Los rivales, el ticket y el t¨¢ndem
El todopoderoso Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, que el pasado mes de octubre, unos d¨ªas antes de su nominaci¨®n como vicetodo, a¨²n renegaba de repetir cualquier aspiraci¨®n de mayor poder en La Moncloa, acaba de salir del hospital, est¨¢ convaleciente y no est¨¢ para fiestas. Pero si lo estuviese, ¨¦l o su entorno, nunca ser¨ªa para entrar en una disputa abierta dentro del partido para luchar por ser el sucesor. Ese argumento se oficializa con la tesis de que Rubalcaba nunca ir¨ªa a unas primarias para dividir al PSOE. No quiere competir. Ah¨ª, que no le busquen. Nunca le han gustado mucho las primarias y cada vez que ha explicitado su apoyo a un candidato (desde Joaqu¨ªn Almunia contra Josep Borrell, o, m¨¢s recientemente en Madrid, con Trinidad Jim¨¦nez contra Tom¨¢s G¨®mez) siempre ha perdido.
En el congreso socialista del a?o 2000, en el que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero venci¨® contra pron¨®stico a Jos¨¦ Bono, Rubalcaba respald¨® al actual presidente del Congreso en la v¨ªspera misma del c¨®nclave. Se moj¨®. Y lleg¨®, seg¨²n algunas fuentes socialistas, a hacer la labor de intermediario al ofrecerle a Zapatero que se integrase en la candidatura del ex ministro de Defensa para ser su portavoz en el Congreso. Aquel error le cost¨® cierta traves¨ªa del desierto con Zapatero, ya m¨¢s que superada.
Rubalcaba se mueve mejor entre bambalinas. Es un mago. Ah¨ª, se ha ganado el respeto de toda la organizaci¨®n, que le considera abrumadoramente el candidato m¨¢s s¨®lido, serio, capaz. Si hoy en d¨ªa se pregunta a los principales dirigentes, pero tambi¨¦n en muchas agrupaciones, no hay debate. Gana por goleada. Su valoraci¨®n en los bar¨®metros pol¨ªticos del CIS es la m¨¢s alta, como es tradici¨®n en los ministros del Interior.
El otro bando en disputa, m¨¢s difuso pero personalizado en torno a la figura de Carme Chac¨®n, no quiere aclamaciones. Ni proclamaciones. Ni plazos que vayan corriendo para que no haya tiempo para otras alternativas. Ni comit¨¦s federales que designen lo inevitable. Son los que se apropian de la tradici¨®n de las primarias, aunque es una norma ya de obligado cumplimiento en los estatutos del partido para todos siempre y cuando haya m¨¢s de un candidato. Son los que reclaman la votaci¨®n de los 300.000 militantes. Saben que, en esa tesitura, las bases siempre buscan y apoyan las propuestas m¨¢s nuevas y frescas frente a la imposici¨®n de los aparatos. Es como ha sucedido siempre en el PSOE. Son los que rechazan que lo de Rubalcaba tenga que ser un tr¨¢gala. Los que argumentan que "si el vicepresidente quiere serlo todo tendr¨ªa que pedirlo con algo de humildad y sin que parezca una obligaci¨®n".
Y ahora, en este desconcierto de final de etapa, surgen dos nuevas hip¨®tesis. Los que opinan que Rubalcaba no fue nada m¨¢s que una liebre para la repetici¨®n del propio Zapatero. Y los que abogan, con trabajos cualitativos incorporados, por la apuesta m¨¢s fuerte frente a Rajoy: la del tique electoral para sumar lo mejor de Rubalcaba (solvencia, experiencia, trabajo, dial¨¦ctica y amplio espectro ideol¨®gico de centro) con las aportaciones de Chac¨®n (mujer, juventud, ambici¨®n, izquierdas). Pero, como en todo t¨¢ndem, uno tiene que ir delante y otro detr¨¢s, primero y segundo, y no est¨¢ nada claro qui¨¦n estar¨ªa dispuesto a ceder el paso.
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