El Gobierno de Berlusconi anhela un alto el fuego r¨¢pido
Roma propone impulsar un di¨¢logo de reconciliaci¨®n
Cada vez m¨¢s dividido e inc¨®modo dentro de una coalici¨®n en la que pincha poco y corta menos, y cada hora m¨¢s expl¨ªcitamente suspicaz sobre las intenciones francesas, el Gobierno italiano acudi¨® al Senado para informar al Parlamento de su estrategia sobre Libia. Ante la ausencia del primer ministro, Silvio Berlusconi, fue Franco Frattini, el titular de Exteriores, quien ha explicado la posici¨®n del Ejecutivo, que se podr¨ªa resumir con una frase simple: "Nosotros, lo contrario de Francia".
Replicando a lo dicho horas antes por su hom¨®logo franc¨¦s, Alain Jupp¨¦, Frattini explic¨® que Italia no quiere que la OTAN tenga "un mero papel t¨¦cnico" en el conflicto, sino "una cadena de mando unificado". La raz¨®n, enfatiz¨® el ministro, es que Italia no quiere "ser responsable de acciones indeseadas en Libia por parte de otros pa¨ªses".
"Era necesaria una acci¨®n urgente para evitar la masacre de civiles, pero ahora debemos volver a las reglas", dijo Frattini, para quien la "¨²nica precondici¨®n" de la comunidad internacional es que "Gadafi abandone el poder". Italia comparte esa visi¨®n, pero no a costa de una guerra interminable. "No se trata de hacer la guerra sino de impedirla", dijo Frattini; "hace falta un r¨¢pido alto el fuego y abrir una fase pol¨ªtica que desemboque en un di¨¢logo de reconciliaci¨®n nacional entre las fuerzas sociales de Libia".
La ret¨®rica pacifista parece la pen¨²ltima bala de un Gobierno d¨¦bil y desbordado. Toda la divisi¨®n, la improvisaci¨®n y las aprensiones del centro-derecha italiano han salido a la luz desde el inicio de la rebeli¨®n en Bengasi. El Ejecutivo ha mantenido ya posiciones de todo tipo, y muchos analistas han recordado la tendencia hist¨®rica del pa¨ªs a terminar las guerras en el bando contrario al que las empieza.
En el fondo, Roma teme sobre todo el abrupto final de sus privilegiados acuerdos con el r¨¦gimen de Gadafi. Petr¨®leo, gas, sondeos desfavorables y unos 40.000 millones de euros en juego son argumentos de mucho peso.
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