Los versos locos de la Princesa Inca
Ha necesitado dormir 14 horas antes del encuentro con el periodista. "La medicaci¨®n me deja como un zombi". Lleva as¨ª m¨¢s de diez a?os. "Administradme dosis fuertes de pastillas / para que no sepa pronunciar ni mi nombre / para perder el sentido de estar sintiendo / el sopor de una existencia llena de pu?ales".
Princesa Inca (Cristina Mart¨ªn, Barcelona, 1979), jardinera, estudiante de psicolog¨ªa, diagnosticada como bipolar, o con trastorno esquizoafectivo -depende del doctor"-, "loca" -dice ella misma-, colaboradora del programa La ventana, de Gemma Nierga, en la cadena SER, acaba de publicar La mujer-precipicio (Libros del Silencio), donde se incluyen estos versos de Administradme pastillas: "Pastillas que rectifican a los que sue?an, / m¨¢s de lo previsto, / m¨¢s de lo que a vosotros os hace falta".
"Un d¨ªa te levantas y est¨¢s distinta.De repente, me sent¨ªa la reencarnaci¨®n de una princesa inca"
"M¨¢s que tristeza, son miedos. Tengo un amigo que o¨ªa voces; le acompa?aban. Se las quitaron y la soledad le parece m¨¢s terrible"
"Escribir ha sido mi salvaci¨®n. Tambi¨¦n la m¨²sica. En mis ¨¦pocas m¨¢s duras, Camar¨®n me ha dado mucha fuerza. Lo llevo tatuado"
Pero mejor eso que el insomnio, que es blanco y enloquece... "Blanco como la blusa Armani / que come del sudor y la espalda doblada de mis padres. / El insomnio es blanco, blanco como la luna, como la nevera vac¨ªa, / como el arroz hervido de los pobres. / Blanco como las s¨¢banas blancas en las que lloras / porque no encuentras la salida. / El insomnio es blanco, / blanco sucio como el patio de la c¨¢rcel, / blanco como las batas y las correas del psiqui¨¢trico".
Se lo echa en cara a la sociedad normal. Desde la radio, desde su libro de poes¨ªa (el primero), desde esta entrevista (una de las muy pocas) en Gracia, fumando en la terraza de un bar de una plaza de su barrio de Barcelona: "Las enfermedades mentales siguen siendo un tab¨². Apenas se habla de ellas, y eso da pie a que no se debata, no se investigue lo suficiente. La sociedad, la sanidad p¨²blica, lo ¨²nico que hacen es administrarnos pastillas, narcotizarnos, para que les dejemos tranquilos. Poco m¨¢s. En estos diez a?os en los que he sufrido crisis, el tratamiento poco ha variado. Mi padre era transportista; mi madre, ama de casa y costurera; yo no tengo dinero para pagarme psic¨®logos ni psiquiatras privados. Te dan pastillas que te anulan, pero no se paran a escucharte para intentar averiguar qu¨¦ pasa".
"He sufrido tres grandes crisis, en las que las subidas y bajadas son brutales, extremas. La primera, con 20 a?os. Un misterio. Un d¨ªa te levantas y est¨¢s distinta. No s¨¦ por qu¨¦. Estaba en la Universidad estudiando psicolog¨ªa. Y, de repente, me sent¨ªa la reencarnaci¨®n de una princesa inca. De ah¨ª el nombre con que firmo.Y luego, otra m¨¢s, cuando trabajaba como jardinera; es verdad que curraba mucho, 13 horas diarias". Y luego, otra m¨¢s, hace a?o y medio, cuando muri¨® su padre de repente, de un ataque al coraz¨®n, en la que tuvo que ser sometida a terapia electroconvulsiva (electrochoque), pero de eso prefiere no hablar. "Fue un palo muy grande. Mi padre era muy buena gente. Yo estaba muy unida a ¨¦l. Fue demasiado para m¨ª. Me internaron tres meses. Y luego estuve mal otros seis. Como secuela, me ha quedado la agorafobia. Ahora me da miedo coger el metro sola. No lo s¨¦ explicar. Pero es as¨ª. Ya s¨¦ que no es racional. Los tratamientos son muy fuertes. Y cuando te internan, t¨² no entiendes nada. Te atan, te sujetan, y t¨² crees que es un compl¨® contra ti, porque en los momentos de euforia t¨² est¨¢s arriba del todo, y te crees una princesa inca, o Janis Joplin, y no entiendes nada, por qu¨¦ te encierran, por qu¨¦ te atan. Como dec¨ªa Panero (el escritor Leopoldo Mar¨ªa Panero): en un psiqui¨¢trico entras hablando de la Virgen y sales hablando de nada".
-Pero ?qu¨¦ se siente?, ?una tristeza enorme?
-M¨¢s que tristeza, son miedos. Es muy complicado lo de la mente. Es que a veces no puedes tirar para adelante. Tengo un amigo que, por ejemplo, o¨ªa voces por la ma?ana. Yo no, nunca he o¨ªdo voces. Pero ¨¦l s¨ª. Y cuando se las quitaron, con f¨¢rmacos, sent¨ªa una soledad tan grande que ¨¦l dec¨ªa que era m¨¢s terrible que las voces, que las voces le acompa?aban. No se puede intentar homogeneizar a todos por igual. Si esas voces te dicen cosas positivas, ?por qu¨¦ quitarlas? Los ni?os las oyen, tienen amigos invisibles, que les ayudan a desarrollar su imaginaci¨®n. Y no creo que sea bueno call¨¢rselas. ?Por qu¨¦ todos tenemos que ser iguales? Quiz¨¢ para que seamos m¨¢s manejables. Dicen que estamos locos, pero te fijas en c¨®mo act¨²an los pol¨ªticos, la Iglesia, los ej¨¦rcitos, y ?esos no est¨¢n locos?
Princesa Inca-Cristina escribe desde que lo recuerda. Se cri¨® escuchando los versos de Lorca que le le¨ªa su madre. Tiene una estanter¨ªa de su peque?a habitaci¨®n llena de libretas con goma con sus pensamientos escritos a mano. "Ha sido mi salvaci¨®n. No s¨¦ qu¨¦ habr¨ªa sido de m¨ª sin esto". Pero compone versos como vomitando, echando todo fuera, haciendo da?o, hurgando, no busca est¨¦ticas: "No se trata para m¨ª de un trabajo, no me esmero, no cuadro, no / perfilo, no borro, no reviso, no perfecciono. Son gritos" (No son palabras, sino gritos).
"?Despierta, princesa, mu?eca, caricatura, flor, puta, vac¨ªa, gitana, rota entra?a! (... ) ?Despierta, m¨¢scara in¨²til! No llores, que desti?es tus zapatos rojos, y tus vestidos de hilo, y te quedar¨¢s descalza, y entonces... Ay, ya ver¨¢s qu¨¦ fr¨ªo, y qu¨¦ muerte, y qu¨¦ nada m¨¢s y nada m¨¢s, nada m¨¢s, puta Princesa, loca, ya ver¨¢s, llorona, descalza y muerta, deja de llorar o ya ver¨¢s. / Nadie se par¨® en la Gran V¨ªa... Y yo solo quer¨ªa, para no ver, coserme los ojos".
-?Volver¨¢ a estudiar psicolog¨ªa?
-S¨ª, en septiembre quiero comenzar de nuevo, poco a poco, porque me canso mucho. ?Te imaginas, teniendo los conocimientos, y con mi experiencia, lo que puedo ayudar a otros que se sientan como yo? Porque yo creo que uno de los grandes problemas es la incomunicaci¨®n. Las enfermedades mentales afectan sobre todo a las sociedades desarrolladas, porque yo creo que hay mucha soledad...
-?Y las redes sociales virtuales?
-A m¨ª el abuso del mundo virtual me da miedo. Perder los olores, las miradas...
-Su querida poetisa argentina Alejandra Pizarnik era adicta a las anfetaminas. ?Princesa Inca ha sido adicta a algo?
-No me gusta hablar de drogas. Estoy en contra de su consumo, son muy malas para la cabeza, te atrapan y dependes de ellas, y ya no eres persona libre. Bastante tengo ya con las legales. Uno de mis sue?os es levantarme a las siete y aprovechar la ma?ana, disfrutarla, sentirme viva, y no tambale¨¢ndome por la medicaci¨®n.
-?Cree en Dios?
-No soy atea. S¨ª creo que despu¨¦s de morir hay algo, que de alguna manera seguimos en un para¨ªso personalizado, a la medida de cada uno, que hay algo en ti, energ¨ªa, alma, pensamientos, una conciencia, que contin¨²a, en otra dimensi¨®n pero contin¨²a, seg¨²n lo que t¨² has querido ser; no creo que tras la muerte se diluye todo, creo que no viene la nada, pero no creo que haya un solo lugar donde vamos todos...
"Dios en lugar de hacernos nos deshizo / y quedamos desamparados y desnudos / al abrigo de trenes y autov¨ªas, / desproporcionadamente solos, / llenos de un viento de incertidumbre, que nos tambalea y nos tumba, / que nos deja paralizados ante la duda / inexacta y rara / de seguir existiendo" (Dios en lugar de hacernos nos deshizo).
Princesa Inca tiene ascendencia gitana; su bisabuela por parte de madre se llamaba Carmen Reyes Cort¨¦s, y era gitana de Granada, del Albaic¨ªn. Cristina Mart¨ªn vive con su madre, su abuela de 94 a?os, su t¨ªa abuela de 92 y su hermano de 23, a quien le dedica algunos versos: "En esta familia tenemos una indigesti¨®n de sue?os y vac¨ªos, / gen¨¦tica y estirpe de gitanos enloquecidos". "?D¨®nde te perdimos, que no sabemos desrecorrer el camino?". "S¨¦ que volver¨¢s, y yo espero al otro lado de la casa". Desde hace cinco a?os colabora un d¨ªa a la semana en las tertulias de la SER. Gemma Nierga la descubri¨® cuando entrevist¨® a un colectivo de Radio Nikosia, un programa dentro de las emisiones libres de Radio Contrabanda hecho por enfermos mentales. Y hasta hoy. "Es tan distinta a todos, tan poco convencional, la sientes tan cercana y lejana a la vez, en su mundo", dice Nierga, "que yo con ella me siento traspasada, s¨¦ que ante ella yo no puedo montar ning¨²n personaje, que me ve como realmente soy. Sus poes¨ªas son muy duras, dolorosas; pero me gusta su capacidad para crear im¨¢genes nuevas, como esos versos de 'yo s¨®lo quer¨ªa coserme los ojos para no ver...".
Princesa Inca pinta ahora cuadros ca¨®ticos -"psicod¨¦licos, naif, on¨ªricos, de tripi", los describe ella- que llenan las paredes de su habitaci¨®n peque?a, escribe, habla con su madre, pasea por los parques de Barcelona, queda con las amigas -ninguna me ha fallado, sigo teniendo las mismas de la adolescencia". Aunque le gusta viajar, ahora lo hace poco, por la agorafobia. Y escucha m¨²sica. Sobre todo flamenco... "En mis ¨¦pocas m¨¢s duras, Camar¨®n me ha dado mucha fuerza". Lo lleva en la piel, junto a otros cuatro tatuajes: una roza azul -s¨ªmbolo de los rom¨¢nticos alemanes-, otra flor y dos mariposas. Hoy tambi¨¦n lleva un colgante con una imagen de un hada mariposa. Y en los dibujos que le ha hecho su amiga Merc¨¨ L¨®pez para el libro hay espejos que devuelven una imagen distorsionada y tambi¨¦n hay mariposas. Y en la foto de la solapa del libro de La mujer-precipicio lleva un clavel rojo de gitana y una mariposa roja en la boca, la misma con que abre su blog. "Es un libro que lo he querido dedicar a mujeres que ten¨ªan una batalla consigo mismas, m¨¢s que con el mundo, con ellas, mujeres en el l¨ªmite, como yo. A mujeres como Sylvia Plath y Alejandra Pizarnik".
"No me entregues, / trist¨ªsima medianoche, / al impuro mediod¨ªa blanco". "?Qu¨¦ bestia ca¨ªda de pasmo / se arrastra por mi sangre / y quiere salvarse? / He aqu¨ª lo dif¨ªcil: caminar por las calles / y se?alar el cielo o la tierra". (Alejandra Pizarnik, 1939-1972).
Hoy Princesa Inca lleva un abrigo morado y un jersey rojo de cuello alto. Menos pelirroja que otras veces. Y tras dos horas hablando con el periodista, el espejo de las preguntas le devuelve una imagen de enorme cansancio. Quiere escapar ya de los espacios abiertos, de la calle, las preguntas, nuestra realidad... A veces es dif¨ªcil caminar por las calles y se?alar d¨®nde est¨¢ el cielo y d¨®nde la tierra. "Ya solo pienso en irme a nadar".
"He pasado al otro lado del espejo, he enloquecido / y recuerdo no haber visto all¨ª vac¨ªo o negro / detr¨¢s del miedo, lejos del miedo m¨¢ximo, / detr¨¢s no hay oscuridad o fr¨ªo, / detr¨¢s del miedo y la locura / hay un prado largu¨ªsimo"
(/para no volver del otro lado del espejo/).
Gonzalo Canedo, su editor, que la descubri¨® por la radio -me gustaba lo que dec¨ªa, y c¨®mo lo dec¨ªa, su voz tan grave... "-, cuenta que la preparaci¨®n del libro, aunque Cristina ya ten¨ªa los versos construidos, se alarg¨® m¨¢s de dos a?os porque, cuando empezaron a hacer la selecci¨®n, muri¨® su padre; qued¨® tan tocada que la tuvieron que internar... "Cuando fui a visitarla a la cl¨ªnica, su mirada era especial, una mirada como no he visto nunca, como de muerta, pero a la vez con una luz que atravesaba todas las barreras, como saliendo desde muy adentro. Es lo que dice en el final de uno de su poemas: 'A todas esas pupilas tan dilatadas de tanta qu¨ªmica, / que miran aturdidas y absortas / pero tienen la luz m¨¢s hermosa'. Es lo que le pasa a todo el que la conoce, que es tan ingenua y tan pura, con tan pocas barreras y convenciones de las que nos coloca la sociedad, que a la fuerza acabas rindi¨¦ndote a ella, sintiendo ternura por ella".
"A los que no soportaron el t¨²nel y se fueron para siempre, / a los que atravesamos cada d¨ªa el t¨²nel / agarrados aunque sea a las paredes negras / (... ) a los psic¨®logos que dan besos. / A los que hemos transitado por el infierno y por el cielo / y no queremos volver m¨¢s all¨ª. / Y sobre todo / a todas esas pupilas dilatadas de tanta qu¨ªmica / que miran aturdidas y absortas / pero tienen la luz m¨¢s hermosa" (A los que se quedaron dormidos en el nunca).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.