Van Dyck dorm¨ªa en la Academia
Recobrado y restaurado el lienzo 'La Virgen y el Ni?o y los pecadores arrepentidos', que permaneci¨® olvidado en los almacenes de la calle Alcal¨¢, 13
Un lienzo de Anthonius van Dyck, pintor flamenco del siglo XVII cuyas obras figuran hoy entre las m¨¢s cotizadas del mundo, ha sido redescubierto, autentificado y restaurado en los s¨®tanos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde dorm¨ªa un sue?o centenario. Se trata de La Virgen y el Ni?o con los pecadores arrepentidos, pintado por Van Dyck en Italia en torno al a?o 1625. Hasta ahora se cre¨ªa que era una copia.
El cuadro representa a la Virgen Mar¨ªa con Jes¨²s en brazos y tres figuras que, arrobadamente, les miran: una central, femenina, Mar¨ªa Magdalena, con ropaje blanco satinado, que evoca las inconfundibles masas crom¨¢ticas de Tiziano contempladas por Van Dyck en un juvenil viaje a Italia; otra figura encarna al hijo pr¨®digo, en un segundo plano, y la tercera, al rey David, en una composici¨®n que la finura sentimental de Van Dyck supo magistralmente trenzar para dar idea de que frente a sus tres respectivos pecados, prostituci¨®n, prodigalidad y adulterio, ante la figura de la Virgen Mar¨ªa y de su hijo mostraban su devoto arrepentimiento. Precisamente, algunos arrepentimientos -retoques introducidos por Van Dyck para enmendar sus obras- han permitido ahora atribuir esta joya al excelso artista flamenco. As¨ª, un pa?o que recubri¨® inicialmente el regazo de Jes¨²s fue retirado por Van Dyck con posteriores pinceladas que hicieron aflorar carnaciones hasta entonces inexistentes.
Los an¨¢lisis de pigmentos y de rayos X acreditan su autor¨ªa
Desde el pasado julio, las restauradoras Silvia Viana, Judith Gasca y ?ngeles Sol¨ªs han acometido un esmerado trabajo que ha incluido contundentes an¨¢lisis de pigmentos y pruebas radiol¨®gicas. El cuadro, pintado en torno a 1625, perteneci¨® a la colecci¨®n del Duque de Medina de las Torres, en el virreinato espa?ol de N¨¢poles. Sigui¨® ruta hasta Amberes, primero, para recalar en Espa?a, concretamente a la antesacrist¨ªa del monasterio de El Escorial, bajo el reinado de Felipe IV, mediado el siglo XVII. En el recinto escurialense permaneci¨® abierto a la contemplaci¨®n p¨²blica hasta la invasi¨®n napole¨®nica de 1808 en la que, de manera sorprendente, se salv¨® del expolio al que fueran sometidas por la soldadesca miles de obras de arte. Tiempo despu¨¦s, el cuadro fue a parar a la Real Academia de Bellas Artes, en la calle de Alcal¨¢, 13. All¨ª pas¨® a ocupar un lugar recoleto de sus almacenes, para integrarse luego en un olvidado peine, soporte de obras de arte. En 1973, Mat¨ªas D¨ªaz Padr¨®n, futuro conservador de Arte Flamenco del Museo del Prado y m¨¢ximo especialista en Van Dyck, por indicaci¨®n de su maestro Diego Angulo, comenz¨® a columbrar en su tesis doctoral que el autor de tan magna obra era el ub¨¦rrimo artista flamenco, atribuci¨®n que ahora acaba de ser confirmada tras un minucioso proceso de an¨¢lisis qu¨ªmicos y radiol¨®gicos, "avalado por exhaustivos estudios hist¨®ricos y contrastado por especialistas", seg¨²n confirma el historiador del Arte Jos¨¦ Mar¨ªa Luz¨®n, director del Museo de la Real Academia.
Anthonius van Dyck naci¨® en Amberes en 1599. Fue coet¨¢neo de Diego Vel¨¢zquez. Precisamente, se cree que el genial sevillano dej¨® su impronta en este cuadro del pintor flamenco. Es conocida la afecci¨®n de Vel¨¢zquez por redimensionar los lienzos que, como guardi¨¢n de las colecciones reales, ¨¦l custodiaba. "En esta obra de Van Dyck", explica Jos¨¦ Mar¨ªa Luz¨®n, "se aprecia claramente que la tela fue prolongada hasta siete cent¨ªmetros en su longitud inicial, hecho que permite sospechar que pudo deberse a Vel¨¢zquez".
El artista flamenco, hu¨¦rfano de madre desde los ocho a?os, se hab¨ªa formado en el taller de Hendrick van Balen. Su vida coexisti¨® con la de Pedro Pablo Rubens. Tras un f¨¦rtil viaje a Italia, donde estudi¨® la pintura de los grandes maestros, Van Dyck regres¨® a Amberes y fue llamado a la Corte de Londres por Carlos I. All¨ª descollar¨ªa como uno de los mejores retratistas de todos los tiempos, maestro a la hora de representar con sus pinceles emociones tan intensas como el amor, la fe o el arrepentimiento, que tan sublimemente refleja en este tesoro pict¨®rico ahora recobrado. La fuerza pl¨¢stica, la sutileza r¨ªtmica, la finura expresiva y la singularidad instant¨¢nea que capta en sus composiciones corroboran, con las credenciales de la anal¨ªtica cient¨ªfica aqu¨ª empleada, la certeza de su autor¨ªa.
La obra podr¨¢ ser vista en mayo en Madrid, en una exposici¨®n monogr¨¢fica, Ecos de van Dyck, que la semana entrante visita la sede de Caja Murcia, entidad patrocinadora de la restauraci¨®n.
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