Desolaci¨®n pol¨ªtica
Si el PSOE no lo remedia, y dif¨ªcilmente lo remediar¨¢, Mariano Rajoy ser¨¢ jefe del Gobierno sin haber conseguido nunca el aprobado en valoraci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. Dif¨ªcilmente se puede elegir a un presidente con menos entusiasmo. Si esto ocurre, y cada vez es m¨¢s probable, ser¨¢ el resultado de la concatenaci¨®n de cuatro elementos: una grave crisis econ¨®mica que, como se va viendo en la evoluci¨®n del mapa electoral europeo, castiga al que gobierna con p¨¦rdidas de entre 10 y 15 puntos; una gesti¨®n vacilante y llena de contradicciones por parte de un presidente del Ejecutivo en estado de permanente improvisaci¨®n, que nunca ha transmitido la sensaci¨®n de controlar el rumbo de la nave; una oposici¨®n que en ning¨²n momento ha presentado un proyecto alternativo y que ha confiado su suerte a que la crisis desgastara el Gobierno, entre el griter¨ªo de la guardia pretoriana del silencioso Rajoy; y un sistema electoral bipartidista imperfecto que, excepto en las naciones perif¨¦ricas, limita enormemente las opciones de voto, de modo que el desgaste de uno de los dos grandes partidos garantiza autom¨¢ticamente el ¨¦xito del otro. (Una de las paradojas del sistema es que un buen resultado de Izquierda Unida es casi garant¨ªa segura de victoria de la derecha).
Zapatero empieza a ser consciente de que es una parte importante del problema
En este contexto, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha aconsejado a sus alcaldes y presidentes auton¨®micos que, si quieren ganar, incidan en la gesti¨®n. Es exactamente lo que dec¨ªa el PSC en los ¨²ltimos a?os del tripartito catal¨¢n, con los resultados de todos conocidos. Cuando se apuesta todo a la gesti¨®n es porque las ideas y los proyectos est¨¢n agotados. Dicho de otro modo: es porque no se sabe explicar ad¨®nde se quiere ir y c¨®mo se quiere ir. Este es el problema del PSOE desde que empez¨® esta legislatura y el presidente se empe?¨® en negar la evidencia de la crisis. Pero este es tambi¨¦n el problema de la oposici¨®n, que se ha limitado a dejarse llevar por el viento que sopla en contra del Gobierno y, por defecto, a su favor. De ah¨ª el desolador panorama que la pol¨ªtica espa?ola ofrece: un Ejecutivo -y especialmente un presidente- calcinado por la crisis, y un l¨ªder de la oposici¨®n p¨¦simamente valorado que llegar¨¢ al poder por pura inercia.
Pero el consejo de Zapatero a los l¨ªderes socialistas locales y auton¨®micos tiene otro mensaje: libraos de m¨ª. En el fondo, lo que les est¨¢ diciendo es que, si se centran en la gesti¨®n de la ciudad o de la autonom¨ªa y se olvidan de las propuestas pol¨ªticas, le alejan de la escena a ¨¦l, que es quien las simboliza. La apuesta de Zapatero por publicitar la gesti¨®n coincide con la supresi¨®n del mitin central que, bajo su presidencia, ten¨ªa que dar el tono a la campa?a. Los barones territoriales le piden que anuncie que no se volver¨¢ a presentar, confiando en que la noticia alivie a la ciudadan¨ªa y les d¨¦ ox¨ªgeno a ellos, y el presidente responde suprimiendo una comparecencia electoral. Zapatero empieza a ser consciente de que es una parte importante del problema y de que hace tiempo que ya no es la soluci¨®n del PSOE.
Zapatero y su partido podr¨¢n utilizar la crisis como coartada para evitar la reflexi¨®n sobre por qu¨¦ est¨¢n perdiendo pie en la sociedad. No hay ninguna duda de que la crisis consume a los Ejecutivos. Vivimos en una sociedad de usar y tirar, y los gobernantes no escapan a esta l¨®gica. Pero Zapatero ha sido un serio enemigo de s¨ª mismo. Lleg¨® con muchas banderas a la vez: una estrategia econ¨®mica m¨¢s social, una pol¨ªtica internacional distinta, una nueva relaci¨®n entre los territorios para una Espa?a plural, y una apuesta reformista en materia de costumbres y derechos individuales. Cuando estall¨® la crisis, la mayor¨ªa de estas banderas ya estaban arriadas. En pol¨ªtica internacional tom¨® una sola medida realmente importante, la salida de las tropas de Irak, que le dej¨® paralizado para el resto de su mandato. De la Espa?a plural se olvid¨® en seguida, justo despu¨¦s de dar v¨ªa libre a la peripecia del Estatuto catal¨¢n. Su apuesta por la pol¨ªtica social muri¨® en la crisis. Solo ha quedado la bandera de la liberalizaci¨®n de las costumbres, sin duda la gran aportaci¨®n de Zapatero, que qued¨® desdibujada eso s¨ª con las urgencias econ¨®micas.
Demasiadas renuncias en tan poco tiempo, que ahora obligan a hablar de gesti¨®n por extinci¨®n de las ideas y los proyectos. Pero ?qu¨¦ atractivo puede tener la gesti¨®n de los socialistas cuando Espa?a tiene 4.300.000 parados y una sensaci¨®n de profundo estancamiento? Que pase el siguiente.
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