Contra las barreras de Compostela
Los padres de una ni?a en silla de ruedas consiguen unir en una semana a m¨¢s de 2.000 personas contra los obst¨¢culos que sortean los discapacitados en la ciudad
El pasado fin de semana, cuando Paula Villar y P¨ªo L¨®pez llevaron a su hija de seis a?os, en silla de ruedas, a un concierto infantil en el Teatro Principal de Santiago, la acomodadora les sugiri¨® sentarse en la ¨²ltima fila del patio de butacas, el ¨²nico lugar del auditorio en el que entraba sin problemas la silla de la peque?a. Pocos d¨ªas antes, al acudir a hacer unos tr¨¢mites al Pazo de Raxoi, sede del Ayuntamiento de Santiago, Paula Villar, acompa?ada de la ni?a, tuvo problemas similares para acceder al recinto debido a las escalerillas de la entrada. La respuesta que recibi¨® al quejarse la indign¨®. "Me dijeron que hab¨ªa una rampa para alg¨²n evento, pero que ahora no pod¨ªan ponerla", cuenta la madre.
"La adaptabilidad de algunos edificios tiene un coste elevado"
"Hay lugares que son completamente inaccesibles para nosotros"
Del cansancio por multitud de obst¨¢culos que encuentran a diario en la ciudad ha nacido Queremos una Compostela sin barreras, un grupo de Facebook que en poco m¨¢s de una semana ha superado los 2.100 seguidores. De Santiago y de fuera, porque la idea es convertir el grupo -cuyos integrantes llenan de quejas el muro que el Ayuntamiento tiene en la misma red social- en una plataforma en pro de la adaptabilidad de los edificios p¨²blicos para las personas con discapacidad. Empez¨® como una queja entre parientes y amigos y acab¨® convirti¨¦ndose en un foro "que acepta todo tipo de iniciativas y denuncias de personas con dificultades", cuenta Villar, orgullosa. Invita ahora a los ciudadanos a enviar fotos de los obst¨¢culos que se encuentren en su d¨ªa a d¨ªa.
En 2006, el Ayuntamiento de Santiago recibi¨® el premio Reina Sof¨ªa de Adaptabilidad Universal de Municipios, aunque la concejal de Benestar Social e Igualdade, Mar Mart¨ªn, reconoce que queda mucho por hacer, sobre todo en el casco viejo. "Santiago es una ciudad complicada y la adaptabilidad de algunos edificios tiene un coste elevado", admite. Pero a Villar, que asegura que la suya es una reivindicaci¨®n de muchos padres con hijos discapacitados, han dejado de servirle tales argumentos. "Queremos una vida tranquila, no queremos estar siempre cabreados, pero hay lugares que nos son completamente inaccesibles", denuncia.
La lista de obst¨¢culos a los que la hija de Paula se enfrenta todos los d¨ªas es inacabable: lugares de ocio, edificios de las administraciones, aparcamientos -incluso los que aparentemente est¨¢n adaptados-, aceras, autobuses y, a veces, hasta centros de ense?anza. "Hasta que no lo sufre de cerca la gente no se da cuenta del problema. Pero el Ayuntamiento no es la gente, es una Administraci¨®n", acusa.
Villar sabe que, en la situaci¨®n actual, las trabas con las que su hija se encuentra para hacer una vida normal no har¨¢n m¨¢s que crecer. Solo tiene seis a?os y los padres la acompa?an a todas partes, pero Villar teme que llegue un momento en el que tenga que quedarse en casa porque la ciudad no cuenta con su silla de ruedas. "?Qu¨¦ pasar¨¢ cuando sea independiente?", se pregunta. Por ahora, cuando un obst¨¢culo, normalmente una escalera, se interpone en el camino, a los padres no les queda otro remedio que prescindir de la silla de ruedas y llevar a la peque?a en brazos. Les sucede, por ejemplo, en los ba?os del Teatro Principal, en el primer piso del edificio y al que solo se accede por escalera. Tambi¨¦n en los aparcamientos, incluso los pensados para discapacitados. Que en ocasiones se construyan al lado o entre plazas est¨¢ndar complica la visibilidad y la salida del coche. "As¨ª no sirven de nada", se queja Villar.
Tampoco todas las obras nuevas est¨¢n adaptadas a los discapacitados. La remodelaci¨®n de la escalinata de Raxoi, acabada hace pocos meses, no incluye ninguna rampa para sillas de rudas. Sigue siendo una escalera larga y de pendiente pronunciada. No da a cualquier calle, sino a la Praza do Obradoiro. Villar tampoco entiende por qu¨¦ el Ayuntamiento no acepta la propuesta de se?alar cada l¨ªnea de los buses urbanos con un color o una forma geom¨¦trica que permita a los discapacitados ps¨ªquicos distinguir con m¨¢s facilidad cada itinerario.
Reconocidas las deficiencias, el Ayuntamiento esgrime proyectos futuros, como la creaci¨®n de un "observatorio de la discapacidad", en el que los vecinos puedan se?alar los obst¨¢culos que no siempre ven las administraciones - "quien no lo vive no lo detecta", admite- y que siguen ah¨ª pese a las obras y el activismo de los afectados. "No podemos sacar las escaleras de la Catedral, pero s¨ª ver cu¨¢l es el acceso que no las necesita", explica la concejal Mar Mart¨ªn. Presume de que los nuevos autobuses urbanos tienen rampas para facilitar la salida de las sillas y de que este tipo de acceso se ir¨¢ generalizando conforme se renueve la flota.
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