Zapatero en Elsinor
Como le pasaba al Pr¨ªncipe de Dinamarca, no es que Zapatero tenga dudas sobre lo que hacer sino que le falta resoluci¨®n para hacerlo. Negocia consigo mismo sobre el ser o el dejar de ser y se detiene inmediatamente antes de comunicar el resultado de sus cavilaciones. Hay testimonios solventes que indican que hace a?os decidi¨® no estar en ning¨²n caso m¨¢s de dos legislaturas en La Moncloa, lo que en el clima de euforia de entonces significaba renunciar a ser candidato en 2012. Pero la crisis y sus efectos sobre el empleo y la moral del electorado de izquierda trastocaron los planes. En principio, sobre el momento de anunciarlo, pero en alguna medida tambi¨¦n sobre el anuncio mismo.
Zapatero lo tiene decidido: no ser¨¢ candidato por tercera vez. A no ser que en el ¨²ltimo momento...
Y de pronto se le apareci¨® Bot¨ªn. Lo que ha dicho el banquero es de sentido com¨²n: no conviene interrumpir con unas elecciones anticipadas el proceso de reformas iniciado por el Gobierno, dejando la tarea sin terminar (como dice Gordon Brown que le pas¨® a ¨¦l). Es algo que Zapatero siempre hab¨ªa dado por supuesto: que con independencia de que fuera o no candidato, seguir¨ªa al frente del Gobierno hasta las legislativas. Si las palabras de Bot¨ªn han suscitado tanto revuelo es porque van a contrapelo del mensaje de Rajoy: que la soluci¨®n a la crisis es que ZP se vaya y convoque elecciones; y porque la l¨®gica del mensaje lleva tambi¨¦n a que el presidente no anuncie todav¨ªa sus intenciones, a fin de que no se convierta en un pato cojo, como dicen los americanos.
Que no lo anuncie ?hasta cu¨¢ndo? Otro de los empresarios asistentes al c¨®nclave de La Moncloa, Villar Mir, le anim¨® a volver a presentarse, sobrentendi¨¦ndose que solo despu¨¦s (de perder) se abrir¨ªan las justas sucesorias. Tal vez Zapatero viera en esa opini¨®n el signo que necesitaba para reconsiderarse. El argumento ser¨ªa doble: por una parte, descargar¨ªa al sucesor del lastre de una derrota; por otra, despu¨¦s del giro de mayo pasado, cuando consider¨® necesario hacer aquello que se hab¨ªa comprometido a no hacer, la l¨®gica democr¨¢tica llevar¨ªa a presentarse para rendir cuentas ante su electorado, asumiendo la responsabilidad. La valoraci¨®n de ese giro requiere tiempo, y tal vez Zapatero piense que en 2012 habr¨¢ ya indicios de que fue necesario para salir de la crisis.
El problema es que, como ayer reconoci¨® en su comparecencia parlamentaria, el incremento del PIB previsto para este a?o y el pr¨®ximo apenas tendr¨¢n repercusi¨®n sobre el empleo, por lo que no evitar¨¢ el descalabro electoral. Una vez que la opini¨®n p¨²blica ha designado chivo expiatorio a Zapatero, solo el cambio de candidato podr¨ªa aminorar ese hundimiento. A eso aspiraba la promoci¨®n de Rubalcaba, el m¨¢s listo de la clase y el pol¨ªtico socialista mejor valorado en las encuestas. Pero su misi¨®n ser¨ªa esa: ser candidato ahora para reducir el castigo, y no el nuevo l¨ªder que desde la oposici¨®n preparase la vuelta al poder.
El presidente, sin nada que perder personalmente, est¨¢ an¨ªmicamente preparado para asumir el coste de lo que llama medidas impopulares pero necesarias. Esas que sus asesores le dicen que ser¨¢n imprescindibles para la fase posterior a la crisis, determinada por la necesidad de mejorar la competitividad. Respecto al recorte del gasto p¨²blico ("cuya necesidad se reconocer¨¢ en el futuro", dijo a comienzos de a?o) podr¨ªa aprovechar el ajuste a corto plazo impuesto desde fuera para tomar medidas a largo que favorezcan una mayor austeridad de las Administraciones p¨²blicas (incluyendo una mayor profesionalidad y un menor clientelismo, una de las causas de la actual desafecci¨®n pol¨ªtica).
Pero si es cierto que el PP no tiene respuesta a la pregunta de qu¨¦ har¨ªa de diferente a lo que est¨¢ haciendo Zapatero, la otra cara del asunto es que un PSOE en la oposici¨®n, con ZP o con Rubalcaba al frente, tampoco tendr¨ªa respuesta a la pregunta de por qu¨¦ criticaba que Rajoy haga en el Gobierno lo mismo que hac¨ªan ellos cuando gobernaban.
Una te¨®rica soluci¨®n intermedia ser¨ªa presentarse para rendir cuentas pero con el compromiso de, si ganaba, dejar paso a un sucesor en un plazo dado; o al menos, de no volver a ser candidato. Esto ¨²ltimo es lo que hizo Montilla en las catalanas, pero ese compromiso fue considerado, a la vista de lo que anunciaban las encuestas, casi como si hubiera renunciado a ser heredero al trono de Inglaterra.
Otro problema es el de la coherencia personal. Cuando se le pregunt¨® si los resultados de las elecciones locales y auton¨®micas influir¨ªan en su decisi¨®n, Zapatero respondi¨® que era "una cuesti¨®n de convicciones, no de coyuntura". El mensaje solo puede significar que tiene decidido no presentarse. Frente a quienes le reprochan carecer de convicciones profundas, las pone por delante de las consecuencias pol¨ªticas. Lo que significa que, definitivamente, no ser¨¢ candidato. A no ser que...
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