaci¨®n hizo la tarea m¨¢s dif¨ªcil, sobre todo cuando la guerra de Irak provoc¨® una profunda divisi¨®n. La crisis de la Constituci¨®n europea demostr¨® la enorme dificultad de avanzar en la uni¨®n pol¨ªtica. La ciudadan¨ªa se desalent¨® al ver que el no de Francia y de Holanda dejaba el refer¨¦ndum espa?ol en papel mojado. El rechazo de la Constituci¨®n abri¨® una larga par¨¢lisis que con la crisis econ¨®mica se ha convertido en gran desconcierto: la sensaci¨®n de que cada cual ha ido a lo suyo y de que los intereses de los Estados emerg¨ªan una vez m¨¢s por encima de todo -Alemania el primero, por supuesto- ha sido letal.
Y sin embargo, en la conmemoraci¨®n de la adhesi¨®n de Espa?a a la Uni¨®n que hizo el C¨ªrculo de Econom¨ªa, Alfredo Pastor dijo algo muy importante: "Tarde o temprano, Europa ten¨ªa que pasar la prueba de una situaci¨®n cr¨ªtica. Con esta crisis la ha pasado y no se ha roto. Y pod¨ªa haberse roto". Europa ha de recuperar la actitud positiva de sus ciudadanos. La cultura de la indiferencia no le sienta bien, porque deja emerger sus peores inercias. Falta compromiso europe¨ªsta. Y Catalu?a lo necesita m¨¢s que nadie.
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