La guerra del peque?o Nicol¨¢s
Sarkzoy ha exhibido la virtud de sus defectos. Sin su oportunismo, su megaloman¨ªa y su atolondramiento ahora Gadafi estar¨ªa de nuevo c¨®modamente instalado en Tr¨ªpoli, dispuesto a chulear a los europeos y al mundo. Probablemente habr¨ªa entrado ya en negociaciones con Rusia y China para cambiar de socios en la extracci¨®n de crudo de las mayores reservas de ?frica y, por supuesto, habr¨ªa castigado la rebeli¨®n con la represi¨®n al uso en esos casos. La paz de los cementerios y las c¨¢rceles se habr¨ªa instalado en Libia, para tranquilidad de quienes consideran que todas las guerras son igualmente indecentes. El p¨¦simo ejemplo de un dictador que disuelve las protestas de su pueblo a ca?onazos y le arrastra a la guerra civil, quedar¨ªa inscrito en el manual de comportamiento para los reg¨ªmenes ¨¢rabes en crisis. Benditos sean pues los defectos de este presidente que nos hab¨ªa proporcionado hasta ahora m¨¢s espect¨¢culos grandilocuentes y penosos que resultados pol¨ªticos eficaces. Intervenir en Libia, aunque fuera tarde y en el ¨²ltimo minuto, es una de las pocas cosas decentes que se pod¨ªa hacer despu¨¦s de sostener a los dictadores durante 40 a?os y de mirar los toros desde la barrera los ¨²ltimos 40 d¨ªas. Nunca vali¨® tanto la frase t¨®pica de que Dios escribe recto con rasgos torcidos. Esta intervenci¨®n militar del s¨¢bado, cuando un pu?ado de aviones franceses destruy¨® a cuatro blindados de Gadafi en las puertas de Bengasi, es lo mejor que ha hecho Sarkozy en toda su vida pol¨ªtica. Se le recordar¨¢ y pasar¨¢ a la historia por ello.
Sarkozy ha tomado tres decisiones graves a espaldas de la UE, pero ha evitado la cat¨¢strofe
Que la intervenci¨®n inicial, suficiente para frenar a Gadafi, haya sido buena no quiere decir que todo est¨¦ ya resuelto ni que todo vaya a ser bueno y ben¨¦fico a partir de ahora. M¨¢s bien al contrario. El uso de la fuerza produce desperfectos tambi¨¦n en quien la usa. Es el retroceso de las armas. Sobre todo si no est¨¢ detr¨¢s el aguante que da un mando ¨²nico, claro y efectivo, bien arropado por un buen consenso pol¨ªtico. Llueven las cr¨ªticas, no sobre Sarkozy, sino sobre Obama. Por demasiado d¨¦bil y por meterse donde no le llaman, por no pedir autorizaci¨®n al Congreso y por no contarnos c¨®mo saldremos del avispero, porque hace como Bush y porque no hace como Bush.
Alemania ha vuelto a despegarse de Europa, algo a lo que hay que empezar a habituarse. Turqu¨ªa tambi¨¦n, y se tensa su posici¨®n dentro de la Alianza Atl¨¢ntica. Los italianos se sienten puenteados por Francia y humillados por Berlusconi, su primer ministro solidario con Gadafi y no con los libios. Rusia, que accedi¨® con su abstenci¨®n a la resoluci¨®n 1973, tiene a la gre?a al presidente Medv¨¦dev y al primer ministro y expresidente Putin. Sarkozy ha tomado tres decisiones graves, a espaldas de las instituciones europeas y sin consultar a sus socios. Reconoci¨® unilateralmente al Consejo Nacional libio como interlocutor de la UE el 10 de marzo en la v¨ªspera del Consejo Europeo: como hizo la Alemania de Kohl reconociendo a Croacia en 1991. Cre¨® una coalici¨®n de voluntarios en el El¨ªseo en una reuni¨®n convocada de urgencia despu¨¦s de que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas diera su aprobaci¨®n a la resoluci¨®n 1973, que autoriza la creaci¨®n por la fuerza de un espacio de protecci¨®n a¨¦rea. Y esta misma tarde lanz¨® un primer ataque a¨¦reo por su cuenta. Ahora est¨¢ acordando y cerrando con Obama la estructura de mando pol¨ªtico de la misi¨®n, la cuarta decisi¨®n sin contar con la UE. Su virtuosa actitud tiene m¨®viles poco virtuosos: borrar sus complicidades con los reg¨ªmenes dictatoriales del norte de ?frica, actuar como l¨ªder europeo e incluso mundial y relanzar as¨ª su imagen presidencial para recuperarse en los sondeos ante el avance amenazador de Marine Le Pen y buscar la reelecci¨®n en 2012.
A pesar del ¨¦xito de Sarkozy en el primer golpe, esta intervenci¨®n militar no tendr¨¢ ¨¦xito por lo que puedan aportar a partir de ahora Francia y su presidente. Sin Estados Unidos y sin la Alianza Atl¨¢ntica no habr¨¢ nada que hacer. Pero la France ha sido reivindicada. Muchos franceses se sentir¨¢n orgullosos. El resto de los europeos no. Sarkozy ha difuminado parte de la verg¨¹enza por la inacci¨®n pero no la verg¨¹enza por el p¨¦simo funcionamiento de las instituciones europeas. Todas, especialmente la UE, pero tambi¨¦n la OTAN. Solo se salva el peque?o Nicolas, con sus gloriosos defectos, ¨²tiles por una vez. Y tambi¨¦n en alguna medida los pol¨ªticos espa?oles, con Zapatero y Rajoy en cabeza, siempre con el paso cambiado, capaces por un d¨ªa de hacer las cosas bien cuando los otros las hacen mal.
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