La calle, el mejor patio de butacas
Cientos de personas abarrotan el centro de la ciudad para disfrutar de los espect¨¢culos de la Noche de los Teatros
La Noche de los Teatros empieza de d¨ªa. Se abre el tel¨®n en la Casa Museo Lope de Vega. El poeta y escritor Luis Alberto de Cuenca se encarga del preg¨®n y con ¨¦l arrancan los bailes, las representaciones y las marionetas. Alejados del escenario, en la calle, haciendo acopio de espectadores. Comienza la ruta que conmemor¨® ayer s¨¢bado el D¨ªa Mundial del Teatro.
Las plazas del centro de la ciudad se abarrotaron con cientos de personas que disfrutaron de los espect¨¢culos. En el c¨¦ntrico barrio de las Letras, se encuentra la plaza de Santa Ana. All¨ª comienza la primera performance. La m¨²sica de timbales aceleran los pies de los despistados. En la plaza destaca un c¨ªrculo formado por cabezas de todas las edades que miran hacia el centro. La inc¨®gnita se resuelve gracias a los bolardos municipales que ayer sirvieron de atalaya. Un hombre y una mujer, vestidos como cualquiera de los mirones, danzan sin tocarse. Las manos de ¨¦l buscan las de ella, pero nunca llegan a encontrarse. Es Par¨¢metros, de LaPedroche. El corro se disuelve a medias y de entre los que se separan salen dos Teresas. Son madre e hija. Llevan la hoja de ruta en la mano con todas las representaciones -176 actividades en 132 espacios p¨²blicos-. Van eligiendo al azar. Pr¨®xima parada: plaza de El Carmen.
Dejando a la derecha los fosforitos locales de compraventa de oro, se abre paso a la plaza del Carmen. All¨ª est¨¢ previsto que a las seis y media comience el espect¨¢culo de marionetas, Klar y yoyo, del Teatro de la Luna. Comienza un poco tarde y pilla a todos de sorpresa. Como aparecida de la nada, llega una ni?a vestida como mandan los c¨¢nones: falda, leotardos a rayas de colores y mofletes colorados. Lleva una mascota que acapara la mirada de peque?os y mayores. No es un perro de pelo suave, ni un lindo gatito ni nada parecido. Es un monstruo gris de m¨¢s de dos metros. Dan la vuelta a la plaza y se paran. Klar, que as¨ª se llama el animal, es el regalo de cumplea?os que ha recibido la ni?a. El animal provoca a la par la curiosidad y el recelo de todos los ni?os a su alrededor. No dejan de mirarle, con media sonrisa en la cara, hasta que se les acerca... Cunde el p¨¢nico cuando el bicho llora y moja a todos y todos corren a refugiarse entre las piernas de sus padres.
La ciudad bulle. Sus calles son un puro espect¨¢culo. Las tablas se transforman en granito donde el p¨²blico disfruta de numerosas performances de danza, m¨²sica en directo y teatro. Uno ten¨ªa que dise?ar bien su plan para disfrutar del mayor n¨²mero de eventos gratuitos y con rebajas en 81 teatros y salas alternativas. La fiesta estaba en la calle. Las taquillas de ¨²ltimo minutos a¨²n ten¨ªan entradas disponibles a las siete de la tarde.
A las puerta del Instituto Cercantes acamparon varias estatuas humanas. Casi todas las plazas del centro acogieron ayer alg¨²n espect¨¢culo, en el patio de butaca m¨¢s grande: la calle.Un pasacalles recorre la calle de Fuencarral. Atr¨¢s queda Gran V¨ªa -donde hoy est¨¢ programada una visita guiada por los teatros de la centenaria avenida-. El tiempo primaveral ha atraido a la gente. A las c¨¢maras de fotos y conversaciones en otros idiomas se unieron ayer los folletos rosas que detallaban la programaci¨®n. Pero la atenci¨®n de los transe¨²ntes se centraba en la calle de Fuencarral.
Varios caballos peludos y huesudos hac¨ªan de las suyas por la calzada, cortada al tr¨¢fico. Era el primer acto de un pasacalles multicolor. Los jamelgos daban coces, hac¨ªan carreras arrollando a todo el que se interpusiera en su camino e incluso mord¨ªan. Pero tambi¨¦n se dejaban acariciar y posaban para las fotos. "?Yo quiero un caballo as¨ª!", exclamaba un chaval de nombre Alberto, de cinco a?os. Parec¨ªa no percatarse de que el equino era en realidad una marioneta en tama?o real manejada por un hombre. Los animales marchaban siguiendo el ritmo del sonido de los cascos que sal¨ªa de un altavoz. Los caballos de Menorca, de Tutatis, fueron los m¨¢s rebeldes de un desfile algo descafeinado.
A la cabeza del desfile, una rana gigante iba abriendo camino. Era una m¨¢s de Los superbichos, de la compa?¨ªa Coscorr¨®n y la favorita de Beatriz, de nueve a?os. Subida a un banco de piedra miraba alejarse al convoy junto a sus padres y sus hermanas menores. Los superbichos trataban de animar con m¨²sica a todo el que se paraba a su alrededor.
El segundo era musical. Los cinco miembros de la Million Dollar Mercedes Band trataban a duras penas de hacerse o¨ªr. Su m¨²sica checa con trompeta, tromb¨®n, saxo y tuba, era la banda sonora de una tarde de teatros. Antes de participar en el pasacalles ya hab¨ªan interpretado parte del repertorio entralazando texto y m¨²sica para los m¨¢s peque?os.
La familia Iglulik, de Teatro Sin Fin, cerr¨® el tercer acto: Un tanto desorientados, tres esquimales perdidos en las calles de Madrid por un viaje que deber¨ªa llevarlos de Groenlandia a Alaska. El pasacalles termin¨® justo a tiempo para ver ponerse el sol. Comenzaba entonces la verdadera Noche de los Teatros.
A la b¨²squeda de m¨¢s actuaciones gratuitas se encontraba el matrimonio de Mar¨ªa Jos¨¦ y Jos¨¦ Luis. No pertenecen a los 4,2 millones de espectadores que el a?o pasado acudieron a alguna funci¨®n. Frente al Lope de Vega, tres j¨®venes actores esperaban que dieran las once de la noche. No iban a ver ninguna obra. Quer¨ªan entrar al teatro: al backstage del musical de Los miserables que ya hab¨ªan visto. Iria, Dani y Adri¨¢n solo conocen el mundillo del teatro aficionado y quer¨ªa conocer el de los grandes escenarios.
A la iniciativa tambi¨¦n se sumaron algunas salas de m¨²sica en directo y de flamenco. Del pasacalles a la noche de Max Estrella, dedicada al 75 aniversario de Valle Incl¨¢n. "Y de ah¨ª, a alg¨²n concierto", resum¨ªa un joven que hab¨ªa venido de visita a Madrid este fin de semana.
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