La OTAN al mando
La diplomacia internacional debe apoyar el avance de los rebeldes libios contra Gadafi
Poco a poco, la coalici¨®n internacional creada para ejecutar el mandato contenido en la Resoluci¨®n 1973 del Consejo de Seguridad va encajando las piezas, tanto en lo relativo al mando como a los objetivos de la operaci¨®n. La rapidez con la que se puso en marcha a partir de un acuerdo entre Francia, Reino Unido y Estados Unidos impidi¨® prever los problemas a los que tendr¨ªan que enfrentarse los pa¨ªses de la coalici¨®n, sobre todo si, como ha sido el caso, la evoluci¨®n de la guerra civil libia exig¨ªa prolongar por alg¨²n tiempo la zona de exclusi¨®n a¨¦rea y las acciones dirigidas a proteger a la poblaci¨®n civil de los ataques de Gadafi. Estados Unidos, que asumi¨® provisionalmente el mando, expres¨® desde un principio su deseo de traspasarlo, mostrando una abierta preferencia por la posibilidad de que la OTAN lo recibiera.
Ese ha sido finalmente el acuerdo, solventando las objeciones que por razones diferentes interpon¨ªan Turqu¨ªa y Francia. La Alianza se seguir¨¢ haciendo cargo del bloqueo naval y, adem¨¢s, se encargar¨¢ de asegurar la zona de exclusi¨®n a¨¦rea establecida desde los primeros d¨ªas en que comenz¨® la intervenci¨®n internacional. La ¨²nica tarea que permanece en un terreno difuso es el ataque contra objetivos terrestres. Los miembros de la Alianza no han aclarado si seguir¨¢ dependiendo de la coalici¨®n internacional, como una misi¨®n aparte, o si se integrar¨¢ bajo el nuevo mando. Lo que parece claro es que el r¨¦gimen de Gadafi seguir¨¢ padeciendo ataques contra sus blindados.
La transferencia del mando a la OTAN ha coincidido con la noticia de que los rebeldes libios han retomado el control de Adjabiya, una ciudad clave para la defensa de Bengasi. Se trata de la primera prueba fehaciente de que el poder militar de Gadafi empieza a resentirse de los ataques internacionales. A la coalici¨®n internacional, ahora bajo el mando de la OTAN, solo le queda persistir y aguardar, confiando en que el empuje de los rebeldes consiga finalmente el hundimiento de la dictadura de Gadafi. Por el momento, la relaci¨®n de fuerzas entre los contendientes sigue siendo una moneda al aire, aunque existen indicios todav¨ªa insuficientes de que podr¨ªa caer del lado de los rebeldes. Si se fueran confirmando, ser¨ªa el momento de que la diplomacia trabaje para impedir que un nuevo Gobierno frustrase las esperanzas iniciales por las que los libios comenzaron la revuelta.
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