El falso t¨®pico de la aldeana d¨®cil
Premio a una investigaci¨®n sobre la lucha contra las expropiaciones de la dictadura
"El t¨®pico de que la poblaci¨®n rural de Galicia fue conformista y sumisa ante los abusos del franquismo es falso", advierte la investigadora Araceli Freire, "solo hay que echar un vistazo a las memorias anuales de los Gobiernos Civiles para comprobar que hab¨ªa enfrentamientos y protestas contra las medidas abusivas del r¨¦gimen", explica. Freire acaba de recibir el Premio de Ensayo Xohana Torres por un trabajo en el que investiga el importante papel de las mujeres que se opusieron a la expropiaci¨®n de los montes en mano com¨²n: O monte ¨¦ noso. Conflitividade social no medio rural galego durante o franquismo.
Con este premio se pretende fomentar investigaciones en torno a la mujer, tanto estudios hist¨®ricos como con perspectivas de futuro, tal y como se?al¨® la concejala de Igualdade del Ayuntamiento de Santiago, Mar Mart¨ªn. En concreto, el ensayo ganador estudia los casos de cuatro municipios en los que hubo conflictos entre los campesinos y las autoridades franquistas: Trasmiras, en Ourense; y Oza dos R¨ªos, Cerceda y Ordes, en la provincia de A Coru?a.
El 80% de quienes defend¨ªan la propiedad de la tierra eran mujeres
El Estado se apropi¨® de montes comunales para la explotaci¨®n forestal
Durante la ¨¦poca franquista los ayuntamientos consideraron que la gesti¨®n de estos terrenos les correspond¨ªa a ellos, que "supuestamente velaban por los intereses de todos los vecinos". As¨ª, y ante la necesidad del Estado de disponer de terrenos para la explotaci¨®n forestal, se decidi¨® repoblar los montes y destinar la madera a la industria. Para cualquier familia gallega de mediados del siglo pasado, disponer de estas tierras era imprescindible. Se usaban para crear abono o recoger le?a. Adem¨¢s, tambi¨¦n se repart¨ªa terreno entre los comuneros con pocas propiedades para el cultivo.
El auge de la industria de la celulosa a finales de la d¨¦cada de los cincuenta aceler¨® y multiplic¨® las apropiaciones de terrenos comunales, pero las repoblaciones ya comenzaron en los cuarenta. Las protestas de los campesinos no se hicieron esperar. En un primer momento, se enviaban instancias administrativas. "Primero se dirig¨ªan al Gobierno local y luego a las Diputaciones. Pero no se quedaban ah¨ª, si no hab¨ªa una respuesta tambi¨¦n se enviaban instancias al Ministerio de Agricultura e incluso al jefe de Estado", explica Freire. Y es que, aunque la propiedad de los terrenos correspond¨ªa a los vecinos, los beneficios de la explotaci¨®n forestal eran para el Estado. Si la decisi¨®n de repoblar el monte no se abandonaba a tiempo, los campesinos se enfrentaban con sachos y picos a las autoridades en el momento de plantar los ¨¢rboles.
Seg¨²n la autora del ensayo ganador del premio, el 80% de los que reivindicaban la propiedad de las tierras en aquellos enfrentamientos eran mujeres. "La represi¨®n contra el hombre era m¨¢s dura", cuenta la historiadora, a las mujeres no se las deten¨ªa porque as¨ª se dar¨ªa a conocer la lucha de aquellas campesinas que no adoptaron el rol que el franquismo les impon¨ªa: sumisi¨®n y no salirse del ¨¢mbito dom¨¦stico. La crispaci¨®n entre las autoridades y los campesinos lleg¨® a ser tanta que se les prohib¨ªa la entrada en los montes a los vecinos, tampoco estaba permitido recoger las pi?as de los montes comunales para hacer fuego, as¨ª como entrar con el ganado al recinto. En muchas ocasiones, cuando no se consegu¨ªa parar el proyecto a tiempo, se recurr¨ªa a la quema de los montes o se soltaba al ganado en los terrenos para que no dejasen brotar los ¨¢rboles plantados.
Las protestas tambi¨¦n llegaron al mar a finales de los cincuenta. Las mariscadoras de la R¨ªa de Pontevedra se unieron a las quejas cuando se dio a conocer la instalaci¨®n de la industria de pasta de celulosa en el lugar, lo que supondr¨ªa la extinci¨®n del marisco en la r¨ªa. Las quejas de estas campesinas fueron disueltas a base de ca?onazos por parte de las autoridades. A pesar de ello, las mujeres que participaron en estas reivindicaciones no fueron castigadas con la dureza que se esperar¨ªa. "Supongo que se trataba de una forma de ocultar la participaci¨®n de mujeres en el ¨¢mbito p¨²blico, algo contrario a lo que propugnaba el r¨¦gimen", explica Freire. Solo una campesina estuvo detenida durante seis meses por haber participado en una protesta en Mazaricos. "El caso de esta localidad fue uno de los m¨¢s sonados, ya que dos hombres murieron tiroteados por la Guardia Civil", cuenta Freire.
El trabajo que realiz¨® la historiadora, que prepara su doctorado sobre los conflictos en el rural durante el franquismo, demuestra que la etiqueta de conformista que se le asigna a la sociedad rural gallega est¨¢ lejos de la realidad. "Creo que esta idea viene del apoyo que prest¨® esta zona al bando nacional durante la guerra", asegura. As¨ª, explica que la implantaci¨®n de impuestos abusivos o la apropiaci¨®n de terrenos por parte del r¨¦gimen desencaden¨® protestas importantes.
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