El nombre de las cosas
La autorizaci¨®n parlamentaria a la participaci¨®n militar en la crisis libia -dentro de la resoluci¨®n 1973 del Consejo de Seguridad- tom¨® cuerpo en un breve Pleno matutino del Congreso de apenas dos horas de duraci¨®n. Los broncos debates en la C¨¢mara sobre la invasi¨®n de Irak dejaron paso a un entendimiento de tono menor entre casi todas las fuerzas pol¨ªticas (solo votaron en contra tres diputados).
Las habituales confrontaciones entre el presidente del Gobierno y el l¨ªder del PP cedieron su lugar a un di¨¢logo fr¨ªo y cort¨¦s sin m¨¢s discrepancias notables que los distintos nombres dados a las cosas. Zapatero reiter¨® que la intervenci¨®n en Libia se limitar¨¢ al cierre del espacio a¨¦reo y al embargo naval, a fin de cumplir el principio humanitario que asigna a la comunidad internacional la responsabilidad de proteger a la poblaci¨®n civil cuando los Estados se desentienden de esa obligaci¨®n. Rajoy se refiri¨® sin eufemismos a una guerra civil prolongada, un conflicto b¨¦lico enquistado y un compromiso armado de primera magnitud; la masacre de Srebrenica -record¨® ominosamente- se produjo en una zona de exclusi¨®n a¨¦rea.
El Congreso autoriza la participaci¨®n militar en la crisis de Libia, con solo tres votos en contra y una abstenci¨®n
Rajoy lanz¨® alg¨²n que otro pellizco de monja ("la posici¨®n inestable, la lealtad pendular con los aliados y la palabra movediza y oportunista" de un adversario f¨¢cilmente reconocible), pero esta vez fue el portavoz de Izquierda Unida quien sac¨® de sus casillas al presidente del Gobierno al forzar una artificiosa comparaci¨®n entre Libia y la coalici¨®n de las Azores: "Hemos pasado del ?OTAN no! y del ?no a la guerra! al s¨ª a esta guerra y a encabezarla". Llamazares pregunt¨® ret¨®ricamente sobre las razones espec¨ªficas de la intervenci¨®n en Libia cuando -seg¨²n sus fuentes- existen en el mundo 32 conflictos pr¨¢cticamente iguales en lo que respecta a la conculcaci¨®n de los derechos humanos.
Hay otras cuestiones de dif¨ªcil respuesta. ?C¨®mo se explica que Gadafi haya sido hasta hace poco hu¨¦sped ilustre de las capitales europeas? No parece que la situaci¨®n libia -una guerra civil entre facciones armadas- y los movimientos populares de la primavera ¨¢rabe en T¨²nez y Egipto deban ser incluidos en el mismo casillero. Durante la rueda de prensa celebrada en compa?¨ªa del secretario general de la ONU, el presidente Zapatero hizo "un llamamiento apremiante" al coronel Gadafi para que abandone el poder; en el Congreso, sin embargo, subray¨® que la Resoluci¨®n 1973 no pretende la expulsi¨®n del coronel Gadafi del Gobierno de Libia. Finalmente, las cinco abstenciones producidas en el Consejo de Seguridad, el escaso entusiasmo participativo de los miembros de la OTAN (solo 9 de sus 28 socios figuran en el operativo), las reticencias de Turqu¨ªa (fundadora con Espa?a de la Alianza de las Civilizaciones), el deseo de Estados Unidos de abandonar el liderazo de la coalici¨®n y los soterrados desacuerdos entre los 18 pa¨ªses que la componen, tambi¨¦n arrojan dudas sobre el futuro de esta sedicente intervenci¨®n solo humanitaria.
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