La raz¨®n y los sue?os
Enfrentado a los melindres garcilasistas y a la l¨ªrica de invernadero, Gabriel Celaya abogaba en 1952 por una poes¨ªa en la que hubiera barro ("con perd¨®n de los poetas poet¨ªsimos"), ideas, calor animal, ret¨®rica, argumento y hasta pol¨ªtica; en suma, por una poes¨ªa impura, que remit¨ªa a la propugnada por Neruda en el manifiesto de Caballo verde para la poes¨ªa (1935). Aquellas circunstancias respaldaban la existencia de una escritura engag¨¦, aun si ello iba en detrimento de los preciosismos formales y del regodeo en la intimidad. Ya en el tardofranquismo, y m¨¢s tras la transici¨®n democr¨¢tica, en una ¨¦poca dominada por el individualismo, el hedonismo y el escepticismo epistemol¨®gico, la creencia en las capacidades de la poes¨ªa para cambiar el mundo parec¨ªa cosa de ingenuos irredentos. Entre quienes, a comienzos de los ochenta, se negaron a aceptar la inutilidad de la poes¨ªa figura Luis Garc¨ªa Montero (Granada, 1958). Ep¨ªtome de su obra precedente, su ¨²ltimo libro, Un invierno propio, defiende la utilidad de la l¨ªrica, enlaza autobiograf¨ªa y compromiso civil, busca el equilibrio entre la raz¨®n y los sue?os, se opone a la sacralidad y al hieratismo, y ofrece una estampa creativa regida por la claridad expositiva y el discurso ilustrado. Todo ello frente a los milenarismos revolucionarios, pero asimismo frente al conformismo en que se arrellanaron las democracias liberales tras el colapso comunista de 1989. (De hecho, bastaron los atentados del 11-S, por no referirnos a las actuales y todav¨ªa inciertas convulsiones del mundo isl¨¢mico, para que despertaran los jinetes del Apocalipsis: los muertos que Fukuyama y otros profetas del fin de la historia hab¨ªan matado gozan de buena salud).
Un invierno propio
Luis Garc¨ªa Montero
Visor. Madrid, 2011
184 p¨¢ginas. 20 euros
El t¨ªtulo de cada poema es un aforismo moral que podr¨ªa funcionar como epifonema de la composici¨®n que encabeza. Esas sentencias no encierran prescripciones o mandamientos, seg¨²n corresponder¨ªa a unas tablas de la ley, sino recetas personales en las que se ha decantado ¨¦ticamente la emoci¨®n del autor. Enemigo desde antiguo de "la verdad", entendida como un dogma aprior¨ªstico a lomos de religiones o ideolog¨ªas, Garc¨ªa Montero titula uno de los poemas precisamente 'La verdad no es un punto de partida', y el subt¨ªtulo del volumen, 'Consideraciones', subraya su condici¨®n de recorrido intelectual fluctuante, antidogm¨¢tico al cabo. Pero Un invierno propio es tambi¨¦n un libro de amor, no menos intenso que Completamente viernes (1998). Si los socialrealistas del medio siglo recelaban de los sentimientos individuales, por cuanto que restaban atenci¨®n a las preocupaciones comunes, aqu¨ª el amor conecta con lo colectivo y aparece como cobijo ante las inclemencias de la historia ("A veces una piel es la ¨²nica raz¨®n del optimismo").
Tiempo atr¨¢s el poeta hab¨ªa cancelado los sue?os, bien porque alimentan maximalismos y utop¨ªas a menudo criminales, bien porque son tan irrealizables que terminan justificando no hacer aquello que s¨ª puede hacerse. En Habitaciones separadas (1994) hab¨ªa puesto en boca de Jovellanos: "Porque s¨¦ que los sue?os se corrompen, / he dejado los sue?os". Un invierno propio expresa el sinsabor que le produce esa renuncia a los sue?os, que suele dar en el cinismo; de modo que les abre otra vez la puerta, siempre que se mantengan a la debida distancia. As¨ª, el poema 'Es bueno convivir con nuestros sue?os, pero en habitaciones separadas' recrea el ten con ten de la f¨¢bula de los puercoespines de Schopenhauer (Parerga y paralipomena, II), que Cernuda convirti¨® en erizos en el p¨®rtico de Donde habite el olvido: ni tan alejados entre s¨ª que padezcan el fr¨ªo, ni tan juntos que se pinchen con sus rec¨ªprocas p¨²as.
Todo el libro verbaliza el anhelo de "una modesta / forma de resistir": una forma precaria, y por eso humilde; pero irrenunciable, y por eso orgullosa. Para ese compromiso el poeta se apoya en sus maestros tutelares: Blas de Otero ("?qu¨¦ significan / el t¨² y el yo, la edad y la palabra Espa?a?"), ?ngel Gonz¨¢lez ("Nadie puede ba?arse en l¨¢grimas dos veces / en el mismo aeropuerto"), Gil de Biedma ("Para saber de m¨ª / hago la noche en casa de un amigo")... El resultado es una obra en plena saz¨®n, que corona una trayectoria y presenta el dibujo moral de un hombre que ha armonizado la sentimentalidad cambiante de su yo con el proyecto realizable de un mundo m¨¢s soportable y m¨¢s justo.
![<i>To Fix It II</i> (2010), de Liliana Porter, que expone actualmente en la galer¨ªa Espacio M¨ªnimo, de Madrid](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EXMGY667PIEST6YLE2YOW7BK6I.jpg?auth=2d22291051e84450d01f946ac8d4db30a210c2b03ffea52ece525f9c000fb7ef&width=414)
Los viejos cascarrabias son tan peligrosos como los j¨®venes sin historia
Me gustaba acercarme hasta la lumbre
discreta de sus ojos,
y con ellos me hablaban,
y yo los escuchaba con los m¨ªos.
Sus rostros fatigados
eran la parte viva de la historia,
el recuerdo presente
de una guerra perdida, de un secreto
nacido en las ma?anas de la literatura,
de poetas amigos o enemigos,
de una casa de amor
legendaria en un tiempo de leyenda.
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