Teresa Moure, la mujer de las palabras

Teresa Moure es una mujer que cree en la utop¨ªa, la pulsi¨®n que hace que cada d¨ªa se intente cambiar el mundo a mejor. Le encanta, asegura, poner todo patas arriba y volver a recomponerlo en un ¨ªmpetu transformador que parece acompa?ar toda su existencia. A eso se dedica desde que comenz¨® a escribir o quiz¨¢s desde que comenz¨® a vivir porque la escritura, de forma p¨²blica o privada, siempre la acompa?¨® y si ha tenido compa?eras constantes en su existencia esas han sido las palabras. Tanto le interesaron las palabras que es doctora en ling¨¹¨ªstica. Entre Saussure y Chomsky explor¨® el lenguaje para concluir, con buen criterio, que los nombres que les ponemos a las cosas, la manera en la que las nombramos, son el hecho colectivo que nos hace m¨¢s humanos.

Teresa ha estudiado a fondo el lenguaje, conoce el esperanto y ver¨ªa bien la existencia de una lengua franca si eso no supusiera un peligro para la diversidad ling¨¹¨ªstica. Pero se alza contra la prepotencia arrogante del ingl¨¦s, ese actor poderoso con el que nos dicen que hay que jugar queramos o no. Y cree en la capacidad transformadora de las lenguas y en su poder para abrir la mente y el coraz¨®n. Por todo eso y sobre todo porque es su ser, y cree que Galicia existe, escribe en gallego.

En esta sociedad en que hemos conseguido que las mujeres tengamos una cuota, Teresa Moure intenta no ser la escritora en gallego que toca en el cupo y en ese esfuerzo, como esfuerzo es siempre existir con autonom¨ªa, parece que no para de repetir aquello que repite una de las protagonistas de su novela Herba Moura: "E a partir de ah¨ª Helene decide ser Helene". Helene decide ser Helene y Teresa decide ser Teresa tantas veces como sea necesario y se reinventa sin parar como el Orlando de Virginia Wolf. No es mujer de medias tintas nuestra Helene, ni nuestra Teresa. Si algo tiene claro es que la historia de las mujeres es la historia del sometimiento de la mitad de la humanidad y toma partido para deshacer la madeja en la que estamos enredadas. Restituir la dignidad de un grupo sometido desde una tierra sometida.

Pertenece como muchos de nosotros a una generaci¨®n que es ahora la protagonista, la que o bien construye el futuro o renuncia a ello y deja que lo dise?en otros, quiz¨¢s eso que llaman mercados. Ella no es de las que delegan y proclama sin sonrojo que hay otra forma de hacer las cosas. Es, como todos, producto de una sociedad presidida por el desarrollo tecnol¨®gico y sumergida en el debate sobre la forma en que afectan nuestros supuestos avances a la naturaleza. O natural ¨¦ pol¨ªtico, se?ala en uno de sus ensayos, una afirmaci¨®n que cobra especial relevancia cuando una peque?¨ªsima cantidad de cesio radioactivo procedente de Jap¨®n ha llegado a la Pen¨ªnsula tras el desastre de Fukushima.

Teresa Moure es adem¨¢s madre, de tres hijos, a¨²n siendo de las que piensan que la maternidad no necesariamente tiene que ser destino inamovible de las mujeres. Proclama que ser madre es sin duda la tarea de su vida. Y como madre se mide cada d¨ªa y, como todas, debe mirarse en el abismo de repetir lo antes repetido.

No parece Teresa una mujer que pase de largo ante lo que afecte a su "Galiza", a nosotras las mujeres o a otras minor¨ªas sometidas. Con voz dulce y pensamiento f¨¦rreo parece dispuesta a desbordarse cada d¨ªa para volver a empezar. Porque, asegura, "el pesimismo tiene algo de reaccionario y tengo la idea optimista de que la humanidad siempre acaba reaccionando".