Incentivos y Moody's
Cuando me preguntan cu¨¢les son los principios b¨¢sicos de la econom¨ªa, siempre respondo que el m¨¢s importante es que los agentes responden a los incentivos. Cuando hace mejor tiempo salimos, de media, m¨¢s a menudo a pasear y cuando la gasolina es cara, de nuevo de media, conducimos menos. Esto parece obvio y, como muchas otras cosas obvias, podr¨ªamos sospechar que por ello no es una observaci¨®n particularmente ¨²til. Pero en realidad la idea de que los agentes respondan a los incentivos nos ayuda a entender muchos comportamientos y a ser cuidadosos cuando escuchamos las recomendaciones de terceros.
Pensemos, por ejemplo, en el caso de las agencias como Moody's, que eval¨²an los riesgos de los activos financieros. El objetivo de Moody's es ganar dinero, no hacer un buen trabajo. Si Moody's puede ganar m¨¢s dinero evaluando bien los riesgos, tendr¨¢ un incentivo a producir evaluaciones correctas. Si puede ganar m¨¢s dinero realizando un mal trabajo, el resultado ser¨¢ una p¨¦sima evaluaci¨®n.
Los empleados de Moody's quiz¨¢s protesten por esta descripci¨®n e intenten apelar a su ¨¦tica profesional, pero dado que ellos mismos en su trabajo cotidiano probablemente se f¨ªen poco de los banqueros a los que se les llena la boca defendiendo su ¨¦tica profesional y prefieran ver los n¨²meros puros y duros, en su coraz¨®n estar¨¢n de acuerdo en que los dem¨¢s tambi¨¦n tenemos pocos motivos para fiarnos, sin m¨¢s, de su quehacer.
Moody's vive de su reputaci¨®n: sus ingresos dependen de que los mercados financieros crean en sus evaluaciones. Esta reputaci¨®n sufri¨® un golpe espectacular con la reciente crisis financiera. Los mercados comprobaron que las evaluaciones de los activos inmobiliarios hab¨ªan sido excesivamente optimistas. La respuesta natural de Moody's es reconstruir su reputaci¨®n pecando de excesivo pesimismo y anunciar necesidades de capitalizaci¨®n de las cajas de ahorro espa?olas muy rigurosas a pesar de estar en un escenario de estr¨¦s.
La explicaci¨®n es sencilla. La coyuntura sigue plagada de incertidumbre: no sabemos si la recuperaci¨®n de EE UU ser¨¢ lo suficientemente vigorosa, no sabemos cu¨¢ndo Espa?a empezar¨¢ a crecer con fuerza y a crear empleo y, despu¨¦s del terremoto en Jap¨®n, tampoco sabemos qu¨¦ pasar¨¢ con Asia. Con este panorama, jugar a pesimista tiene pocos riesgos. Si, al final las cosas terminan mal (y la probabilidad de que as¨ª sea es considerable), ah¨ª est¨¢n los informes que profetizaban tales entuertos, con lo cual la reputaci¨®n sube. Si las cosas van mejor de lo anunciado, uno siempre puede balbucear frases vac¨ªas de contenido pero que los medios de comunicaci¨®n m¨¢s incautos recoger¨¢n sin problema, con afirmaciones como "las dudas sobre la econom¨ªa espa?ola en el medio plazo contin¨²an por la ausencia de reformas estructurales decididas" y que tambi¨¦n ayudan a la reputaci¨®n (aunque menos que cuando se acierta en predecir un desastre) pues hacen parecer al que las dice serio y profundo. Y uno puede ir tirando de estas vaguedades hasta que nadie se acuerde de pasados escenarios pesimistas.
Espa?a tiene problemas muy serios que los economistas llevamos resaltando desde hace a?os. Hay muchas, muchas cosas que hacer, incluyendo cerrar la reforma de las cajas, algunos de cuyos detalles claves siguen en el aire. Es m¨¢s, sospecho que los 14.000 millones apuntados por el Banco de Espa?a como necesidades de las cajas bien se pueden quedar muy cortos. Pero no seamos ingenuos cuando leamos los informes de Moody's. Su incentivo es ganar dinero, diciendo verdades o menos verdades seg¨²n les convenga, no ayudarnos.
Jes¨²s Fern¨¢ndez-Villaverde. Universidad de Pensilvania y FEDEA.
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