Moody's contra el Banco de Espa?a
Las discrepancias entre el tama?o del agujero en la banca reavivan el pulso entre el supervisor y la agencia - Bruselas quiere acabar con el oligopolio de las calificadoras
Jueves 10 de marzo: d¨ªa D para el sistema financiero. El Banco de Espa?a escoge esa fecha para dar un golpe de autoridad con la publicaci¨®n de la cifra m¨¢s buscada: los n¨²meros del agujero en la banca. Pero a primera hora de la ma?ana la agencia Moody's baja un escal¨®n la nota de solvencia de Espa?a. En contra de su procedimiento habitual, resuelve anticipadamente su decisi¨®n sobre la calificaci¨®n. Y de paso, siembra dudas: las razones que gu¨ªan esa rebaja son el limitado avance de la econom¨ªa, las cuentas de las autonom¨ªas y, ante todo, el coste para el Estado de la capitalizaci¨®n de la banca, que cifra entre 40.000 y 50.000 millones. Moody's prefiere no esperar a los datos del Banco de Espa?a (se supone que la mejor informaci¨®n posible: la agencia audita al 90% del sistema y debe extrapolar el resto), omite deliberadamente esas cifras y acapara portadas. Horas despu¨¦s, el Banco de Espa?a reduce el agujero a 15.500 millones. Demasiado tarde: ese dato nace malherido por la jugada de Moody's. El pulso est¨¢ en marcha.
La UE propone una Fundaci¨®n Europea de calificaci¨®n crediticia
Moody's, S&P y Fitch controlan el 94% del negocio en ese sector
Moody's es un mal enemigo. "En el mundo hay dos superpotencias: EE UU y Moody's. EE UU puede destruirte arrojando bombas y Moody's degradando tu solvencia. No est¨¢ claro qui¨¦n tiene m¨¢s peligro", seg¨²n Thomas Friedman, columnista del New York Times. Esa cita, sin embargo, es de hace 15 a?os: desde entonces, Moody's y el resto de grandes agencias (S&P y Fitch) han perdido credibilidad, incapaces de anticipar las crisis. Las cr¨ªticas han llegado hasta el extremo de que el FMI titulaba un cap¨ªtulo de su informe de oto?o Usos y abusos de las agencias de calificaci¨®n.
Frente al activismo contra las agencias en c¨ªrculos acad¨¦micos o en Bruselas, el Banco de Espa?a no ha pasado de lanzar alg¨²n reproche velado "a algunos analistas", reh¨²ye el enfrentamiento directo y declina hacer comentarios a este diario. La vicepresidenta Elena Salgado, en cambio, ha dado rienda suelta a su indignaci¨®n: el pulso existe desde hace tiempo y la fecha elegida por Moody's para ese ¨²ltimo cap¨ªtulo es la gota que colma el vaso. Salgado ha expresado "dudas" sobre el an¨¢lisis de Moody's y asegura que las discrepancias se hubieran resuelto "esperando a que el Banco de Espa?a hiciera su anuncio; a partir de ah¨ª, quien muestre una cantidad distinta tiene que decir en qu¨¦ entidad", algo a lo que la agencia se niega alegando confidencialidad. Tras una emisi¨®n de deuda posterior, Salgado fue tajante: "El mercado se f¨ªa m¨¢s del Banco de Espa?a que de Moody's".
Moody's pensaba en diciembre que las cajas necesitaban 17.000 millones. De las cr¨ªticas de Salgado se infiere que Econom¨ªa (que tampoco quiso hacer comentarios para este reportaje) no ve justificable triplicar ahora la cifra, menos a¨²n sin especificar los supuestos para llegar a 50.000 millones. Moody's replica: los vicepresidentes Mar¨ªa Cabanyes y Alberto Postigo aseguran que los nuevos datos "son consecuencia de aplicar los nuevos requisitos que exige el Gobierno: al ser m¨¢s estricta la definici¨®n de capital y al asumir de forma conservadora que todas las cajas van a necesitar un 10% de capital, las cifras suben". Adem¨¢s, afirman que ese c¨¢lculo se hab¨ªa publicado en un informe anterior, del 28 de febrero, que detalla todos los supuestos que reclamaba Salgado. Y no admiten presiones sobre las fechas: "Los tiempos de las acciones de rating dependen del seguimiento de la calidad crediticia de los emisores y de nuestra valoraci¨®n sobre cu¨¢ndo cambian las circunstancias".
En realidad, se trata de datos relativamente distintos. Los del Banco de Espa?a corresponden al capital necesario en este momento. Los de Moody's son un test de esfuerzo en el que afloran las p¨¦rdidas que esconden las cajas en sus balances. Los 50.000 millones "salen de inferir cu¨¢l ser¨ªa el capital que las cajas necesitan para cubrir esas p¨¦rdidas a la vez que cumplen con los nuevos niveles de capital requeridos", seg¨²n Cabanyes. Las pruebas de esfuerzo europeas dictar¨¢n sentencia, y puede que la partida acabe en tablas: "Saldr¨¢ una cifra superior a la del supervisor, que no ha hecho una prueba de estr¨¦s, e inferior a la de Moody's, cuyo ejercicio es demasiado abrupto", apunta Santiago Carb¨®, asesor de Funcas.
El Banco de Espa?a fue aplaudido al inicio de la crisis por su pol¨ªtica de prudencia, y criticado despu¨¦s por un cierto negacionismo de la crisis. Pero en este pulso los economistas consultados disparan contra Moody's: para Luis Garicano, de la London School of Economics, "la arrogante pereza que supone no esperar a que el Banco de Espa?a saque sus n¨²meros (no sea que haya que estudiarse los datos antes de opinar) es incomprensible en una entidad que, precisamente por no hacer los deberes, tuvo una important¨ªsima parte de culpa con las subprime". "Todos nos equivocamos, pero las agencias un poco m¨¢s", dice Jos¨¦ Carlos D¨ªez, de Intermoney.
Los ataques han llegado al plano institucional: la UE quiere acabar con el oligopolio de las tres grandes agencias, que concentran el 94% del negocio. La regulaci¨®n actual es insuficiente y el Parlamento Europeo ha aprobado un informe con m¨¢s mordiente que lamenta "las estructuras oligopol¨ªsticas del sector" y recuerda que las calificaciones pueden explicar hasta el 70% de los diferenciales de tipos de inter¨¦s en la deuda, seg¨²n el FMI. El malestar viene de lejos, pero las ¨²ltimas rebajas a Espa?a, Portugal y Grecia provocaron indignaci¨®n en el Ecofin. "Nos sublevamos contra las agencias", relat¨® la ministra francesa, Christine Lagarde. Hasta el punto de que Bruselas quiere crear una "Fundaci¨®n Europea de Calificaci¨®n Crediticia completamente independiente", en un m¨¢ximo de cinco a?os. Moody's, S&P y Fitch son anglosajonas, aunque la famosa Tripe A -la m¨¢xima nota que conservan EE UU y Reino Unido pese a sus problemas fiscales- y el contraste con algunas de sus decisiones en Europa no son una simple cuesti¨®n de nacionalidad. Pero Europa quiere tener voz propia en ese asunto.
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