La UE concluye que Barcelona debe "reducir urgentemente" el tr¨¢fico

Barcelona se rinde a la contaminaci¨®n, que registra los niveles m¨¢s elevados de entre las principales ciudades de la UE, sin voluntad para atajar la principal fuente de emisiones contaminantes: el tr¨¢fico y especialmente los veh¨ªculos de motor di¨¦sel, que emiten hasta seis veces m¨¢s di¨®xido de nitr¨®geno que los de gasolina. "Los pol¨ªticos deben actuar y reducir urgentemente la exposici¨®n de la contaminaci¨®n del tr¨¢fico sobre la poblaci¨®n", concluye la investigaci¨®n financiada por la Comisi¨®n Europea y que la UE emplear¨¢ en 2013 como hoja de ruta para trazar la futura normativa medioambiental de la UE. El Ayuntamiento de Barcelona, por su parte, capta un mensaje distinto. "La situaci¨®n no requiere reducir el tr¨¢nsito", defiende la concejal de medio ambiente, Imma Mayol, tras conocer las conclusiones del informe europeo.

El impacto del tr¨¢fico sobre la poblaci¨®n se estudi¨® en 10 ciudades europeas, entre ellas Barcelona -que obtuvo el peor resultado-, Lubliana -situada en el medio de la tabla- y Granada -la ciudad m¨¢s limpia de entre las analizadas-. Las calles barcelonesas son responsables de entre el 25% y el 30% de las enfermedades cardiovasculares y respiratorias que padecen los ciudadanos, estima el estudio. El porcentaje duplica la incidencia de los veh¨ªculos sobre la salud registrada en Lubliana. "Hay que reducir la presencia de veh¨ªculos en el casco urbano", concluye el estudio, que alerta de la gravedad del fen¨®meno. "El beneficio para la salud de reducir el tr¨¢nsito ha sido ampliamente subestimado hasta ahora", subraya. El Consistorio, sin embargo, maneja su propia teoria. "La soluci¨®n pasa por mejorar las conexiones de transporte p¨²blico de la ciudad con el resto del ¨¢rea metropolitana", se?ala Mayol.

"Eso sirve si el Ayuntamiento renuncia a mantener niveles de contaminaci¨®n que garanticen adecuadamente la de la salud", advierte Laura P¨¦rez-Grau, investigadora afincada en Suiza que codirigi¨® el estudio de la UE.

El informe, que retrat¨® la poluci¨®n entre 2004 y 2006 para concluir que los niveles registrados durante esos tres a?os hurtaron 13,7 meses de vida a los barceloneses, ha destapado una incidencia del tr¨¢fico sobre la salud mayor a la asumida hasta ahora por la comunidad cient¨ªfica. "Antes se estudiaba la contaminaci¨®n como un todo. Ahora se ha probado que los veh¨ªculos son m¨¢s nocivos para la salud que las industrias porque emiten contaminantes pr¨¢cticamente bajo la nariz misma de los ciudadanos", ilustra Xavier Querol, investigador que supervis¨® el proyecto de la Comisi¨®n. "Si Barcelona no recorta el tr¨¢fico, carece de margen de mejora respecto los niveles de contaminaci¨®n", a?ade P¨¦rez-Grau.

El Ayuntamiento, que considera "interesante" el informe comunitario, prefiere sus propias conclusiones. "Actuamos contra el tr¨¢nsito con medidas como la implantaci¨®n de la zona verde pero nos oponemos a restringir el uso del coche en el interior de la ciudad", argumenta Mayol. "Es inecesario porque la tendencia de la evoluci¨®n de la contaminaci¨®n es positiva", se?ala. "No es una lectura totalmente honesta", interpreta P¨¦rez-Grau. "Barcelona ha mejorado pero es imprescindible actuar contra los coches", a?ade Querol.

Los expertos avalan la tendencia positiva de Barcelona y, en parte, la gesti¨®n medioambiental del Ayuntamiento. Si la ciudad estuviera colocada sobre la meseta castellana, se?alan, previsiblemente har¨ªa sonrojar las cifras de contaminaci¨®n que registra Madrid. Pero la orograf¨ªa de la capital catalana complica las cosas: entre el mar, la monta?a y la escasa precipitaci¨®n, las part¨ªculas contaminantes y el di¨®xido de nitr¨®geno quedan estancadas sobre la ciudad. "En Barcelona hace falta m¨¢s contundencia que en otras capitales", precisa Querol. "Eso pasa por reducir el tr¨¢fico".

Esta disminuci¨®n no se producir¨¢. "Habr¨ªa muy pocos partidos pol¨ªticos dispuestos a apoyar este tipo de restricciones", apunta Mayol. La reflexi¨®n, formulada por la dirigente del ¨²nico partido ecologista del Consistorio, retrata la escasa disposici¨®n pol¨ªtica a implantar medidas que puedan traducirse en un coste electoral. "Los cient¨ªficos hemos cumplido, ahora depende de la valent¨ªa de los pol¨ªticos", asume P¨¦rez-Grau.

Parece escasa, aunque quiz¨¢ parte de la responsabilidad recaiga sobre los electores. En Estocolmo, el peaje urbano se implant¨® en 2006 sin debate pol¨ªtico: se puso a prueba durante seis meses, una comisi¨®n de expertos evalu¨® los efectos de la medida sobre la contaminaci¨®n y el proyecto se someti¨® a votaci¨®n popular. "Casi el 60% de los ciudadanos apoy¨® el peaje", precisa Querol. "En Barcelona, previsiblemente, el resultado habr¨ªa sido muy distinto".