Car¨¢cter de dise?o
Valentino viaja en jet privado con sus siete perros, de la misma raza y bautizados con nombres que empiezan por M. Sea de noche o de d¨ªa, Karl Lagerfeld no se quita las gafas de sol en p¨²blico y, cumplidos los sesenta, decidi¨® aparcar su abanico y adelgazar para embutirse en los trajes de Hedi Slimane, pensados para anatom¨ªas adolescentes. Martin Margiela no se dej¨® fotografiar ni una sola vez en sus m¨¢s de 20 a?os de carrera; jam¨¢s se le vio el rostro o concedi¨® una entrevista. Christian Dior era supersticioso hasta la man¨ªa y no daba un paso sin consultar a su vidente. Como ¨¦l, Coco Chanel odiaba la soledad, y todas las noches cruzaba la calle para dormir en el hotel Ritz en lugar de en su apartamento. A los 45 a?os, Tom Ford ya le hab¨ªa encargado al arquitecto Tadao Ando la construcci¨®n de un mausoleo en su rancho de Santa Fe (Nuevo M¨¦xico) para su descanso eterno, junto a su pareja y sus mascotas. La originalidad que hace genial a un dise?ador, a veces, lleva pareja una cierta extravagancia.
Lo creativo debe convivir ahora con las exigencias de un negocio multimillonario. En los ¨²ltimos 20 a?os, las casas de costura y marroquiner¨ªa familiares se han convertido en grandes multinacionales. Marcas que venden m¨¢s de 2.000 millones de euros al a?o (como Gucci, Chanel, Louis Vuitton, Herm¨¨s...) cotizan en Bolsa, emplean a miles de personas en todo el mundo y se organizan en poderosos grupos. Los resultados del mayor de ellos, Louis Vuitton Mo?t Hennesy (LVMH), han aupado a su presidente hasta el s¨¦ptimo puesto en la lista Forbes de los hombres m¨¢s ricos del mundo en 2010. El primer europeo.
No es solo cuesti¨®n de dinero. Adem¨¢s de alimentar la cuenta de resultados, los dise?adores (directores creativos o art¨ªsticos, se les llama) deben nutrir una bestia a¨²n m¨¢s voraz. El inter¨¦s de la opini¨®n p¨²blica, que es tan creciente como acelerado. La firma brit¨¢nica Burberry aument¨® casi un 30% sus beneficios en el tercer trimestre de 2010. En parte, porque el que fuera un s¨ªmbolo de conservadurismo se ha apuntado con fervor a la carrera tecnol¨®gica. Cuenta con m¨¢s de 4,6 millones de amigos en Facebook y su ¨²ltimo desfile se proyect¨® en la pantalla de Piccadilly Circus, en Londres. Una muestra de c¨®mo los desfiles -antes, una presentaci¨®n para profesionales- se han abierto al mundo. A juzgar por la respuesta obtenida, estamos solo al principio. La forma en que el estilista de Lady Gaga, Nicola Formichetti, utiliza las redes sociales para resucitar un icono de los a?os ochenta, Mugler, anticipa un escenario nuevo.
Las casas familiares se han convertido en multinacionales
En esta era de movimientos fren¨¦ticos, el tercer vector que ha transformado el sistema parece prehist¨®rico. Se le pueden poner otros nombres, pero en realidad se llama Zara. "El principio de autoridad del dise?ador est¨¢ cuestionado", asegura Jos¨¦ Luis Nueno, profesor de marketing de IESE Business School. "Antes impon¨ªa el gusto y las pautas temporales. Su colecci¨®n se presentaba a seguidores que estaban dispuestos a pagar y esperar. Les gustaba que fuera escaso y ¨²nico. Eso ha cambiado, el mercado es educado por cadenas que venden centenares de millones de unidades. Donde antes hab¨ªa dos temporadas al a?o ahora hay 20 o 25 propuestas. Se genera la expectativa de que todo el mundo debe ofrecer m¨¢s novedades. Ahora todo tiene que venderse. Hay menos tolerancia al delirio creativo".
"Tolerancia cero". As¨ª expres¨® Sidney Toledano, presidente de Dior, su actitud hacia John Galliano a la ma?ana siguiente de un altercado en un bar de Par¨ªs, tras el que una pareja le acus¨® de proferir insultos antisemitas. Tres d¨ªas despu¨¦s se difundi¨® un v¨ªdeo en el que, borracho y solo en un bar, le espetaba barbaridades a un tel¨¦fono m¨®vil. Esa imagen sell¨® el despido fulminante de uno de los m¨¢s brillantes dise?adores de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Un testimonio desde los infiernos. Apenas dura 42 segundos. Menos de un minuto que da para mucho. Ha generado variopintas teor¨ªas conspirativas y, sobre todo, ha obligado a la moda a enfrentarse a sus propios demonios. ?Hasta qu¨¦ punto es excesiva la presi¨®n que el sistema ejerce sobre los creadores que lo sustentan? O, por el contrario, ?ha sido demasiado permisiva con los caprichos, con esa cuota de excentricidad, de sus dise?adores?
Hay que nutrir las cuentas de resultados y el creciente inter¨¦s medi¨¢tico
Casi todo el mundo tiene una opini¨®n. Azzedine Ala?a ha levantado la voz en Women's Wear Daily (WWD): "El ritmo es inhumano. Es demasiado. Demasiadas colecciones y presi¨®n". Es cierto que la fragmentaci¨®n de las temporadas y la voracidad de la digitalizaci¨®n y la globalizaci¨®n han cambiado los ritmos. Ahora hay que estar disponible y ser brillante las 24 horas. Ocurre en muchos ¨¢mbitos profesionales. "Antes, los dise?adores ten¨ªan tiempo para pensar y crear", recuerda B¨¢rbara Labella. Modelo en los a?os ochenta, dirige la escuela de moda del Istituto Europeo di Design (IED) en Barcelona. "En los noventa, con la crisis de la guerra del Golfo, lleg¨® la necesidad de multiplicar las colecciones. Esa presi¨®n del mercado los ha vuelto m¨¢quinas. No se puede hacer un producto con los tiempos de Zara y, a la vez, ser creativo. No me sorprende que se vuelvan locos".
El japon¨¦s Yohji Yamamoto aporta otro punto de vista en la edici¨®n brit¨¢nica de Vogue: "No es una regla que puedas aplicar a todos los dise?adores. Depende de d¨®nde hayas nacido y c¨®mo te hayan educado. Depende de las personas. El poder de la moda ha disminuido. Hacer dinero es lo que cuenta". Karl Lagerfeld y Pierre Berg¨¦ -socio de Yves Saint Laurent- rechazan en un art¨ªculo publicado en WWD tras el esc¨¢ndalo Galliano convertir en v¨ªctima a la profesi¨®n. "Siento mucha m¨¢s simpat¨ªa por los que tienen que coger el metro a diario. Los dise?adores son artesanos extremadamente privilegiados por tener una ocupaci¨®n po¨¦tica. No son artistas", argumenta Berg¨¦. "Es como una actividad deportiva de alto nivel", dice Lagerfeld. "Si un atleta es demasiado fr¨¢gil para correr, que no lo haga. Esto es lo mismo. No te metas si tu temperamento es demasiado art¨ªstico. Creo en la disciplina".
Berg¨¦ y Lagerfeld llevan m¨¢s de medio siglo en el negocio. Fueron compa?ero y rival de Yves Saint Laurent, uno de los que m¨¢s sufri¨® el reverso tenebroso de la euforia y el ¨¦xito. Alcohol, tranquilizantes y depresiones estuvieron junto a ¨¦l buena parte de sus 71 a?os de vida. ?Habr¨ªa sobrevivido en este tiempo de prisas? "Valentino e Yves Saint Laurent son los ¨²nicos a los que he visto dibujar de forma magistral", recordaba Giancarlo Giammetti en 2008. "Ahora se trabaja en equipos, con datos de mercado y n¨²meros. Yo siempre intent¨¦ que todo eso le fuera ajeno a Valentino. Esa es la diferencia entre ayer y hoy".
Donde antes hab¨ªa dos temporadas, ahora hay m¨¢s de 20
Lo que te manten¨ªa pegado al asiento del documental Valentino: el ¨²ltimo emperador era su relaci¨®n con Giammetti, del que no se ha separado desde 1962. Primero fue su pareja; hasta hoy, su socio. Una historia de amor en la que arte y negocio, pasi¨®n y empresa comparten cama. La marca de Yves Saint Laurent naci¨® en el hospital de Val-de-Grace. Ca¨ªdo en desgracia como sucesor de Christian Dior, no consigui¨® evitar ser reclutado para el servicio militar en 1960. Fue incapaz de sujetar un fusil. Recibi¨® un tratamiento de choque para su crisis nerviosa y en pocas semanas pesaba 40 kilos. All¨ª fue donde su amante, Pierre Berg¨¦, le comunic¨® que hab¨ªa sido reemplazado en Dior y le prometi¨® que construir¨ªan su propia maison. "No quer¨ªa enriquecerme, sino que Yves reencontrara su trabajo y volviera a ser el de antes. Era amor", contaba Berg¨¦ en 2008.
Creativo y gestor que son a la vez pareja. Un modelo que se repite en la historia de la moda. De Giorgio Armani y Sergio Galeotti a Miuccia Prada y Patrizio Bertelli, pasando por Rei Kawakubo y Adrian Joffe, en Comme des Gar?ons. Tambi¨¦n se da sin romance de por medio. "Siempre he propuesto un financiero al lado del dise?ador. Si no, es un desastre", se?ala Fernando Aguirre, presidente de ?gatha Ruiz de la Prada y profesor del ISEM Fashion Business School. El paradigma del binomio estrictamente profesional es el de Tom Ford y Domenico de Sole, art¨ªfices del renacimiento de Gucci y de su conversi¨®n en el tercer grupo de lujo del mundo. "Buena parte del ¨¦xito de las grandes casas reside en el encaje de las primma donnas con un buen directivo", explica Nueno. "Se puede establecer un s¨ªmil con el f¨²tbol. Son gal¨¢cticos a los que hay que sacar rendimiento. A los divos hay que dejarles que se expresen. No funcionan con un cors¨¦. Necesitan un entrenador, un psic¨®logo, que les sople en la oreja sin frenarles". "Gestionar a los creativos es muy dif¨ªcil. Cuando fui presidente en Paco Rabanne no le dec¨ªa qu¨¦ hacer a ¨¦l, pero s¨ª le ense?aba lo que se vend¨ªa y lo que no", apunta Michel Chevalier, que hoy es profesor en el ISEM.
Parte del ¨¦xito est¨¢ en el engranaje del creativo con un buen gestor
Esta relaci¨®n, adem¨¢s de compleja, es asim¨¦trica. Seg¨²n Chevalier, los que est¨¢n en la primera divisi¨®n -los 10 o 15 directores creativos m¨¢s famosos del mundo- cobran cada uno alrededor de dos millones de euros anuales. M¨¢s si se trata de Karl Lagerfeld, Marc Jacobs o, hasta hace unas semanas, John Galliano. El directivo a su lado puede percibir unos 350.000 euros. De nuevo, aparece el s¨ªmil futbol¨ªstico. No cobran lo mismo estrellas y entrenadores. El activo m¨¢s valioso es el m¨¢s vol¨¢til. "Todos los dise?adores son dif¨ªciles", argumenta Chevalier. "No pueden ser funcionarios. Tienen un inter¨¦s narcisista y solo les importa lo que se diga de ellos. Que sean m¨¢s o menos conflictivos no se tiene en cuenta para contratarlos. Lo que importa es que sean geniales".
En un mundo que sirve champ¨¢n a las diez de la ma?ana, los excesos forman parte del men¨². Pero ?d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite? Claude Montana, una de las grandes estrellas de los a?os ochenta, cay¨® en desgracia envuelto en rumores sobre su vida nocturna. Cuando las drogas o el alcohol entran en la ecuaci¨®n, el temperamento se puede volver inmanejable. "Buscar¨¦ ayuda", afirmaba John Galliano en el comunicado emitido al d¨ªa siguiente de su despido. Se supone que el dise?ador ha estado en una cl¨ªnica de rehabilitaci¨®n desde entonces. Yves Saint Laurent, Calvin Klein, Marc Jacobs, Donatella Versace o Stefano Pilati -curiosamente, hoy director creativo de Yves Saint Laurent- cruzaron antes esa puerta para tratar sus adicciones. ?Es mayor la incidencia de este problema en este ¨¢mbito que en otros? Jacobs o Klein se niegan a responsabilizar a su profesi¨®n de sus abusos. Robert Duffy -la mitad empresarial de Jacobs desde los ochenta- opina que el car¨¢cter medi¨¢tico de los afectados provoca que se magnifique el alcance de la cuesti¨®n. "No todos los actores son drogadictos, ni tampoco la mayor¨ªa de los dise?adores de moda", afirma.
?Demasiada presi¨®n o excesiva permisividad con los caprichos?
La industria del lujo se ha recuperado en 2010, un a?o r¨¦cord. "Ahora, todo es m¨¢s obvio, pero Balenciaga en su ¨¦poca tambi¨¦n deb¨ªa vender", a?ade Chevalier. "Yves Saint Laurent presentaba 80 modelos por colecci¨®n". Hoy, como ayer, se venden fantas¨ªas. Pero estas cifras no se alcanzan sin trabajo. De artesanos y dise?adores. A menudo, bajo la extravagancia y la provocaci¨®n se esconde un perfeccionismo casi hist¨¦rico. Coco Chanel pod¨ªa dedicar horas a que una sisa quedara lo suficientemente alta y cerrada. Anna Wintour, directora de la edici¨®n estadounidense de Vogue, considera al controlador Tom Ford "el Flaubert de la moda". "Tiendo a suscitar comentarios maliciosos: la gente piensa que lo tengo muy f¨¢cil", reflexionaba Ford en 2008. "Pero trabajo muy, muy duro para que todo parezca sencillo. Ser dise?ador es patol¨®gico. Est¨¢ en el car¨¢cter".
DISE?ADORES
Gianni y Donatella Versace
"Gianni nunca acept¨® que fuera un genio. Ni siquiera que era famoso"
Donatella Versace (Reggio di Calabria, 1955) recordaba a su hermano Gianni (Reggio di Calabria, 1946-Miami, 1997) antes de una exposici¨®n del museo Victoria & Albert (Londres) en 2002. "Por eso muri¨®. No quer¨ªa gente para protegerle. Le advert¨ªamos de que el mundo est¨¢ lleno de locos. No entend¨ªa por qu¨¦ iban a ir a por ¨¦l". Tras el asesinato, Donatella tom¨® las riendas creativas. No fue una transici¨®n f¨¢cil. Gianni fue un personaje ¨²nico. Apasionado mel¨®mano, maximalista, a la vez voluptuoso y cl¨¢sico. La situaci¨®n se complic¨® en 2004. La hija de Donatella se convirti¨® en la principal accionista y Donatella ingres¨® en una cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n. Un tumulto del que emergi¨® con una nueva identidad. Menos escandalosa. M¨¢s serena.
Calvin Klein
"Mis adicciones no tuvieron nada que ver con mi trabajo"
As¨ª lo expresaba a Women's Wear Daily en 2003. La industria estadounidense favorece historias inmaculadas y deportivas. De Claire McCardell a Tommy Hilfiger, pasando por Donna Karan, ?scar de la Renta o Carolina Herrera. Pero hay una estirpe m¨¢s traviesa: Rudi Gernreich, Halston y Calvin Klein. Klein (Nueva York, 1942) empez¨® haciendo abrigos en los sesenta y, aunque favoreci¨® una silueta minimalista, destac¨® por su olfato para la provocaci¨®n y sus anuncios con Brooke Shields o Kate Moss. Como Ralph Lauren, entiende la moda como una obra global. No es solo ropa, es vida. Pero su existencia ha estado surcada por adicciones y altibajos. Vendi¨® su marca en 2003 y qued¨® en manos de Francisco Costa (Calvin Klein Collection mujer), Italo Zucchelli (Collection hombre) y Kevin Carrigan (Calvin Klein).
Karl Lagerfeld
"Soy un observador, no una v¨ªctima. Mi af¨¢n de supervivencia cre¨® un muro de cristal"
La prusiana educaci¨®n de Karl Lagerfeld (Hamburgo, 1938) explica su longeva carrera. Dise?ador de Chanel y Fendi, fot¨®grafo y editor. "Soy un observador, no una v¨ªctima. Mi instinto de supervivencia cre¨® un muro de cristal. No me interesan las drogas, ni el tabaco, ni el alcohol. No siento la necesidad de para¨ªsos artificiales", contaba en 2009. Es el ¨²ltimo de los grandes de la moda formados en la era dorada de la alta costura parisiense, como Yves Saint Laurent, de quien fue enemigo ac¨¦rrimo. "Yves interpretaba el papel de v¨ªctima, pero no lo era. Me parecen pat¨¦ticos todos esos lloros sobre el chiffon. Hay algo imp¨²dico en ese despliegue de emociones. El dise?ador torturado esconde un complejo de inferioridad por no ser artista".
Jean Paul Gaultier
"Si ahora est¨¢s de moda, luego no lo estar¨¢s. Es el trato"
Con permiso de Christian Lacroix, Jean Paul Gaultier (Arcueil, 1952) fue el ni?o mimado de los a?os ochenta. Medi¨¢tico, excesivo, ingenuo y divertido. Si se rasca en la superficie del t¨®pico -m¨¢s all¨¢ de Madonna y los pechos cono- est¨¢ la sensibilidad del heredero de la alta costura francesa. "Un tesoro nacional", seg¨²n Suzy Menkes, del diario The Internationald Herald Tribune. Culmin¨® su madurez como director creativo de Herm¨¨s durante siete a?os. "La moda nace para morir. Si ahora est¨¢s de moda, luego no lo estar¨¢s. Es parte del trato. Algunos intentan desesperadamente hacer algo art¨ªstico, mediante ropa abstracta. Mi trabajo es trasladar a la realidad los deseos de la gente. El mejor dise?o es el que todo el mundo quiere ponerse", afirmaba en 2003.
Azzedine Ala?a
"Este ritmo no es bueno. No hay tiempo para prestar atenci¨®n"
Hay algo de f¨¢bula en su historia. Un diminuto tunecino que se enfrent¨® a los gigantes y edific¨® en el coraz¨®n de Par¨ªs una fortaleza en la que trabajar feliz, sin rendir cuentas a nadie. Junto a los de Thierry Mugler y Claude Montana, sus atl¨¦ticos trajes definieron los ochenta (en la fotograf¨ªa, con la modelo Farida, en 1985). Hijo de recolectores de trigo en T¨²nez, el ¨¢cido sentido del humor y peculiar f¨ªsico le granjearon las simpat¨ªas de las damas parisienses en los sesenta. Fue adoptado como mayordomo y modisto. En los noventa abandon¨® el circuito de desfiles y -aunque vendi¨® a Prada en 2000- se ha movido poco de su estudio universo en Le Marais. "No me gusta hacer colecciones de 700 o 800 piezas y llenar los desfiles de ropa id¨¦ntica. Cuando veo la ropa me da la impresi¨®n de que ya no hay nada nuevo, todo es igual. Este ritmo no es bueno. Hay ropa a la que no se presta ninguna atenci¨®n porque no hay tiempo", afirmaba ya en 2006.
John Galliano
"Soy como una urraca, atra¨ªdo por lo que brilla. No se puede proteger demasiado a una urraca porque no podr¨ªa volar"
Despu¨¦s del desfile de alta costura de Dior para esta primavera, John Galliano (Gibraltar, 1960) hablaba sobre c¨®mo trasladar las ilustraciones de Ren¨¦ Gruau a un vestido. Hab¨ªa entregado una colecci¨®n hermosa y exclamaba: "?Esto es alta costura!". Apenas un mes despu¨¦s, tras dos acusaciones por insultos antisemitas, un v¨ªdeo provoc¨® su despido de Dior. El fin de una de las relaciones m¨¢s fruct¨ªferas de los ¨²ltimos 15 a?os. Para dise?ador y empresa y para la historia de la moda. El tiempo dir¨¢ cu¨¢l es el futuro de un creador brillante que en una entrevista en 2006 se defin¨ªa as¨ª: "Soy como una urraca, me siento atra¨ªdo por todo lo que brilla. No se puede proteger demasiado a una urraca porque no podr¨ªa volar".
Yves Saint Laurent
"He conocido el temor y el terror de la soledad"
Yves Saint Laurent (Or¨¢n, 1936-Par¨ªs, 2009) anunci¨® su despedida el 7 de enero de 2002. Su ¨²ltimo desfile se celebrar¨ªa 15 d¨ªas despu¨¦s. Apenas se le vio hasta su muerte. El fr¨¢gil ayudante que sucedi¨® a Christian Dior se revel¨® como una voz portentosa. Otro enero, 40 a?os antes, abri¨® su propia firma con Pierre Berg¨¦. En los a?os sesenta, Cardin, Courr¨¨ges o Rabanne fascinaban con ocurrencias de ciencia-ficci¨®n. ?l trabajaba con una arcilla mucho menos d¨²ctil: la realidad. "Siempre he querido estar a disposici¨®n de las mujeres, acompa?arlas en el gran movimiento de liberaci¨®n del ¨²ltimo siglo". Lo hizo con ideas revolucionarias, como el esmoquin femenino y las transparencias. Encaden¨® tiempos de euforia y excesos con profundas depresiones. "He conocido el temor y el terror de la soledad y esos amigos a quienes llamamos tranquilizantes", dijo en 2002. Sus desfiles en los noventa parec¨ªan momificados. Perfectos y caducos. ?l y Berg¨¦ vendieron en 1999 al Grupo Gucci. Tom Ford se qued¨® con la l¨ªnea de 'pr¨ºt-¨¤-porter' y el maestro fue relegado a la alta costura. Nunca ocult¨® su desprecio por el estadounidense y por su tiempo.
Giorgio Armani
"En este oficio se dice una cosa y se piensa otra. Eso me cansa much¨ªsimo"
La elegancia de Giorgio Armani (Piacenza, 1934) choca con el clich¨¦ del rebelde. Pero ¨¦l hace lo que le da la gana. Ten¨ªa 40 a?os cuando dej¨® de dise?ar para otros. Una madurez que explica por qu¨¦ su revoluci¨®n, a partir de 1975, fue la del vestir adulto y profesional. Es uno de los pocos que se mantienen independientes y decidi¨® entrar en la alta costura en 2005, cuando todo el mundo hu¨ªa de ella. "Nunca sigue el camino de los dem¨¢s", defend¨ªa su director adjunto, John Hooks, en un art¨ªculo de 2007. "En este oficio se dice una cosa y se piensa otra. Eso me cansa much¨ªsimo. La prensa se deja impresionar por los que se dan aires de superioridad. Yo soy directo y sincero, una persona simple. No me comporto como una estrella", apuntaba Armani.
Alexander McQueen
"No creo que mis colecciones sean controvertidas; son autobiogr¨¢ficas"
En su encuentro con 'El Pa¨ªs Semanal' en 2004 dijo: "Hay belleza en la violencia y el dolor. Pero mi trabajo se acerca m¨¢s a la pasi¨®n. La crueldad y el dolor responden a esa melancol¨ªa que siempre desprende la pasi¨®n. Lo que hago nace de mi coraz¨®n, no de una mente comercial. No creo que mis colecciones sean controvertidas; son autobiogr¨¢ficas". El d¨ªa que Alexander McQueen termin¨® con su vida -11 de febrero de 2010, a los 40 a?os-, tragedia, morbo y genio sellaron su historia. Se han sucedido homenajes a su talento. El definitivo se ver¨¢ en Nueva York a partir del
2 de mayo con una exposici¨®n del Museo Metropolitan. Su firma -propiedad del Grupo Gucci- le sobrevive.
Rei Kawakubo
"Puedo asumir la rutina de dos desfiles al a?o, pero no el gran sistema, el que lava el cerebro a la gente"
Decir que Rei Kawakubo (Tokio, 1942) es una mujer compleja no es ni siquiera aproximado. Es rar¨ªsima. Presenta sus colecciones -con la marca Comme des Gar?ons- en Par¨ªs desde los a?os ochenta. Pero se niega a hablar otro idioma que no sea el japon¨¦s. Su ropa es profundamente abstracta, pero jam¨¢s va acompa?ada de explicaci¨®n alguna. Lleg¨® a Europa al tiempo que Yohji Yamamoto, Kenzo e Issey Miyake. Compart¨ªan un sentido de la moda intelectualizada y reflexiva. Fue caricaturizada y recibi¨® el apodo de Hiroshima Chic. Pero Kawakubo es inclasificable. Una antisistema que colabora con H&M o Speedo. "Lucho contra una industria que compra dise?adores y luego los vende...", defend¨ªa en 2006. "Puedo aceptar las rutinas y obligaciones, como los dos desfiles al a?o. Pero no el gran patr¨®n, el que lava el cerebro a la gente y pretende inculcar qu¨¦ es bueno y qu¨¦ es malo".
Marc Jacobs
"Con Bernard Arnault me siento como un ni?o tratando de agradar a su padre"
En un oficio propenso a la oscilaci¨®n, pocos pueden exhibir una consistencia en el vaiv¨¦n como Marc Jacobs (Nueva York, 1963). Tuvo un cl¨ªmax de pol¨¦mica y fama cuando subi¨® el grunge a la pasarela de Perry Ellis en 1992. Fichado por Louis Vuitton en 1997, se invent¨® la divisi¨®n de moda de la casa de marroquiner¨ªa que m¨¢s dinero genera en el grupo LVMH. "Me siento como un ni?o tratando de agradar a su padre", admit¨ªa en New York Magazine en 2005 acerca de su relaci¨®n con el propietario, Bernard Arnault. Ha pasado por rehabilitaci¨®n varias veces y de la ¨²ltima, en 2007, sali¨® convertido en un musculoso coleccionista de arte. El ¨²nico dise?ador entre los 100 personajes de 2010 por Time.
Tom Ford
"Ser dise?ador es patol¨®gico. O lo eres o no lo eres"
El ¨¦xito que Tom Ford (Austin, 1961) cosech¨® en Gucci es el paradigma de una era. Fichado en 1994, lleg¨® a ser vicepresidente del tercer grupo de lujo y a dise?ar en Gucci e Yves Saint Laurent. Fue abruptamente apartado en 2004. "Fue como un divorcio. No sab¨ªa ad¨®nde ir. Sal¨ª exhausto y desilusionado. Una crisis as¨ª te afecta en todos los aspectos: tu familia, tu confianza...", explicaba en 2008. Volvi¨® a lo grande, porque nadie maneja los medios como ¨¦l. Su debut como director de cine, Un hombre soltero, cosech¨® notables cr¨ªticas y premios. Dise?a para hombre desde 2007, y el pasado septiembre mostr¨® su primera colecci¨®n de mujer en un desfile confidencial. En la era de informaci¨®n instant¨¢nea, esta rebeld¨ªa le report¨® m¨¢s repercusi¨®n que un estadio atestado.
Dolce & Gabbana
"Somos polos opuestos, como una pila. No se trata de papeles fijos, lo ¨²nico que se mantiene es la contradicci¨®n"
No es f¨¢cil reconocer a los hijos rebeldes de la industria italiana en el logo que hoy exhibe cualquier futbolista. Empezaron con po¨¦ticos vestidos blancos sacados del neorrealismo italiano. Domenico Dolce (Palermo, 1958) y Stefano Gabbana (Mil¨¢n, 1962) han cambiado desde su debut en 1985 tanto como la industria. "Somos polos opuestos, como una pila. No son papeles fijos, lo ¨²nico que se mantiene es la contradicci¨®n. A veces, Stefano es tranquilo, y Domenico, acelerado. Otras, al rev¨¦s. Somos imprevisibles", declaraban en 2010. Se han convertido en un nombre que vende tel¨¦fonos, un Martini o libros de fotograf¨ªa. La pasi¨®n rom¨¢ntica termin¨®, pero el negocio contin¨²a. "Nuestra separaci¨®n no fue f¨¢cil. Hay familias que destruyen todo cuanto han construido por un divorcio. Descubrimos un amor m¨¢s importante que el sexual: la pasi¨®n por la vida, el oficio y el trabajo".
Miuccia Prada
"Mi trabajo es demostrar que el cerebro puede ser extremadamente sexy"
El gigante que planea salir a Bolsa en Hong Kong este a?o era hace cuatro d¨¦cadas un negocio familiar. La nieta del fundador, Miuccia (Mil¨¢n, 1949), y su marido, Patrizio Bertelli, la transformaron a partir de 1977. En los noventa era ya una de las firmas de moda m¨¢s influyentes. Lo sigue siendo. Miuccia es una creadora volc¨¢nica que, sin coser ni dibujar, ha moldeado el aspecto de su tiempo a trav¨¦s de Prada y Miu Miu. Su mezcla de arte, pol¨ªtica y gesti¨®n visceral les hace ¨²nicos. Pero no funcion¨® su pol¨ªtica de adquisiciones: compraron Jil Sander, Ala?a o Helmut Lang y luego las vendieron. "El negocio de la moda es una mezcla delicada. No s¨¦ si sus compa?¨ªas se pueden analizar igual que otras", dec¨ªa Prada en 2004. "Lo que lleva al ¨¦xito o al fracaso se debe a un equilibrio sensible".
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