Raz¨®n, coraz¨®n y bolsillo
El motor de los cambios en Espa?a sigue en marcha y nadie deber¨ªa aferrarse demasiado a antiguas certezas -que mantenemos a veces por inercias desterradas ya en el resto de Europa- para defender posturas que resultan viejas a la luz de nuevas leyes. Los avances en derechos han construido un nuevo armaz¨®n legislativo que, ya lo ven, tiene consecuencias.
El informe aprobado por acuerdo un¨¢nime de seis hombres y dos mujeres miembros del Consejo de Estado a petici¨®n de la exministra de Igualdad, Bibiana A¨ªdo, glosa los art¨ªculos de nuevas leyes que aportan una defensa espec¨ªfica de la dignidad de la mujer en este universo desigual. La Ley de Publicidad de 1988, reformada en 2004 y 2007 para incorporar nuevas dosis de igualdad, proh¨ªbe el uso del cuerpo de la mujer como reclamo. Y la Ley contra la Violencia de G¨¦nero de 2004 considera "il¨ªcita la publicidad que utilice la imagen de la mujer con car¨¢cter vejatorio o discriminatorio".
Veamos el art¨ªculo 3 de la Ley de Publicidad: se considera il¨ªcita "la publicidad que atente contra la dignidad de la persona o vulnere los valores y derechos reconocidos en la Constituci¨®n". Se incluyen ah¨ª "los anuncios que presenten a las mujeres de forma vejatoria, bien utilizando particular y directamente su cuerpo o partes del mismo como mero objeto desvinculado del producto que se pretende promocionar, bien su imagen asociada a comportamientos estereotipados que vulneren los fundamentos de nuestro ordenamiento".
La nueva realidad legislativa que ha convertido a Espa?a en referencia de igualdad impone obligaciones y fija nuevos l¨ªmites a una libertad de expresi¨®n que ya conoce otros, como el derecho al honor y la intimidad. Con ellos, los medios hemos convivido sin perjuicio de nuestra primera misi¨®n, la verdad.
Para los peri¨®dicos, abrumados por una crisis que siega los cimientos de su independencia econ¨®mica y amenaza su existencia, el dictamen del Consejo de Estado no puede ser m¨¢s inoportuno, adem¨¢s de discriminatorio respecto a otros medios. Y el desaf¨ªo, por tanto, es mayor. Pero cuestionar inercias, incorporar las sensibilidades que se han abierto paso en la sociedad y, en suma, abrir el debate sobre los l¨ªmites entre raz¨®n, coraz¨®n y bolsillo es nuestra asignatura pendiente.
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