Juan Roig
Del Lejano Oriente llegaron otrora las naranjas, otrora tambi¨¦n motores din¨¢micos valencianos. Hoy llegan de la China a La Plana, las banderas decorativas y callejeras que adornan las fiestas de La Magdalena. Tambi¨¦n nos llegan en estas horas angustiosas, desde las tierras del Sol Naciente, las im¨¢genes de olas devastadoras y fusiones amenazantes en reactores, que pueden conducir a lo peor. Unas im¨¢genes y unas informaciones que, una vez m¨¢s, vienen a poner de relieve la indefensi¨®n en que nos encontramos, y los l¨ªmites de la tecnolog¨ªa humana ante las fuerzas tel¨²ricas, que desplazan hasta el eje sobre el que gira nuestro planeta. Pero hay una diferencia abismal entre cuanto sucede estos mismos instantes en Jap¨®n y lo acontecido en abril de 1986 en Chern¨®bil, en la entonces m¨¢s cercana Uni¨®n Sovi¨¦tica. Durante el funesto accidente de la central nuclear ucraniana de Chern¨®bil hubo una ocultaci¨®n y un apag¨®n informativo irresponsables y que rayaban lo criminal. En el arrasado Jap¨®n de hoy se desplazan las c¨¢maras y los informadores con toda la libertad que permiten las circunstancias. Cabr¨ªa afirmar casi con toda seguridad que la transparencia informativa, la claridad, salva vidas.
La palabra clara y la informaci¨®n transparente -hay que repetir lo que de puro sabido se olvida- constituyen la piedra de toque de la convivencia y la democracia. Importan del mismo modo si nos referimos a la moment¨¢nea y preocupante situaci¨®n en Fukashima y Onagawa, como si hablamos de la ya m¨¢s que duradera crisis econ¨®mica en el suelo que pisamos. Porque aqu¨ª, respecto al tema econ¨®mico y financiero, por ejemplo, desde que se destap¨® la crisis tuvimos y tenemos el embrollo y el oscurantismo, servidos a diario por romanos y cartagineses. La palabra clara entre los responsables pol¨ªticos y econ¨®micos de cualquier signo brill¨® por su ausencia. Excepci¨®n hecha, claro est¨¢, de ciudadanos del calibre de Juan Roig; un Juan Roig transparente que dice cuanto piensa y hace cuanto dice. El exitoso empresario valenciano afirmaba hace dos a?os ante j¨®venes estudiantes valencianos que de la crisis se sal¨ªa trabajando m¨¢s y mejor, siendo m¨¢s productivos, reduciendo beneficios y ganando menores sueldos; a?adi¨® entonces tambi¨¦n que la crisis era una oportunidad para los emprendedores. Ahora acaba de declarar, y se ha publicado en estas p¨¢ginas, que la crisis acabar¨¢ cuando la cultura del esfuerzo y la productividad destierren las bonanzas aparentes, como la que vivimos con el boom inmobiliario. Se prodiga poco el empresario Roig. Cuando lo hace, habla claro e informa mejor sobre el derroche evitable en todos los ¨¢mbitos, sobre invertir ganancias y ampliar negocios, y sobre otras cuentas pendientes en este rosario de penas que es nuestra econom¨ªa. Mientras nuestra mirada sigue fija en Fukashima y Onagawa, no andar¨ªamos sobrados si las palabras del valenciano Roig se tornaran en un pac¨ªfico tsunami entre nuestros responsables pol¨ªticos y econ¨®micos.
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