Eguiguren, Patxi, Zapatero

Uno de los problemas de la democracia contempor¨¢nea es la sacralizaci¨®n de los medios con olvido de los fines, sostiene Tzvetan Todorov. Se refiere sobre todo a la econom¨ªa, pero la observaci¨®n es aplicable al debate pol¨ªtico actual en Espa?a, y especialmente al laberinto en que nos estamos metiendo a prop¨®sito del fin de ETA. Todos dicen que ese fin est¨¢ m¨¢s cerca que nunca, pero casi nadie se resiste a hacer algo para alejarlo. El medio, la no presencia de Sortu en las elecciones de mayo se ha convertido en un fin en s¨ª mismo, con olvido del objetivo: conseguir que sea la izquierda abertzale la que, para salvarse ella, acabe con ETA; le obligue a disolverse.

La estrategia antiterrorista de los ¨²ltimos a?os buscaba ese efecto, que ahora parece pr¨®ximo. Es cierto que para que culmine es conveniente mantener el nivel de exigencia, pero de acuerdo con la nueva situaci¨®n y no limit¨¢ndonos a repetir el silogismo de que si Sortu es Batasuna y Batasuna es ETA, Sortu es ETA. M¨¢s realista es deducir que Sortu es Batasuna iniciando su ruptura con ETA, lo que debe tenerse en cuenta para que juegue a favor del objetivo de la disoluci¨®n.

Es absurdo arriesgar la unidad contra ETA por asuntos discutibles convertidos en dogmas

Es absurdo convertir en motivo de ruptura afirmaciones como la de Patxi L¨®pez cuando dice que Sortu y ETA no son lo mismo. Puede que sea algo precipitado decirlo, pero m¨¢s lo es deducir que todo es un montaje pactado entre Batasuna y ETA. Incluso si lo hubiera sido en su origen, las cosas han ido demasiado lejos para que los de Otegi puedan dar marcha atr¨¢s; y a lo que queda de ETA no le gusta que le digan que ya no es necesaria.

Este a?o se cumplen 25 del asesinato de Yoyes. El colectivo de presos de ETA justific¨® ese crimen con el argumento de que la presencia en la calle de esa exdirigente pod¨ªa "inducir a creer que la lucha armada ya no es necesaria". El argumento refleja un rasgo esencial del pensamiento fan¨¢tico: lo ¨²nico que no requiere justificaci¨®n es la necesidad de matar. En condici¨®n de tal es reproducido por Jorge Sempr¨²n en su novela Netchaiev ha vuelto. Antecedentes como el de Yoyes fueron tenidos en cuenta por el Tribunal Constitucional para considerar que el rechazo p¨²blico de los atentados de ETA por parte de Batasuna tendr¨ªa fuerte significaci¨®n como indicio de ruptura de la vinculaci¨®n con ETA.

Si la unidad de los partidos democr¨¢ticos es tan importante para derrotar a ETA como se dec¨ªa con tanta raz¨®n durante la anterior legislatura, no tiene sentido ponerla en peligro por temas discutibles convertidos en bandera incuestionable. Lo cual es aplicable a muchos portavoces del PP, pero tambi¨¦n a personalidades socialistas como Eguiguren. Su art¨ªculo del martes combina cr¨ªticas justificadas al PP con apreciaciones tan superficiales como las que critica. El reproche de fondo se dirige a Zapatero y su Gobierno, acusados de pasividad. Es decir, de no alentar el proceso abierto con iniciativas pol¨ªticas.

Si se refiere a que el Gobierno deb¨ªa haber dejado pasar a Sortu sin impugnar su inscripci¨®n (cosa que pod¨ªa haber hecho), la bronca actual m¨¢s bien indica que fue un acierto actuar de manera que tuvieran que intervenir los tribunales: que el desenlace, cualquiera que sea, venga avalado por el sistema judicial, incluyendo Estrasburgo (cuya ¨²ltima resoluci¨®n en relaci¨®n a unas supuestas injurias de Otegi al Rey demuestra que no es un tribunal al que quepa atribuir una tendencia prejuiciada, lo que a su vez refuerza la legitimidad de su sentencia de 2009 sobre la ilegalizaci¨®n de Batasuna).

Respecto a otras iniciativas, desde la izquierda abertzale se ha planteado la necesidad de poner en marcha medidas penitenciarias que preparen el terreno para el "acuerdo democr¨¢tico que solucione el conflicto". Es decir, la preparaci¨®n de la mesa de partidos que, como dice ETA, alcance un consenso sobre "la formulaci¨®n" del reconocimiento de la autodeterminaci¨®n y la territorialidad. Fue el propio Eguiguren quien, en junio del a?o pasado, argument¨® que para ETA o la izquierda abertzale era m¨¢s f¨¢cil "renunciar a la lucha armada a cambio de nada que a cambio de contrapartidas pol¨ªticas". Porque nunca el Gobierno podr¨ªa darles lo que ellos se considerar¨ªan obligados a exigir ni ellos aceptar lo que el Gobierno pudiera ofrecerles. Es decir, que es m¨¢s f¨¢cil que ETA se retire por decisi¨®n propia que como efecto de una negociaci¨®n.

Tras algunas dudas, el Gobierno ha decidido no entrar en una din¨¢mica de concesiones pactadas y no hacer nada en favor de la legalizaci¨®n mientras ETA no se disuelva. Con el asunto en manos de los tribunales, la actuaci¨®n pol¨ªtica debe dirigirse no a favorecer o impedir la participaci¨®n electoral de Sortu sino a crear condiciones que favorezcan la autodisoluci¨®n; entre ellas, la de que el nuevo partido se lo exija. Y esto ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil sin concesiones que con ellas, si bien dejando abierta la posibilidad de medidas de reinserci¨®n de presos ya condenados; pero no como condici¨®n sino como consecuencia de la disoluci¨®n.