"We don't need no education"
Cuando Pink Floyd sac¨® The wall en 1979, el modelo de rock del que la banda era emblema ya hab¨ªa entrado en decadencia. El punk y la new wave marcaban otros caminos. Adem¨¢s, superar el list¨®n de The dark side of the Moon (1973) -que no consiguieron ni con Wish you were here (1975) ni con Animals (1977)- parec¨ªa una empresa imposible. Tambi¨¦n se antojaba muy dif¨ªcil elaborar un espect¨¢culo m¨¢s extravagante que el de los cerdos voladores de Animals. Sin embargo, The wall ha acabado siendo la obra de referencia que marca el z¨¦nit de esta banda nacida del pop psicod¨¦lico de los sesenta que cambi¨® la manera de entender la m¨²sica como espect¨¢culo.
Los hab¨ªa visto en Toulouse en 1975, en la gira ¨¢cida de The dark side of the Moon, espectacular, pero a¨²n de dimensiones relativamente humanas. Cuando llegaron a Los ?ngeles en 1980 con el montaje de The wall, el estribillo "We don't need no education" todav¨ªa no era un himno generacional y yo no ten¨ªa referencias sobre aquel montaje esc¨¦nico. El concierto tuvo lugar en el pabellon de Inglewood, antigua sede de los Lakers, y solo hubo tres representaciones. Fue extraordinario; las marionetas de Gerald Scarfe, los grandes bloques que iban cerrando el escenario durante la primera parte, los montajes intimistas que surg¨ªan como lienzos del muro funcionaban con la precisi¨®n de una ¨®pera wagneriana dirigida por el mejor de los escen¨®grafos.
Hubo solo 31 representaciones en cuatro ciudades. Luego Pink Floyd se rompi¨® y Roger Waters se pele¨® con el resto de la banda, aunque consigui¨® quedarse con los derechos de la mayor parte de The wall, que fue llevada al cine por Alan Parker. Aquel extraordinario momento pareci¨® quedar para el recuerdo de unos pocos.
Entonces, en 1989, cay¨® el muro de Berl¨ªn, se derrumb¨® el bloque sovi¨¦tico y cambi¨® la historia. Waters, hibernado durante todos esos a?os, hab¨ªa empezado a despertarse y vio la oportunidad. No debi¨® de ser f¨¢cil. Con el resto de la banda segu¨ªa enfadado; Peter Gabriel, Bruce Springsteen y Eric Clapton, no quisieron. Pero Rick Danko, Levon Helm, Van Morrison, Sin¨¦ad O'Connor, Marianne Faithfull, Cyndi Lauper, Joni Mitchell e incluso actores como Albert Finney, aceptaron el reto.
El lugar no pod¨ªa ser m¨¢s emblem¨¢tico: los terrenos bald¨ªos de la antigua Postdammerplatz, la tierra de nadie por la que transcurr¨ªa el muro que separ¨® las dos partes de la capital alemana durante d¨¦cadas. M¨¢s de un cuarto de mill¨®n de personas asistimos alucinadas a un espect¨¢culo estremecedor, de esos que solo suceden una vez. Ahora Waters se atreve a ponerla de nuevo en escena. ?Qu¨¦ espera?
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