Ocho verdades inc¨®modas
En el siglo XV, el papa P¨ªo II, que fue el primero que habl¨® verdaderamente en sentido moderno de "Europa", escribi¨® una famosa carta al sult¨¢n Mohamed II, el conquistador de Constantinopla, en la que elogiaba a las numerosas potencias del Viejo Continente: "Espa?a, tan firme; Francia, tan guerrera; Alemania, tan populosa; Gran Breta?a, tan fuerte; Polonia, tan audaz; Hungr¨ªa, tan activa, e Italia, tan rica, fogosa y experimentada en el arte de la guerra".
Hoy, Europa sigue siendo impensable sin sus naciones. Pensar que Europa no es m¨¢s que la Uni¨®n Europea y sus instituciones de Bruselas es como describir una casa hermosa leyendo los manuales de instrucciones de sus instalaciones de fontaner¨ªa, electricidad y calefacci¨®n. Por supuesto que Europa es mucho m¨¢s que la suma de sus naciones; pero, sin ellas, no es nada.
Italia, que cumple 150 a?os, es una Europa en miniatura gobernada por Ner¨®n
El berlusconismo est¨¢ muy lejos del ideal europeo de democracia social liberal y funcional
Por eso vamos a detenernos en la propia naci¨®n de P¨ªo II, Italia, que el pr¨®ximo jueves celebra el 150? aniversario de su supuesta unificaci¨®n para formar una Naci¨®n-Estado moderna: el reino de Italia se proclam¨® el 17 de marzo de 1861. Italia es el pa¨ªs europeo por excelencia. En ning¨²n otro lugar pueden encontrarse tantas capas acumuladas de historia europea. Solo en Roma es posible comer junto al lugar en el que Julio C¨¦sar muri¨® asesinado y acercarse despu¨¦s a o¨ªr al heredero de San Pedro proclamar su mensaje de 2.000 a?os de antig¨¹edad a la ciudad y el mundo. Casi todo lo que form¨® la primera identidad moderna de Europa -en especial, el legado de Grecia y el cristianismo- nos lleg¨® a trav¨¦s de la antigua Roma. Europa: de Julio C¨¦sar a Silvio Berlusconi.
Cada pa¨ªs europeo es ¨²nico, pero todos tienen mucho en com¨²n, y cada parte nos revela algo sobre el todo. He aqu¨ª ocho cosas que, en mi opini¨®n, nos dice la Italia actual sobre Europa.
1. Ni Italia ni Europa saben qu¨¦ historia quieren contar. Hace poco asist¨ª, en la Embajada italiana en Londres, a un acto de celebraci¨®n del 150? aniversario de la "unidad de Italia", dedicado casi por completo a dos temas estrechamente relacionados: las mujeres y el amor. La velada fue deliciosa: Greta Scacchi ley¨® unos versos luminosos de la Divina Comedia de Dante (Amor, ch'a nullo amato amar perdona
[literalmente: El amor, que a nadie amado amar perdo-na] y un tenor cant¨® canciones de amor napolitanas hasta casi reventar. Sin embargo, todo aquello me pareci¨® una extra?a carta de presentaci¨®n de un pa¨ªs europeo moderno ante sus amigos. Y la UE ni siquiera tiene canciones que ofrecernos.
2. Europa no presenta una historia, sino un estilo de vida. E Italia es el ejemplo m¨¢s glorioso de ese estilo de vida: comida,vino, moda, sol, jornadas laborales "sociales" y largas vacaciones, bella figura, dolce vita y todo lo dem¨¢s. Lo malo es que ese estilo de vida solo lo disfruta un n¨²mero cada vez menor de italianos y europeos, y es insostenible sin una reforma radical de la econom¨ªa y el Estado de bienestar y sin la integraci¨®n real de los hombres y mujeres de origen inmigrante, muchos de ellos musulmanes (si P¨ªo II levantara la cabeza...).
3. Casi todos los europeos, y muchos no europeos, saben seguramente m¨¢s cosas de Berlusconi que de ning¨²n otro pol¨ªtico europeo. Es lo m¨¢s parecido que tenemos a una figura pol¨ªtica pan-europea. Pero, por desgracia, lo que todo el mundo sabe de ¨¦l es m¨¢s bien pomposo, lascivo o desagradable, para decirlo con suavidad. Es decir, en vez de compartir una representaci¨®n seria de la pol¨ªtica europea, dentro de una esfera p¨²blica europea real, lo que tenemos es una opereta de mal gusto.
4. La variedad de cosas que ocurren en los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea es mucho mayor, y menos atractiva, que las bonitas historias que nos contamos a nosotros mismos y al resto del mundo. El berlusconismo no es fascismo, pero est¨¢ muy lejos de ese ideal de democracia social liberal y funcional que a los europeos les gusta considerar distintivo de Europa. E Italia no es el ¨²nico caso. La Hungr¨ªa de Viktor Orban -por hablar de otro viejo pa¨ªs mencionado por P¨ªo II- no se queda a la zaga. Si combin¨¢ramos en un ¨²nico pa¨ªs imaginario las peores caracter¨ªsticas de los 27 miembros de la UE, nos encontrar¨ªamos con un lugar muy desagradable.
5. El momento en el que los pa¨ªses europeos tienen que comportarse mejor y mostrarse dem¨®cratas, liberales y respetuosos con las leyes es el periodo de uno o dos a?os antes de entrar en la UE. Una vez que han entrado, pueden hacer lo que les d¨¦ la gana. Si la Italia de Berlusconi tuviera que solicitar hoy su ingreso en la Uni¨®n, quiz¨¢ no la admitir¨ªan.
6. Nunca debe mezclarse el gobierno actual de un pa¨ªs con el pa¨ªs que afirma gobernar. Todos los pa¨ªses europeos poseen dentro de ellos elementos variados, e Italia tiene m¨¢s diversidad que ning¨²n otro. Existen grandes ¨¢reas de su vida nacional -entre ellas, muchas dirigidas incluso por personas que han apoyado a Berlusconi- que son modernas, eficaces, civilizadas y admirables. El mismo pa¨ªs del emperador Silvio nos ofrece tambi¨¦n al candidato m¨¢s cre¨ªble de todos los que aspiran al cargo de gobernador del Banco Central Europeo (me refiero, por supuesto, a Mario Draghi, gobernador del Banco de Italia).
7. No es lo mismo una naci¨®n hist¨®rica y duradera que una Naci¨®n-Estado unida y estable. En The Pursuit of Italy, un libro cuya publicaci¨®n coincide con este aniversario, el autor brit¨¢nico David Gilmour alega que Italia lleva 150 a?os dedicada, precisamente, a no ser una Naci¨®n-Estado unida y eficaz. Nos recuerda que los partidarios de la Liga Norte de Umberto Bossi dicen en tono de burla que "Garibaldi no uni¨® Italia; dividi¨® ?frica". Como el debilitamiento pol¨ªtico actual de Berlusconi signifique el refuerzo de Bossi, esa actitud no ser¨¢ un buen presagio para una mayor integraci¨®n del pa¨ªs. Y est¨¢ relacionada con un problema europeo m¨¢s general: la integraci¨®n de la UE es precisamente lo que hace posible que caigamos en la desintegraci¨®n nacional. No hay m¨¢s que ver el caso de B¨¦lgica, que lleva ya 270 d¨ªas sin Gobierno por diferencias aparentemente irreconciliables entre los pol¨ªticos del norte (flamencos y de lengua neerlandesa) y el sur (valones y de lengua francesa).
8. A prop¨®sito de ?frica, ser¨ªa de esperar que Italia, una de las grandes potencias mediterr¨¢neas de Europa, tomara la iniciativa, junto con Francia y Espa?a, de elaborar una respuesta com¨²n, audaz e imaginativa, a la primavera ¨¢rabe. En lugar de ello, lo que tenemos son fotograf¨ªas de Berlusconi abrazando a Gadafi, la empresa estatal de energ¨ªa ENI que, por lo visto, sigue suministrando al dictador libio el dinero del gas y el petr¨®leo, y un aut¨¦ntico p¨¢nico por los refugiados tunecinos que llegan a la isla italiana de Lampedusa. Una vez m¨¢s, Italia no es sino una versi¨®n extrema de la confusi¨®n de Europa. Y ya no nos lo podemos permitir.
En definitiva: Feliz 150? cumplea?os, Italia (des)unida. Te queremos. Te acompa?amos en el sentimiento, sobre todo vistos tus gobernantes actuales. Y necesitamos urgentemente que vuelvas a la vanguardia de ese gran proyecto, antiguo y moderno, que llamamos "Europa". Al fin y al cabo, t¨² lo inventaste.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Facts are subversive: Political writing from a decade without a name. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.