Los asesinos tambi¨¦n tienen padres
Reconozco que el t¨ªtulo puede parecer melodram¨¢tico o confundirse con un serial televisivo, pero mi prop¨®sito est¨¢ lejos de esos contenidos. Pretende ser una llamada de atenci¨®n sobre el tratamiento informativo de los sucesos criminales que se transmite a los ciudadanos a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n, con especial relevancia en los telediarios de algunas televisiones. El editor no duda, un asesinato pasional es prioritario.
La elecci¨®n me parece discutible, pero en todo caso el mensaje resulta, casi siempre, demoledor y degradante. El responsable de la emisi¨®n tiene ante s¨ª el abundante material proporcionado por el reportero que se ha trasladado al lugar del sangriento suceso. Puede elegir pasajes y seleccionar textos, pero debe ser consciente de que maneja algo m¨¢s que sangre, venganza y morbo. ?Est¨¢ seguro el responsable de los contenidos de que es prioritario transmitir la irracionalidad de los instintos antes que acercarse al contexto en el que suceden los hechos? Podemos comprender el grito desgarrado de los familiares pidiendo que el asesino se pudra en la c¨¢rcel de por vida, pero es peligroso alimentar los sentimientos vengativos.
Las v¨ªctimas de una tragedia no tienen legitimidad para imponer cambios legales
En la Edad Media, cuando se produc¨ªan acontecimientos semejantes, la tribu reaccionaba expulsando al autor y su familia de la comunidad, priv¨¢ndoles de su patrimonio y exponi¨¦ndoles a todo g¨¦nero de represalias. Hemos progresado asombrosamente, pero los instintos permanecen al acecho.
Algunos pol¨ªticos, ante el revuelo y la pasi¨®n desencadenada, no resisten la tentaci¨®n de ponerse al frente de la manifestaci¨®n. Recaban la opini¨®n de expertos soci¨®logos o demosc¨®picos, prometen endurecer las leyes como remedio taumat¨²rgico y optan por la rentabilidad electoral de una postura populista frente a los inciertos rendimientos de un mensaje sereno, racional y civilizado.
El cuadro informativo se completa con las escenas del traslado de los detenidos a las dependencias del juzgado. Parece que los responsables policiales quieren contribuir al espect¨¢culo. En algunos casos dejan el furg¨®n a 20 o 30 metros de la puerta del edificio, haciendo cruzar al sospechoso ante una jaur¨ªa de ciudadanos que expulsan sus peores instintos a gritos e intentan agredir a una persona esposada en medio de dos polic¨ªas. El riesgo de un linchamiento es alto y debe ser evitado. Por favor, tomen medidas antes de que tengamos que lamentar el espect¨¢culo degradante de una masa enfurecida saciando su venganza con resultados irreparables. Serenar el ambiente es una tarea que a todos nos corresponde. Es indispensable la colaboraci¨®n de los medios que nos muestran el lugar del suceso. En principio, todos podr¨ªamos vernos retratados en esa masa enfurecida.
En una democracia, solo el Parlamento y el Gobierno pueden dirigir las pol¨ªticas legislativas y de seguridad. Las v¨ªctimas, traumatizadas por la tragedia vivida, nunca pueden erigirse en sujetos pol¨ªticos con legitimidad para imponer cambios legales. Tienen derecho a reclamar asistencia material y psicol¨®gica y a denunciar sus carencias. Los que se aprovechan de su dolor alimentando perpetuamente sus angustiosos recuerdos solo merecen el desprecio por el da?o que causan a los afectados y la convivencia.
Sus propuestas son simplistas y monocordes. La cadena perpetua es el b¨¢lsamo que transformar¨¢ la sociedad en un id¨ªlico para¨ªso seguro y sin delincuencia. Para cubrir su desnudez argumental, nos recuerdan que otros pa¨ªses democr¨¢ticos la tienen entre sus penas. Es cierto; y tambi¨¦n ejecutan la pena de muerte. Ignoran o soslayan que en Espa?a una persona que haya cometido varios delitos graves puede estar 40 a?os en prisi¨®n, medida a la que muchos nos hemos opuesto por considerarla inhumana. En los pa¨ªses, como Francia, que conservan la cadena perpetua, la revisan y solo excepcionalmente la pena de prisi¨®n supera los 25 a?os
Felizmente, en algunas ocasiones nos llega una bocanada de aire puro. Hace pocos d¨ªas la madre de la v¨ªctima ped¨ªa, en el mismo lugar de la tragedia que no se criminalizase a los padres y a la familia del posible autor del crimen. A pesar de todo, la atm¨®sfera se vuelve irrespirable y los familiares tienen que abandonar el pueblo a pesar de estos gestos.
La venganza siempre es corrosiva para el que la siente y la alimenta. Termina aniquilando la capacidad de ser feliz. Algunas sociedades la institucionalizan como costumbre legal. En los Estados federales de Norteam¨¦rica que mantienen la pena de muerte, se ofrece la primera fila de palco a los familiares de la v¨ªctima de ese ser humano que ha pasado a?os en el corredor de la muerte pensando en que la ma?ana siguiente ser¨ªa la ¨²ltima. Cuando entra en el recinto, es el ¨²nico que mantiene a salvo la dignidad. Es una persona ante la muerte que piensa, siente y tiene miedo. No todo termina cuando el cuerpo agonizante y convulsionado del reo deja de moverse. Se dan las luces y se disipa la penumbra. Los ejecutores dejan sus instrumentos de muerte y se retiran como los obreros que abandonan el tajo. Los familiares de la v¨ªctima, que han dado rienda suelta a sus pasiones, regresan a sus casas. Tarde o temprano se mirar¨¢n en el espejo y no ver¨¢n su rostro. No es que haya desaparecido, es que est¨¢n muertos.
Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn es magistrado em¨¦rito del Tribunal Supremo.
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