De Fukushima a Hiroshima
Mujeres con ni?os y estudiantes huyen al sur y llenan los trenes de la l¨ªnea que acaba en la simb¨®lica ciudad
El miedo a la radiactividad, a los terremotos, a los cortes de luz, a la escasez y, en definitiva, a un mundo distinto del que estaban acostumbrados a vivir, empuja sobre todo a los japoneses que tienen ni?os peque?os a huir del noreste del pa¨ªs, escenario de la cat¨¢strofe que comenz¨® el viernes pasado con un terremoto, prosigui¨® con un devastador tsunami y termin¨® por desatar una cat¨¢strofe nuclear en la central de Fukushima, 240 kil¨®metros al norte de Tokio.
Quien estos d¨ªas tome alguno de los shinkansen (tren bala), que cada pocos minutos atraviesan Jap¨®n del noreste al suroeste, no se creer¨¢ que este pa¨ªs tiene uno de los ¨ªndices de natalidad m¨¢s bajos del mundo -1,2 hijos por mujer- ni que la poblaci¨®n comenz¨® a decrecer en 2007. Desde entonces se ha reducido en unos 700.000 habitantes, y si no lo ha hecho m¨¢s es porque la sociedad japonesa es la m¨¢s longeva del mundo.
Muchos viajeros se dirigen a Osaka, al aeropuerto; el de Tokio est¨¢ colapsado
Unas 140.000 personas murieron en Hiroshima por la explosi¨®n nuclear
Seg¨²n las autoridades locales, muchos de los 15.000 muertos y desaparecidos por el tsunami que arras¨® cientos de kil¨®metros de la costa japonesa han sido ancianos que viv¨ªan solos. En la actualidad, el 21,3% de los japoneses tiene m¨¢s de 65 a?os.
"Los ni?os est¨¢n muy inquietos. Desde el viernes pasado no dejan de sonar las alarmas de terremoto [en los m¨®viles y en la televisi¨®n] y yo estoy preocupada por la radiaci¨®n. No pod¨ªa soportar Tokio", dice Mariko, quien con sus dos hijos, el mayor de cuatro a?os y el peque?o de nueve meses, ha aceptado la invitaci¨®n de una amiga que vive en Nara, cerca de Osaka. Para Mariko ha sido f¨¢cil: no trabaja, lo dej¨® durante su primer embarazo, y el hijo mayor a¨²n no va al colegio. El marido se ha quedado en Tokio: "?l no tiene miedo y tampoco tiene vacaciones".
El shinkansen es habitualmente muy silencioso, pero ahora, con tanto ni?o, parecen animarse unos a otros y las risas, los llantos y hasta los gritos -impensables hace unos a?os- salpican el aire y rompen la tensi¨®n que se respira entre los adultos. "Creo que nos quedaremos en Nara dos semanas. Conf¨ªo en que para entonces no haya radiactividad y disminuya la actividad s¨ªsmica", se?ala.
En un pa¨ªs donde los extranjeros apenas suponen el 2% de la poblaci¨®n, tambi¨¦n es excepcional la cantidad de europeos, asi¨¢ticos y americanos que estos d¨ªas llenan los trenes. Muchos de los que ayer se bajaron en Osaka, camino del segundo aeropuerto internacional de Jap¨®n -el de Tokio est¨¢ colapsado-, tambi¨¦n eran familias con ni?os.
Muchas multinacionales han instado a sus expatriados a salir de Jap¨®n. Francia ha sido el primer pa¨ªs en recomendar a sus ciudadanos que abandonen Tokio. Espa?a ha recomendado a los suyos que se alejen 120 kil¨®metros de Fukushima. Jap¨®n, pese a la alta radiactividad que desprende la central, mantiene la exclusi¨®n en torno a la central en 20 kil¨®metros a la redonda.
En el shinkansen viajan tambi¨¦n muchos universitarios, como Masako Kato, de 22 a?os y estudiante de segundo de Derecho en la Universidad tokiota de Chuo. En Jap¨®n, las vacaciones de invierno para los universitarios duran dos meses, febrero y marzo, por lo que muchos han aprovechado para escapar al sur. Masako va a visitar a sus abuelos, que viven en Himeji, una ciudad cercana a Kobe.
Aunque es muy joven, Masako ya ha vivido las dos peores experiencias s¨ªsmicas de Jap¨®n en un siglo: la del viernes pasado y la de 1995. Entonces viv¨ªa con toda su familia en Himeji y la tierra tembl¨® en Kobe, en una brutal sacudida tel¨²rica que mat¨® a 6.400 personas y retorci¨® puentes y edificios como si fueran churros. "A m¨ª me da miedo la radiaci¨®n, pero mucho m¨¢s los terremotos. Fukushima se encuentra a 240 kil¨®metros de Tokio y no creo que la radiactividad alcance la capital. Me voy a Himeji porque con todas las alarmas de terremoto de estos d¨ªas, te ahoga la sensaci¨®n de que de un momento a otro la tierra va a comenzar a moverse hasta tragarte", dice.
A 300 kil¨®metros por hora, el shinkansen atraviesa t¨²neles, valles y puentes y ha dejado a la gran mayor¨ªa de sus pasajeros antes de llegar a la estaci¨®n final: Hiroshima, una ciudad de m¨¢s de un mill¨®n de habitantes marcada por la tragedia de haber sido la primera en experimentar el horror de una bomba at¨®mica, en 1945. En Hiroshima murieron unas 140.000 personas y otras 300.000 resultaron heridas o fueron v¨ªctimas posteriores de un veneno desconocido hasta entonces: la radiaci¨®n.
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