Un antes y un despu¨¦s de Libia
Tras varias semanas de indecisi¨®n, la comunidad internacional ha decidido al fin implicarse de manera activa en Libia para frenar el imparable avance de las tropas del r¨¦gimen e impedir la ca¨ªda de Bengasi, ¨²ltimo reducto en manos de los rebeldes. De ah¨ª la oportunidad de la resoluci¨®n 1973 del Consejo de Seguridad, que impone una zona de exclusi¨®n a¨¦rea para proteger a la poblaci¨®n civil, que ha sido recibida con j¨²bilo por el Consejo Nacional de Transici¨®n y los opositores a Gadafi.
El despliegue de fuerzas terrestres internacionales en el pa¨ªs norteafricano ha quedado excluido por la propia resoluci¨®n, medida orientada a calmar a la Liga ?rabe pero tambi¨¦n a tranquilizar a las opiniones p¨²blicas occidentales, poco deseosas de verse envueltas en una nueva guerra de incierta duraci¨®n.
No todos los que violan la legalidad internacional van a ser perseguidos igual
Lo expuesto no quiere decir, ni mucho menos, que la intervenci¨®n militar en Libia no genere incertidumbres. Si bien es cierto que puede interpretarse como un retorno al multilateralismo, ya que EE UU no ha actuado en esta ocasi¨®n en solitario y ha contado con el paraguas del Consejo de Seguridad (al contrario de lo que ocurriera en 2003 en Irak), tambi¨¦n lo es que no puede figurar, ni mucho menos, como la carta de presentaci¨®n de un nuevo orden que vele por el cumplimiento de la legalidad internacional en todo el mundo. ?Podr¨ªamos llegar a contemplar que se impongan en el futuro cercano medidas similares a Israel, Bahr¨¦in o Yemen, todos ellos aliados estrat¨¦gicos de EE UU en la regi¨®n?
El informe Goldstone de Naciones Unidas determin¨® que Israel perpetr¨® cr¨ªmenes de guerra y de lesa humanidad en la Operaci¨®n Plomo Fundido contra Gaza sin que ello se haya saldado con la imposici¨®n de ning¨²n g¨¦nero de sanciones. Tampoco parece factible que Washington vaya a revisar su relaci¨®n con Manama, base de la V Flota norteamericana, tras la detenci¨®n de los principales l¨ªderes de la revuelta bahrein¨ª o con San¨¢, elemento central de su lucha contra Al Qaeda, por el asesinato de m¨¢s de medio centenar de manifestantes el pasado viernes. No cabe imaginar un efecto domin¨® en el que todos aquellos que violan la legalidad internacional sean perseguidos con igual encono. La actuaci¨®n de la comunidad internacional debe contemplarse m¨¢s en clave de continuidad que de ruptura.
Otro elemento de preocupaci¨®n es la precipitaci¨®n que ha guiado a la comunidad internacional en los ¨²ltimos d¨ªas, que le podr¨ªa llevar a cometer errores de c¨¢lculo. Los integrantes de la denominada coalici¨®n de voluntarios parecen estar movidos m¨¢s por la conveniencia que por el convencimiento. El presidente Obama, que desde que llegase a la Casa Blanca trata de desembarazarse del envenenado legado que hered¨® en Afganist¨¢n e Irak, ha sido reacio a enfrentarse a Gadafi porque no desea involucrar a su pa¨ªs en una nueva aventura militar de resultados inciertos con la campa?a presidencial de 2012 tan pr¨®xima. Sarkozy, anfitri¨®n de la cumbre aliada celebrada en Par¨ªs, ha visto en la crisis libia la ocasi¨®n de revitalizar la erosionada grandeur francesa despu¨¦s del fiasco vivido en T¨²nez por el Quai d'Orsay. Tambi¨¦n Rodr¨ªguez Zapatero busca sacar r¨¦ditos pol¨ªticos, entre ellos recuperar protagonismo internacional y fortalecer la proyecci¨®n mediterr¨¢nea de nuestra pol¨ªtica exterior tras el fracaso de la Uni¨®n por el Mediterr¨¢neo. Este cortoplacismo de algunos de los integrantes de la coalici¨®n anti-Gadafi podr¨ªa acabar pasando factura en el medio plazo en el caso de que el dictador, como todo parece anunciar, presente una resistencia numantina y prolongue indefinidamente el conflicto para dividir a la comunidad internacional.
Gadafi juega con ventaja en este campo. En 1992 el Consejo de Seguridad ya impuso sanciones contra Libia por su implicaci¨®n en actos terroristas contra intereses occidentales y, en particular, por el atentado de Lockerbie. Gadafi no fue juzgado por ning¨²n tribunal internacional y consigui¨® salir airoso de su particular traves¨ªa del desierto. Finalmente, la comunidad internacional se avino a rehabilitarle a pesar de que no hab¨ªa modificado un ¨¢pice su actitud, ya que sigui¨® reprimiendo con brutalidad a todos aquellos que se atrev¨ªan a cuestionar su autoridad en la escena dom¨¦stica. Esperemos que nuestros dirigentes hayan extra¨ªdo lecciones del pasado y no vuelvan a repetir los mismos errores.
Ignacio ?lvarez-Ossorio es profesor de Estudios ?rabes e Isl¨¢micos de la Universidad de Alicante.
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