A favor de la nueva Libia
El movimiento de solidaridad que ha despertado el conflicto libio a nivel mundial ha logrado reunir, en la misma coalici¨®n, tanto a los Gobiernos occidentales como a los pa¨ªses miembros de la Liga ?rabe
Domingo 20 de marzo. 15 horas.
No es una operaci¨®n terrestre, con carros de combate, infanter¨ªa, ocupaci¨®n, green zones, etc¨¦tera.
Por tanto, es lo contrario de la descabellada guerra de Irak.
Lo contrario de la guerra -justa- de Afganist¨¢n.
No s¨¦ (es infinitamente m¨¢s complicado que eso) si la guerra (justa) de Afganist¨¢n o la guerra (descabellada) de Irak eran guerras "neocoloniales"; pero lo que es seguro es que esta guerra, esta intervenci¨®n cuyo primer objetivo es proteger a los civiles que estaban siendo masacrados en Misrata, Zauiya y Bengasi; esta operaci¨®n de salvamento, que nunca contempl¨® la posibilidad de que un soldado occidental pusiera un pie en suelo libio, es lo contrario de una expedici¨®n colonial.
?Qu¨¦ es exactamente una guerra justa? Aquella con la que se detiene una guerra contra los civiles
Los opositores libios siempre ser¨¢n mejores que un dictador psic¨®pata que hab¨ªa hecho del apocalipsis su religi¨®n
?Qu¨¦ es exactamente una guerra justa?
Una guerra con la que se detiene una guerra contra los civiles.
Una guerra que, por parodiar una c¨¦lebre y desafortunada f¨®rmula (la de Fran?ois Mitterrand intentando impedir hasta el final los ataques a¨¦reos contra las posiciones serbias sobre Sarajevo), sustrae la guerra a la guerra.
Una guerra que, finalmente, lejos de pretender lanzar en paraca¨ªdas un kit de democracia listo para armar, con su manual de instrucciones, pero en mitad de un desierto pol¨ªtico -como en el caso de Irak-, se apoya en una insurrecci¨®n incipiente para permitir -solo permitir- que los libertadores hagan su trabajo de libertadores, y ayuden as¨ª a los libios a liberar Libia.
Esta guerra es una guerra de iniciativa francesa, pero no es una guerra francesa.
Es una guerra en la que, ya el s¨¢bado 19, vimos aviones franceses sobrevolando Bengasi y martilleando la capacidad militar de un Gadafi acorralado que se hab¨ªa jugado el todo por el todo lanzando sus obuses sobre la ciudad. Es una guerra en la que, junto a Francia y los occidentales, en la misma coalici¨®n, participan los catar¨ªes, los emirat¨ªes y los egipcios, ya por propia iniciativa, ya como miembros de una Liga ?rabe presente desde el comienzo en el centro de ese movimiento de solidaridad mundial con un pa¨ªs arrasado a sangre y fuego por su propio dirigente, ya acatando la voluntad de un pueblo (es el caso de Egipto) inmerso en un levantamiento cuyos valores pretende universalizar. Este conflicto es, pues, tan ¨¢rabe como occidental.
?El prop¨®sito de esta guerra?
?Proteger a los civiles de Misrata, Zauiya y Bengasi? ?Solamente?
?Para luego contentarse con ver c¨®mo Gadafi mantiene un perfil bajo, empaca su arsenal y se repliega hasta su feudo tripolitano a esperar el momento de tomarse la revancha, dentro de seis meses o un a?o?
No lo creo.
Espero que no.
Cuesta imaginar que la comunidad internacional vuelva a caer en el error que cometiera con Sadam Husein al dejar intacta su capacidad para el crimen y la desestabilizaci¨®n tras la primera guerra del Golfo.
Y tambi¨¦n cuesta imaginar que la resoluci¨®n adoptada por Naciones Unidas tras una votaci¨®n hist¨®rica y despu¨¦s de convencer a los chinos y a los rusos de que no ejercieran su derecho al veto produzca un resultado tan irrisorio.
Gadafi ha cometido cr¨ªmenes contra la humanidad.
?Acaso el primer reflejo de este Gadafi que, seg¨²n algunos, hab¨ªa cambiado hasta el punto de renunciar al terrorismo y convertirse en un agudo lector de Montesquieu (Patrick Ollier, ministro franc¨¦s -?hasta cu¨¢ndo?- de Relaciones con el Parlamento) no fue decir, cuando conoci¨® el resultado de la votaci¨®n: "Si atacan mis aviones de combate, yo atacar¨¦ sus aviones comerciales; sus civiles pagar¨¢n con uno, dos o tres nuevos Lockerbie"?
Con Gadafi ya no es posible ni la negociaci¨®n ni el compromiso.
Ahora le corresponde a la comunidad internacional, al un¨ªsono con el pueblo libio y su Consejo Nacional de Transici¨®n, decir: "?Gadafi, l¨¢rgate!".
Porque, ?qu¨¦ quieren los libios libres?
?Qui¨¦nes son?
?Y qu¨¦ es, en particular, ese Consejo Nacional de Transici¨®n al que Nicolas Sarkozy fue el primero en reconocer, en un gesto pol¨ªtico decisivo y valiente?
Por supuesto que no son ¨¢ngeles (hace tiempo que no creo en los ¨¢ngeles).
Por supuesto que no son dem¨®cratas churchilianos nacidos, como por arte de magia, del tronco del gadafismo (de hecho, algunos de ellos fueron sus servidores y sus deudos antes de desertar).
Tal vez incluso haya antisionistas entre ellos, o hasta antisemitas disfrazados de antisionistas (aunque yo nunca, en ninguno de mis encuentros, primero en Bengasi y luego en Par¨ªs, ni ante ninguno de sus dirigentes, he olvidado decir qui¨¦n soy ni en qu¨¦ creo).
Tan solo pienso que, como sus hermanos de T¨²nez, Egipto o Bahr¨¦in, esos hombres y mujeres van hacia una democracia cuyos principios y reflejos est¨¢n reinventando a toda velocidad.
Y estoy seguro de que esos combatientes que han aprendido, frente a las columnas infernales y los carros de combate, lo que quiere decir "libertad" y en qu¨¦ lenguaje se escribe su nombre siempre ser¨¢n mejores que un dictador psic¨®pata que hab¨ªa hecho del apocalipsis su ¨²ltima religi¨®n.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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