Olivetti
La nostalgia es una in¨²til gu¨ªa para criticar el progreso. Los adolescentes de hoy descubrir¨¢n su viejo iPod al fondo de un caj¨®n en una mudanza y recordar¨¢n con ternura sus primeras canciones descargadas, como otros echan de menos la gramola de sus guateques. La calidad y la inteligencia no siempre son la mejor receta para perpetuarse. Si uno pasea por La Habana, donde la necesidad mantiene en circulaci¨®n los enormes coches norteamericanos de los cincuenta y sesenta, comprobar¨¢ que los avances tecnol¨®gicos y las optimizaciones de consumo no han tra¨ªdo m¨¢s bellos dise?os de autom¨®vil ni m¨¢s espacio confortable en el interior. Son otras las prioridades del progreso. Si la foto digital ha sustituido a la foto en papel no es porque sea mejor, m¨¢s perdurable ni permita mayor expresividad, es porque es m¨¢s barata y accesible.
Olivetti, la emblem¨¢tica firma de nuestras m¨¢quinas de escribir de la infancia, aquellas sobre las que aporreamos nuestros primeros delirios literarios, ha anunciado que va a fabricar tabletas digitales. Luchar¨¢ contra la publicidad gratuita que siempre acompa?a en los medios cualquier lanzamiento de la adorada Apple.
El iPad 2 ha vuelto a disfrutar de riadas de propaganda por la cara, en algo que ya casi es digno de estudio. Presumo que Olivetti ser¨¢ un competidor menor. L¨¢stima que en 1969 muriera Marcello Nizzoli, podr¨ªa haber dado con una tableta a la altura de sus m¨¢quinas de escribir que fueron durante a?os la bandera del mejor dise?o italiano.
En las tardes felices, mi hijo se instala a los pies de la mesa para teclear curioso sobre una paleol¨ªtica Hispano Olivetti, mientras yo termino este art¨ªculo. Cambian las m¨¢quinas pero persiste el orden de teclado Qwerty. La denominaci¨®n Qwerty proviene de las seis primeras letras que uno encuentra en la segunda fila de cualquier teclado. Se populariz¨® gracias a las m¨¢quinas de escribir Remington hace casi ya 150 a?os y es la matriz que siguen nuestros dedos pese a la evoluci¨®n de los ingenios para escribir o navegar.
La persistencia de la distribuci¨®n b¨¢sica de teclas dise?ada por Christopher Sholes a partir de estudios sobre combinaci¨®n de letras y frecuencia de uso en la escritura, demuestra que, pese a las apariencias, el progreso no es una ruptura sino una rara continuidad.
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