Violadas por ser lesbianas
Sud¨¢frica debate la protecci¨®n de los derechos de las mujeres agredidas por su orientaci¨®n sexual - La homosexualidad es un riesgo a?adido en los guetos
"Es nuestra responsabilidad asegurar que las v¨ªctimas de violaciones correctivas denuncien los casos", dijo hace un a?o el responsable del Ministerio de Justicia sudafricano. Al d¨ªa siguiente, Millicent Gaika iniciaba su en¨¦sima peregrinaci¨®n a los juzgados para enfrentarse al hombre que la viol¨® para "curarle de ser lesbiana". Como las veces anteriores, regres¨® a su casa. El juicio fue pospuesto porque ni los testigos ni el m¨¦dico que la tendi¨® tras la agresi¨®n estaban presentes.
Gaika no es la ¨²nica. El juicio por el asesinato de Zoliswa Nkonyane, lesbiana de 19 a?os, tambi¨¦n en Ciudad del Cabo, se ha pospuesto 32 veces, la ¨²ltima la pasada semana. Los grupos de activistas en Sud¨¢frica piden la aprobaci¨®n de una ley espec¨ªfica para castigar los que definen como "cr¨ªmenes de odio", y que mientras tanto sea el Gobierno el que supervise cada caso.
En mayo se cumplir¨¢ un a?o y un mes de la agresi¨®n a Millicent, de 30 a?os y vecina del barrio de Gugulethu, uno de los asentamientos m¨¢s antiguos de la ciudad y producto del apartheid. Millicent regresaba a su casa por la tarde, acompa?ada de sus amigas, cuando otro vecino, Andile N., a quien ella conoc¨ªa, le pidi¨® un cigarrillo. Millicent no sab¨ªa que Andile ya ten¨ªa una condena por violaci¨®n ni esperaba que aquel hombre, que siempre la hab¨ªa tratado con respeto y que sab¨ªa que ella es lesbiana, la asaltara, la metiera en su chabola y la violara durante cinco horas. "Crees que eres un hombre, pero te voy a ense?ar que eres una mujer. Te voy a pre?ar, vas a darme un hijo", es lo que le espet¨® el violador, seg¨²n la denuncia. Un grupo de vecinos decidi¨® tirar la puerta abajo y rescatar a Millicent. Pero el horror no acab¨® ah¨ª.
Pese a la oposici¨®n de las activistas, Andile N. obtuvo libertad bajo fianza. Se le prohibi¨® acercarse a Millicent, aunque ambos viv¨ªan en el mismo barrio. ?l no paraba de acosarla y ella tuvo que cambiar de residencia.
Entonces empezaron las visitas a los juzgados. El ¨²ltimo retraso se produjo porque los testigos no fueron avisados. "La polic¨ªa no hace su trabajo", explica Funeka Soldaat, miembro de Free Gender, una de las m¨¢s de diez ONG que iniciaron una campa?a para recoger firmas contra los "cr¨ªmenes de odio".
En diciembre, la campa?a lleg¨® a internet a trav¨¦s de una petici¨®n (en el sitio www.change.org) motivada por el suicidio, el mes anterior, de una lesbiana que hab¨ªa sido asaltada. En pocas semanas recogieron 170.000 firmas de 163 pa¨ªses, y si antes el acceso al Ministerio de Justicia parec¨ªa imposible, ahora fueron los responsables del Gobierno los que contactaron con los activistas.
El pasado lunes se reunieron por primera vez en el Parlamento de Ciudad del Cabo y acordaron adoptar un plan de acci¨®n y una comisi¨®n de trabajo para afrontar los peligros que supone ser gay, lesbiana o transexual en los guetos de las ciudades sudafricanas. "Se pasa miedo, hay una atm¨®sfera de amenaza a la que te acostumbras... a sobrevivir", dice Soldaat. Sud¨¢frica fue el primer pa¨ªs en prohibir en su Constituci¨®n la discriminaci¨®n por orientaci¨®n sexual y el primer pa¨ªs africano en legalizar el matrimonio homosexual. Aun as¨ª, las estad¨ªsticas de violencia machista son unas de las m¨¢s elevadas del mundo.
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