Los rebeldes pasan al contraataque
Los alzados reconquistan la estrat¨¦gica ciudad de Ajdabiya y se lanzan hacia el puerto petrolero de Brega - Los bombardeos aliados desarbolan a las fuerzas del r¨¦gimen
Hakim Abdal¨¢ irradia felicidad rodeado de viviendas en ruinas. Diez d¨ªas de asedio de las tropas de Muamar el Gadafi a Ajdabiya, cruce de caminos estrat¨¦gico, son historia desde hace pocas horas. Los rebeldes acaban de reconquistar la ciudad libia en un campo de batalla que parece un acorde¨®n. Los soldados se han retirado. Un duro golpe para el coronel al mando en Tr¨ªpoli, y una inyecci¨®n de moral para unos rebeldes que el domingo pasado, con los tanques del d¨¦spota en la puerta de Bengasi, tem¨ªan un ba?o de sangre. Pasa media hora del mediod¨ªa y docenas de insurgentes disparan al aire sus ametralladoras y bater¨ªas antia¨¦reas. El j¨²bilo es desbordante y el estruendo, ensordecedor. Gritan "Dios es el m¨¢s grande" mirando al cielo, desde donde los aviones aliados dispararon de madrugada sus misiles contra los militares leales al tirano. Los pocos civiles que resistieron el cerco agradecen la ayuda extranjera. Sin ella, Ajdabiya ser¨ªa a¨²n un infierno.
"Secuestraron a familias enteras y nos cortaron agua y luz", relata un vecino
Cazas franceses destruyen cinco aviones del r¨¦gimen en Misrata
Los ataques de la coalici¨®n internacional ya hacen mucha mella. En la entrada occidental de la ciudad, decenas de cad¨¢veres de uniformados yacen tapados por mantas, abrasados por los misiles. Los restos de los blindados, visitados en romer¨ªa por curiosos, hombres, mujeres y ni?os, se esparcen al borde de la carretera mientras los sublevados marchan de nuevo en direcci¨®n a Brega, importante terminal petrolera. Tras su fulgurante avance inicial, los insurrectos retrocedieron hace dos semanas desde esta localidad, donde anoche volv¨ªan a atacar a los soldados.
Tr¨ªpoli queda a¨²n muy lejos. Pero al menos termin¨® el calvario para Ajdabiya, una poblaci¨®n que se vaci¨® de sus 100.000 habitantes. "Nos han rodeado durante d¨ªas. Entraban con sus camionetas y disparaban contra las casas. La gran mayor¨ªa de mujeres y ni?os huyeron. No ten¨ªamos luz, ni gas para cocinar, ni agua corriente. Sobrevivimos porque en muchas casas tenemos dep¨®sitos de agua subterr¨¢neos, y us¨¢bamos conversores el¨¦ctricos para poder seguir las noticias por televisi¨®n", relata Abdal¨¢, casado y padre de un hijo. La angustia se refleja en su rostro cuando habla de las tropel¨ªas perpetradas por el Ej¨¦rcito. Los destrozos de los conductos de gas son poca cosa.
"Secuestraron a familias enteras y al conductor de los cuatro periodistas detenidos de The New York Times. Se llama Mohamed Shakluf, es mi vecino, su coche todav¨ªa est¨¢ en la puerta oriental de Ajdabiya", asegura Abdal¨¢. "Los rebeldes sal¨ªan al paso cuando los militares hac¨ªan incursiones en camionetas. Pero desde el mi¨¦rcoles, cuando supimos de los secuestros, atacaron todav¨ªa m¨¢s". La coalici¨®n internacional pod¨ªa estar al tanto. "En los tres ¨²ltimos d¨ªas bombardearon con m¨¢s fuerza", sonr¨ªe este empleado de una empresa petrolera.
Los destrozos en muchos barrios saltan a la vista: cientos de edificios con boquetes de un metro o ametrallados, hogares de una planta -como casi todos en esta extensa ciudad- convertidos en escombros, coches y veh¨ªculos militares calcinados en varias calles, lugares de recreo destrozados... "Los hombres de Gadafi robaron en los supermercados. Mira, arrasaron la farmacia", dice Muftasaid, un cincuent¨®n, mientras pisa frascos de medicamentos.
Es la hora del regreso para miles de familias que buscaron refugio en la cercana Suluk -tumba de Omar el Mujtar, pr¨®cer de la rebeli¨®n contra la colonizaci¨®n italiana, cuya sepultura en Bengasi fue desmantelada por Gadafi- y en otras ciudades de Cirenaica. Nunca parti¨® la familia de Abdal¨¢, agradecido al extranjero por su sola presencia. No extra?a la gratitud de los lugare?os en Ajdabiya, ni en Bengasi. Gritan sus vivas a Francia, a EE UU; hacen ondear banderas de Catar, de Egipto, de Espa?a... S¨ª sorprende un punto al enviado que enarbolen ense?as de Italia, la potencia que en 1931 ahorc¨® a Omar el Mujtar. "El pasado es el pasado. Sabemos que el pueblo italiano est¨¢ con nosotros", apunta un amigo de Abdal¨¢.
Algo parecen estar aprendiendo los rebeldes, o alg¨²n mando ha impuesto cierta cordura para que los insurrectos dejen de lanzarse al combate siguiendo el lema escrito en tantos carteles en Bengasi: "Pechos desnudos contra balas". Disfrutan ahora de la ventaja que antes ten¨ªan sus enemigos. El espacio a¨¦reo juega a su favor. Son puro entusiasmo. Lo contrario que debe de sentir el coronel que manda en Tr¨ªpoli. El viernes ascendi¨® a todos los militares por su "coraje en el combate contra el asalto colonialista de los cruzados". Decenas de ellos, los muertos en Ajdabiya por los misiles de la alianza, no disfrutar¨¢n sus nuevos galones.
Las huestes de Gadafi han dado media vuelta en Libia oriental, pero en Misrata -la ¨²nica ciudad de la mitad occidental que resiste el asalto, a 200 kil¨®metros de Tr¨ªpoli- arremetieron ayer con furia contra civiles y milicianos, aseguraban a Reuters varios vecinos. Aviones de la coalici¨®n intervinieron en la zona y lograron frenar el bombardeo. Cazas franceses destruyeron cinco aviones y dos helic¨®pteros del r¨¦gimen.
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