"En Espa?a el librero padece una gran soledad"
En la atm¨®sfera que rodea a Sigrid Kraus en Salamandra, la editorial espa?ola de Harry Potter que ella dirige, se podr¨ªa grabar un concierto de m¨²sica cl¨¢sica de alta fidelidad. En el cuarto de al lado trabaja con n¨²meros, y en silencio, Pedro del Carril, su marido, que lleva el aspecto material del negocio; Pedro viene de una larga tradici¨®n editorial, y ella se hizo editora desde su pasi¨®n por la lectura. Esa es la sustancia de su trabajo. Y como todo lugar en el que se lee, aqu¨ª el silencio parece una m¨¢xima llevada a rajatabla. Acaban de cumplir 10 a?os, en cuyo curso aquella serie de J. K. Rowling les dio un ¨¦xito (y un sustento) ahora legendario, pues en gran parte gracias a esos libros pensados y escritos para el mundo de los ni?os o de los adolescentes han construido una editorial verdaderamente adulta, arriesgada, con sus ojos abiertos a lo que se escribe fuera de las fronteras del espa?ol. Pues hasta ahora no han publicado ninguna obra escrita originariamente en este idioma.
"Lo que debe preocuparnos es la creaci¨®n. Que un autor se siente y escriba lo que tiene que escribir. Lo que le sale de dentro"
Nosotros irrumpimos en ese silencio en el que trabajan para que Sigrid, alemana de 47 a?os que ahora es tambi¨¦n europea de Espa?a, nos cuente qu¨¦ hay detr¨¢s de esta historia y qu¨¦ vislumbra a partir de las actuales incertidumbres. En un momento determinado da un toque de atenci¨®n: "En Espa?a, los libreros padecen una gran soledad". Para llegar ah¨ª hablamos de c¨®mo se monta una editorial que al final rompe incluso las utop¨ªas que se hab¨ªan marcado sus ilusos fundadores.
Pregunta. ?C¨®mo lo hicieron?
Respuesta. Empezamos como Emec¨¦, donde estaba Pedro. Detr¨¢s de Emec¨¦ hab¨ªa una largu¨ªsima tradici¨®n en Argentina, y Pedro la representaba en Espa?a. Entonces esta editorial era la Gallimard de Am¨¦rica Latina. Desde peque?a, por otra parte, respir¨¦ libros, porque mi abuelo publicaba, y esas cosas cuentan.
P. ?Qu¨¦ es eso de respirar libros?
R. Todo lo que te rodea. Pedro ten¨ªa que ir a contar libros en vacaciones desde los 15 a?os, veranear con Bioy Casares, estar con Borges en su casa tomando el t¨¦; y en mi casa mi abuelo escrib¨ªa libros de no ficci¨®n y hablaba, com¨ªa y discut¨ªa y se peleaba con su editor. Esto es respirar libros. Los dos crecimos en ambientes as¨ª.
P. De Emec¨¦ se llevaron el olor de los libros. Y la experiencia de editar.
R. Yo me hab¨ªa formado en Alemania, como editora, como librera... All¨ª es fant¨¢stico: trabajas tres meses en una editorial, te pagan un sueldo, est¨¢s tres meses en cada departamento durante dos a?os y medio y a la vez vas a una especie de universidad especializada solo en el mundo editorial... Luego te env¨ªan a trabajar en imprentas, en librer¨ªas... Mejor imposible. Hab¨ªa hecho pr¨¢cticas largas en editoriales del grupo Bertelsmann, en Londres, para conocer un grupo desde dentro. Trabaj¨¦ con una agente literaria y luego fui a C¨ªrculo de Lectores, pero dur¨¦ poco... Entonces ya estaba Pedro montando aqu¨ª Emec¨¦ con muy pocos recursos, ¨¦l solito, pr¨¢cticamente, en un cuarto oscuro... Todos los d¨ªas le contaba los problemas que surg¨ªan con este o con aquel libro de C¨ªrculo, hasta que al final me dijo: "Para hablar de eso, casi prefiero que me hables de nuestros libros. Vente conmigo". Luego vino Salamandra, hace 10 a?os.
P. Una pareja se junta en un cuarto oscuro y decide montar una editorial... ?Qu¨¦ tienen que hacer para romper el silencio que hay cuando nace algo?
R. El desinter¨¦s absoluto y total por tus libros. Recuerdo que en nuestra primera comida con el distribuidor ¨¦l miraba para otro lado mientras com¨ªa. Le explic¨¢bamos el libro y miraba por la ventana, saboreaba la comida, beb¨ªa el vino. Yo me dec¨ªa: "?Este hombre ni me est¨¢ escuchando! ?C¨®mo lo vamos a hacer?". Creo que ah¨ª est¨¢ la ventaja de ser joven e ignorante a la vez, porque crees que puedes con todo, que todo se puede lograr. Esto ahora me parecer¨ªa imposible. Era un momento dur¨ªsimo en Espa?a, el del gran colapso... Pero hab¨ªa algo bueno: nac¨ªamos en contra de algo, como el hijo que se enfrenta al padre. Quer¨ªamos hacerlo distinto, demostrar que funcionar¨ªa el resultado de nuestra energ¨ªa. Es un privilegio intentarlo.
P. Pedro romp¨ªa una tradici¨®n. ?Eso no produce, en tiempos de cat¨¢strofe, una enorme sensaci¨®n de abismo? Cuando uno rompe con el padre, ?qu¨¦ rompe?
R. Creo que Pedro buscaba ese vac¨ªo. Cuando has crecido en un entramado familiar, con un apellido, lo que quieres es llamarte simplemente Pedro. A m¨ª me ocurri¨® lo mismo: me encantaban los libros, quer¨ªa trabajar con libros y me daba todo igual. Desde que ten¨ªa 15 a?os, lo que quer¨ªa era hacer libros. Donde fuera.
P. ?En qu¨¦ cre¨ªa tan firmemente?
R. Yo cre¨ªa que si t¨² hac¨ªas un buen libro, un libro bien escrito, que es bonito, que est¨¢ bien escrito, que tiene buena portada, ese libro ten¨ªa que funcionar.
P. Y se dar¨ªa cuenta de que no es tan f¨¢cil. ?C¨®mo era?
R. Hay una larga cadena de gente entre t¨² y el lector; a esa gente la tienes que convencer de que ese libro vale la pena mucho m¨¢s que otros miles de libros igual de buenos, igual de bonitos e igual de bien editados que salen a la vez que el tuyo. Convencer a esa cadena ha sido nuestro trabajo durante a?os y a?os. Un trabajo lento, en el que tienes que ganarte a uno y a otro, convencer al librero, hacerte amigo de distribuidores, pedirles una oportunidad... Hicimos algo raro muy pronto: cogimos una vendedora propia, que iba solo con nuestros libros de librer¨ªa en librer¨ªa. No lo hac¨ªa nadie.
P. ?Qu¨¦ prop¨®sito ten¨ªan?
R. La gente nos dijo: "?Ten¨¦is que crear un nicho, porque el nicho es lo que va a sobrevivir!".
P. Nicho. Qu¨¦ horror de palabra.
R. Les dec¨ªamos: "?Qu¨¦ va! Vamos a ser fieles a nuestra intuici¨®n". Siempre hab¨ªamos cre¨ªdo que la honestidad nos iba a llevar lejos: la honestidad con el librero, con el lector, con el periodista, con el distribuidor y con el autor. Eso es fundamental en nuestro negocio. Es algo que se respira poco, y muchos fallos parten de ah¨ª. Tienes que estar convencido de lo que haces, y no has de mentir, no dar gato por liebre... Ese era un prop¨®sito. El otro, seguir la intuici¨®n, nuestra intuici¨®n. Si aparece un libro juvenil que me gusta, pues lo editamos. Si me gusta una novela de un se?or h¨²ngaro muerto, la editamos tambi¨¦n... La intuici¨®n, el olfato.
P. Ahora los libros parecen llevar una vitola previa. ?C¨®mo era esa b¨²squeda?
R. Ahora lo que se hace es ir detr¨¢s. ?Triunfa Stieg Larsson? Todos buscan otro Stieg Larsson. ?Triunfa Harry Potter? Todos buscan otro Harry Potter. ?Por qu¨¦? Porque muchos trabajan en grandes corporaciones, y un se?or de una gran corporaci¨®n no entiende que t¨² digas: "Mira, no, vamos a correr un riesgo y vamos a ir ciegamente por este libro o este autor aunque nadie sepa si va a funcionar o no". Mis colegas, que tambi¨¦n son muy buenos editores, est¨¢n obligados a convencer a sus superiores con argumentos como estos: "No, es que esto es como Stieg Larsson, o como Stephenie Meyer...". Necesitan argumentar as¨ª para imponer un libro. Yo no lo necesito. Ese es mi privilegio.
P. ?Esa necesidad de repetir las f¨®rmulas no convierte las librer¨ªas en espect¨¢culos planos, donde todo parece C, donde no hay ni A ni B?
R. S¨ª. Y lo peor es que lo que me llega de fuera tambi¨¦n es as¨ª. Cada vez es todo m¨¢s uniforme. Creo que incluso algunos escritores ya obedecen a esas presiones. Sus agentes deben decirles que intenten hacer algo tipo Stephenie Meyer o de otros porque es lo que la gente quiere. ?Es un error!
P. ?Est¨¢ ah¨ª la verdadera crisis del libro?
R. S¨ª. Hace a?os que digo que la verdadera crisis del libro va a empezar en la creaci¨®n, no en el producto final. Estamos tan obsesionados con el final del libro, c¨®mo va a ser, si va a ser electr¨®nico o no, c¨®mo se va a distribuir... cuando lo que debe preocuparnos es la creaci¨®n, que un autor se siente y escriba lo que tiene que escribir, lo que le sale de dentro... Y eso es cada vez m¨¢s dif¨ªcil.
P. Inge Feltrinelli, cuya editorial es tambi¨¦n heredera de la intuici¨®n, nos dec¨ªa que se est¨¢ produciendo una equiparaci¨®n que se ve tanto en las librer¨ªas como en las mentes, en la conversaci¨®n. Todo tiene que ser como ya fue. ?Qu¨¦ sensaci¨®n le produce todo esto?
R. Es uno de los peligros del mundo globalizado. Aunque el mundo globalizado suene tan bonito y tenga muchas ventajas, no deja de ser tambi¨¦n una uniformaci¨®n del mundo. El famoso Internet tambi¨¦n hace que todos seamos cada vez m¨¢s parecidos, m¨¢s iguales... ?Qu¨¦ escritores interesantes surgen ahora?... El otro d¨ªa le¨ª la palabra nerd, que en los a?os ochenta era despectiva; ahora es el raro, el que discute, el que est¨¢ loco, o es un creativo, un t¨ªo raro que de ni?o jugaba solo en el patio... Esos son los pocos que nos est¨¢n ahora dando las ideas. Son los de Apple, Google... A estos, a los raros, nuestro sistema educativo los est¨¢ aplastando. Y un escritor es un nerd tambi¨¦n. Y tambi¨¦n lo aplastan.
P. Se aprecia que los autores ahora se preocupan por seguir las tendencias, por los contratos, por su relaci¨®n con los agentes... Se pierde el h¨¢bito po¨¦tico, quiz¨¢...
R. Tambi¨¦n somos nosotros los culpables. Los hemos enredado y los hemos metido en esta red. Al autor que ha tenido ¨¦xito, la industria le ha presionado tanto para vender lo que a¨²n no ha escrito... Por ejemplo, se hacen contratos por m¨²ltiples libros, y los autores se quedan ah¨ª atrapados porque tienen que escribirlos...
P. ?Qu¨¦ se puede hacer para que el libro recupere su sitio en la sociedad?
R. El tiempo que viene ahora, que va a ser duro porque dicen que va a vencer el libro electr¨®nico, no creo para nada que vaya a ser uniforme, creo que van a coexistir unos libros con otros. Puede ser que arrinconen al libro de papel, que lo coloquen en sitios menos importantes, que pierda todo este glamour; pero puede ser que tambi¨¦n se calmen las cosas y que el libro vuelva a estar en el sitio de antes.
P. ?Y que se publique menos?
R. Tambi¨¦n se tiene que publicar mucho menos. Quiz¨¢ con toda esta revoluci¨®n se empiece a publicar menos. Me encontr¨¦ con un gran magnate editorial y me dijo: "Creo que las grandes editoriales como las nuestras no pueden existir en el futuro, se tienen que romper en peque?as entidades de servicios, tendr¨¢n que trabajar para unos y para otros...". Quiz¨¢ no est¨¦ mal y volvamos a un tama?o m¨¢s humano, a una medida de lo que es el autor.
P. Con respecto a estas cat¨¢strofes que se auguran, ?cu¨¢l es su intuici¨®n?
R. Creo que van a coexistir muchos a?os m¨¢s los libros electr¨®nicos y los de papel. Podemos seguir editando tranquilamente mucho tiempo. Siempre quedar¨¢ alguien leyendo libros de papel. Yo misma leo libro electr¨®nico desde hace unos tres a?os y debo decir que lo encuentro muy poco sexy, digamos. Y me preocupa el tema del copyright, eso no lo veo claro.
P. ?Qu¨¦ problema ve?
R. Toda esta corriente que hay en la Red diciendo que el libro se puede bajar sin pagar. Hay gente con una idea muy buc¨®lica del mundo en la que todos comparten todo con todos y no se paga por lo intangible. Si esto es as¨ª, tampoco deber¨ªa pagarse por lo tangible. ?Esto sirve para los libros pero no para los coches? ?C¨®mo se articula eso? Son ideales respetables, no son unos monstruos, pobres chicos, pero ah¨ª veo un peligro, y es que hemos fallado todos en la educaci¨®n. Hemos educado generaciones que no han entendido el concepto y la maravilla del copyright; no han entendido que es un avance impresionante desde el Renacimiento, en el que el artista por fin se salv¨® del mecenas. Ahora, si esto es as¨ª, el artista tendr¨¢ que volver al mecenas.
P. ?Y cu¨¢l es la posici¨®n de Salamandra con respecto al e-book?
R. Lo estamos haciendo todo muy lento; el privilegio del independiente, peque?o o mediano, es poder observar c¨®mo el grande va probando. Y a ver qu¨¦ pasa.
P. ?Le inquieta?
R. No, no me inquieta. De verdad que de momento no me inquieta. Me parece curioso pensar que lo maravilloso de mi trabajo es que al final hay un objeto. Cuando leo un original, visualizo un libro en mi mente, y esa visi¨®n es la que trato de transmitir... Pensar que ese producto final es un texto en una pantalla hace que mi trabajo deje de existir. Ya no hay objeto, ya no soy una artesana. Yo me considero una artesana. Si no hubiera objeto, ser¨ªa otra cosa...
P. ?Qu¨¦ ser¨¢ ese editor sin objeto?
R. Vamos a ser publicistas y no artesanos. Lo que nos va a preocupar es c¨®mo conseguir que el libro destaque en Internet o donde sea. Eso es publicidad, eso no es producir un objeto bonito que atraiga.
P. ?Hay problemas espec¨ªficos en Espa?a con relaci¨®n a la salud del libro?
R. La ¨²nica cr¨ªtica que le puedo hacer a Espa?a, un pa¨ªs que adoro, es la negligencia en la educaci¨®n; en todas las ¨¦pocas. Y eso es tambi¨¦n un problema para la librer¨ªa. Y el librero est¨¢ en una enorme soledad. Se ha formado a s¨ª mismo, aprendiendo. Tendr¨ªa que tener m¨¢s formaci¨®n, m¨¢s ayudas, jornadas a las que pueda ir a aprender, a formarse, a prepararse... Ah¨ª, en la librer¨ªa, es donde hay que fijarse.
Ojo de lectora
Los libros que hicieron a esta editora:
?Lo que el viento se llev¨®, de Margaret Mitchell. "Lo le¨ª con 12 a?os".
?El mundo de ayer, de Zweig. "Para m¨ª que crec¨ª en Brasil, fundamental para entender Europa".
?Mensagem, de Pessoa. "El primer poeta que me deslumbr¨®".
?Don Casmurro, de Machado de Ass¨ªs. "Mi escritor brasile?o favorito hasta hoy".
?Die Erinnerungen eines alten Mannes, de Wilhelm von K¨¹gelgen. "Memorias de mi antepasado que me ayudaron a entender la historia de mi familia y con esta mi propia identidad".
?Cien a?os de soledad, de Garc¨ªa M¨¢rquez. "Le puso palabras al mundo que recorr¨ªa en Brasil".
?La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza. "Lo le¨ª con 21 a?os y decid¨ª que esta ciudad y esta cultura ten¨ªa que conocerla alg¨²n d¨ªa".
?Los diarios, de Klemperer. "Ah¨ª aprend¨ª que el lenguaje no es inocente".
?A suitable boy, de Vikram Seth. "Descubr¨ª mi fascinaci¨®n por la literatura india".
?Dientes blancos, de Zadie Smith. "Me ayud¨® a entender la sociedad multicultural".
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