Las v¨ªctimas gallegas de Ruiz-Mateos
Clesa lleva dos meses sin pagar la n¨®mina de sus 160 empleados en Caldas - Nueva Rumasa debe 3,7 millones de euros a cerca de 200 ganaderos
La f¨¢brica de yogures de Clesa en Caldas de Reis brilla como si acabasen de estrenarla. En uno de los laterales, un enorme cartel recuerda que la ¨²ltima reforma fue financiada con fondos europeos. Han pasado 32 a?os desde que se fund¨®, primero como L¨¢cteos del Atl¨¢ntico, luego bajo la batuta de Parmalat. En todo ese tiempo "nunca dej¨® a deber ni una n¨®mina", puntualiza Jos¨¦ Luis Lorenzo, que lleva 27 empleado. El ¨²ltimo cambio de manos, en 2007, puso a la familia Ruiz-Mateos al mando. "Dicen que compr¨® todas las f¨¢bricas de Clesa por 190 millones, incluida Cacaolat en Barcelona, pero vete t¨² a saber", analiza un compa?ero. Ya no se creen nada, y menos el eslogan con el que Nueva Rumasa consegu¨ªa inversores: "Comprometidos con el empleo". Les deben dos n¨®minas y, a los que no la tienen prorrateada, la paga extraordinaria de Navidad. El viernes se concentraron en protesta delante de la puerta -el vigilante no dej¨® pasar a los medios de comunicaci¨®n m¨¢s all¨¢-, para pedir una soluci¨®n al coma inducido por la crisis que atraviesa el holding de la abeja.
El convencimiento de que la f¨¢brica de Caldas es una empresa rentable est¨¢ firmemente instalado en los 160 empleados que tiene en Caldas de Reis porque, entre otras cosas, hace seis meses trabajaban en tres turnos, ma?ana tarde y noche, incluidos s¨¢bados y domingos. "Lo parad¨®jico es que este podr¨ªa ser un buen momento para Clesa, que ofrece l¨¢cteos baratos y tiene una marca reconocida", analiza un directivo del sector. El flan, los yogures o los petit que salen de las l¨ªneas de producci¨®n gallegas ten¨ªan un lugar destacado en las neveras de todos los supermercados. La cadena se rompi¨® cuando el grupo dej¨® de pagar la materia prima.
Seg¨²n denuncia el sindicato Uni¨®ns Agrarias, la deuda con las empresas que adquir¨ªan leche a 523 explotaciones ganaderas asciende a 3,77 millones de euros. Unos 200 ganaderos se han quedado colgados con facturas de entre 6.000 y 10.000 euros.
Los trabajadores tambi¨¦n se ven con las manos atadas. No pueden abandonar su puesto porque perder¨ªan la indemnizaci¨®n, "y la mayor¨ªa llevamos aqu¨ª toda la vida", destaca Lorenzo. Luis Marcos no pertenece a ese grupo. "Llevo dos a?os. Y menos mal que mi mujer trabaja porque tenemos dos hijas". No le importar¨ªa abandonar si las cosas siguen poni¨¦ndose feas. A su lado, Goretti Freire, de 26 a?os y t¨¦cnica como ¨¦l de calderas, le replica que no va a renunciar a sus derechos. Ambos viven por la zona, como la mayor¨ªa de las personas que forman la plantilla de Clesa. "Habr¨¢ un 50% de gente de Caldas y el resto de Ridabumia, Cuntis, Mora?a...", analiza el alcalde, Juan Manuel Rey, que tambi¨¦n tiene un hijo empleado en la factor¨ªa l¨¢ctea.
El municipio registra un nivel de paro envidiable en los tiempos que corren. Seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica hay 1.080 personas buscando trabajo, el 10,7% de la poblaci¨®n total, un porcentaje que a¨²n es m¨¢s bajo si se toma como referencia la poblaci¨®n activa. Aunque la crisis de Clesa no pasa desapercibida. "Adem¨¢s de los puestos de trabajo directos genera un movimiento enorme de camiones y de puestos indirectos", asegura el regidor. La presidenta del comit¨¦ de empresa, Lola Ramos, levanta el ¨¢nimo pese a las malas noticias sobre el grupo que lee casi cada d¨ªa en la prensa. "Est¨¢ claro que esto puede ir para delante si hay voluntad. Es una buena empresa con un buen producto", insiste. Sabe que la plantilla est¨¢ unida y eso es fundamental para encarar los pr¨®ximos meses, que se auguran tensos. Mientras, se prepara para acudir a la gran manifestaci¨®n del pr¨®ximo s¨¢bado en Madrid contra la gesti¨®n del grupo de Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos.
Vecinos al asalto
La f¨¢brica existe gracias a una curiosa guerra que libraron los vecinos en el a?o 1976 y que por los pelos no provoc¨® una desgracia. L¨¢cteos del Atl¨¢ntico, empresa fundadora de la factor¨ªa, hab¨ªa encargado la obra a Malvar, pero el proyecto se congel¨® a medio hacer por desavenencias entre la constructora, que ped¨ªa m¨¢s dinero para terminar la planta, y los propietarios, que cre¨ªan que aquello no respond¨ªa al acuerdo. Marisa Cascallar y su marido, Adolfo Abalo, que fue el primer alcalde de la democracia bajo las siglas del PSOE, recuerdan que un numeroso grupo de vecinos decidi¨® entonces organizar lo que se llam¨® "la marcha verde", aunque un tanto distinta de la del Sahara. "Nos escondimos unas 200 personas en el bosque cercano. Ten¨ªamos acordada una se?al, de tres bocinazos, para meternos en la finca, retener a los vigilantes y cortarles la comunicaci¨®n por radio con la central de Pontevedra", recuerda Marisa. "Estaban armados pero no ocurri¨® nada". Durante varios d¨ªas un ret¨¦n popular forz¨® "la retirada", de Marvar para que L¨¢cteos del Atl¨¢ntico recuperase el dominio sobre la obra, que finalmente encarg¨® a otra empresa. Abalo, uno de los cabecillas, recibi¨® poco despu¨¦s la visita de la Guardia Civil. "No pudieron demostrar nada", sonr¨ªe.
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